María Pedraza (Madrid, 1996) estrena ahora la película El Correo de Daniel Calparsoro y las series Asalto al Banco Central en Netflix y Galgos en Movistar+.
Pero también, si puede decirse así, estrena todos los días: tiene cerca de 11 millones de seguidores sólo en Instagram, cinco más que Penélope Cruz, dobla los fans de Mario Casas, y tiene los mismos que otras actrices globales, por series como La casa de papel, Élite y Toy Boy. Además, levanta un gran interés desde hace años por su vida personal.
Para poner este hecho en contexto, basta recordar dos cifras: primera, que en nuestro país los usuarios con más de un millón de seguidores en Instagram son sólo el 0,2 %; segunda, que desde los cuatro millones de fans que tenía en 2019 hasta los que tiene actualmente, eso implica no sólo una fama trepidante, sino un ritmo de crecimiento de aproximadamente 200.000 seguidores nuevos al mes, es decir, Almería u Oporto cada treinta días.
Más allá de su hiperfotogenia, en una red global saturada de imágenes, ¿cuál es el secreto del éxito mediático de María Pedraza?, ¿por qué nuestra sociedad la ha elegido como icono de la Generación Z?
El primer factor de su construcción mediática sería sin duda la selección de sus papeles.
En la nueva película El Correo, María Pedraza interpreta a la hija de Luis Tósar, una joven con mucha personalidad, envuelta por una trama de corrupción junto a Arón Piper, en un argumento que repasa los casos más extremos de la historia real reciente del blanqueo de nuestro país.
Con mucho ritmo
Para ella, la película en una palabra sería 'dinamismo', porque tiene mucho ritmo, es frenética”, y la secuencia en la que monta a caballo sería una de sus favoritas.
También otra en la que se quita el anillo del dedo y se lo arroja a la cara a su prometido. “Leticia es una chica que aparentemente puede dar una imagen frívola y parecer una persona que lo tiene todo, pero es una mujer analítica, observadora, que protege todo lo que es suyo y todo lo que será suyo. No hay nadie que la engañe, es muy inteligente”, explica.
El salto a la interpretación
María Pedraza comenzó su carrera en el Real Conservatorio de Danza y fue descubierta realmente en redes sociales a los 22 años por Esteban Crespo (director nominado al Oscar en 2014), que buscaba un nuevo icono para la Generación Z.
En esta conversación, ella misma elige los tres trabajos que considera claves en su trayectoria de siete años. De los primeros, se queda lógicamente con su descubrimiento, "Amar (2017), porque para mí es una película muy especial que fue la que cambió completamente vida, gracias a ese momento en Esteban Crespo me dio la posibilidad sin haber tocado la interpretación…”.
De hecho, Pedraza confiesa que hizo aquel casting con mucha inseguridad. Nada hacía presagiar que terminaría siendo Alison Parker en La casa de papel o Marina Nunier en Élite.
¿Cómo se ve a sí misma en sus primeros papeles?
Pues ahora me veo ‘bebé’. Me veo y digo: ¡Qué pequeña, lo que me quedaba por vivir! No sabía si iba a continuar o no, porque, claro, yo era bailarina y siempre lo recordaré como un momento catártico en mi vida. Me hizo cambiar, me enamoré gracias a esa película de la interpretación.
¿Y de sus series?
Yo diría que Élite (2018), porque sentí que era como asentar los conocimientos que había aprendido con mucho trabajo, porque he hecho mis cursos de teatro y algunas formaciones, pero no he estado cuatro años estudiando interpretación y en Élite sentí que ya tenía algo de bagaje, era mi cuarto proyecto en muy poco tiempo, y pienso que creamos algo muy de verdad. Es un personaje que me marcó mucho.
¿Y el tercero, cuál sería?
Las niñas de cristal (2022), la película que hice con Jota Linares, que cerró una etapa de mi vida, la danza, cumplir mi sueño y despedirme por la puerta grande.
¿Por qué se decidió a hacer el salto a la interpretación?
Son las decisiones de la vida, aunque tengas miedo… yo lo uno un poco con el protagonista de El Correo, el que interpreta Arón.
En la vida pasa un tren, y tú decides si montarte o no. Jamás en mi vida había hecho un casting, y pensaba ‘no sé cómo actuar, no he hecho nada, pero me voy a presentar allí’.
Son oportunidades que la vida te pone, y es como si te dijera ‘dame la mano que posiblemente te voy a llevar a otro camino’. A lo mejor es el que te pertenece. Siento que la vida me ha llevado al camino en el que pertenecía estar. Porque la danza me ha dado todo lo que soy, pero también todo lo que no sabía.
¿Cómo relaciona esto con la película El Correo?
De alguna forma, lo que le pasa al personaje de Iván es que él va hacia adelante. A mí me gusta quedarme con cosas de los personajes, en los ensayos hablamos mucho de que este personaje no tiene vergüenza, es un sinverguenza.
A veces tienes que ser consciente, pero a veces hay que tirarse a la piscina, luchar por lo que crees y quieres hacer. Muchas cosas no las hacemos por vergüenza, y este personaje no la tiene. Todo con un límite, claro.
¿Cómo se siente ahora?
Me siento muy afortunada de la vida que me ha tocado vivir y también de la que he elegido. Si lo piensas, es una buena reflexión: cuando deseo algo, lo deseo con todas mis fuerzas, pero no es que vaya a venir alguien y me lo vaya a dar, la clave está en qué haces cuando deseas algo tú para cumplir ese sueño, no es que te llegue, es que lo buscas. Es que lo haces tú. Y eso me ha pasado un montón de veces: de alguna forma, los movimientos que hago en mi vida son de acuerdo a un deseo. ¡Qué filosófica me pongo!
El factor Z
¿Cómo es su relación con las redes?, ¿ha cambiado?
Hace unos meses, de hecho lo dije en una entrevista, tenía algo de fe en que estuviéramos cambiando y siendo más empáticos y teniendo un poco más de compasión.
Ahora no sé. Cuando tengo que ir a cualquier sitio, al final en mi profesión es lo que tengo que hacer, ir a un estreno o a una presentación o hacer una entrevista… no soy mucho de ver las cosas, pero vi una entrevista en la que estaba hablando de un tema personal, muy duro, leí los comentarios y vi que la gente te critica habiendo escuchado incluso lo que estás diciendo.
Me decían que estaba mayor. Y pensé, en qué punto de superficialidad está la sociedad si ves a una persona que ha tenido un momento difícil en su vida y tú la juzgas por su físico por haber pasado un momento frágil.
Pero usted sentirá el apoyo de las redes…
Las redes sociales a veces te hacen sentir un apoyo, pero a veces es algo muy contradictorio y no sabes qué es lo real. Confío hasta cierto punto. Me encanta Instagram, las cosas malas que tiene intento que no me perjudiquen, es mi profesión, subo el contenido de forma natural, si inspira a alguien genial, pero quiero pensar que la sociedad va a tener un poco más de compasión.
A veces se hace difícil. Si una persona no tiene educación ni valores, no las va a tener nunca, se va a tomar la libertad de ser así en cualquier ámbito y más en las redes.
¿A quién sigue usted en redes?
Sigo perfiles que me inspiran, a mi gente y amigos, a gente de mi profesión, también cuentas de fotografía, de moda, me gusta seguir a cuentas que me inspiran y aprender cosas.
De alguna forma, son reflexiones que yo hago, cuando tú te te levantas por la mañana y empiezas a chequear Instagram, que no es lo más saludable del mundo, pero si yo por ejemplo empiezo a desayunar y lo abro o incluso Whatsapp, si sigues a personas, cuentas o perfiles que no te hacen bien, ya empiezas el día mal.
Hay que tener mucho cuidado con lo que eliges ver. Si realmente no estás preparado en ese momento, no te metas y no lo veas. No te hagas daño. Lo tengo comprobadísimo. Las redes tienen su parte buena que es buenísima, nos dan muchas oportunidades y otra cara menos buena, que es la exposición, los comentarios, ver cosas que no te apetece o no te sienta bien, como todo en la vida… cara A y cara B. Y eso hay que gestionarlo.
¿Tiene una actriz favorita?
Me encanta la actriz británica Carey Hannah Mulligan. Me gusta mucho su trabajo, ¡la amo! Y la película de Blue Valentine es una base de mi inspiración. Pero me inspiro también en actores.
¿Qué actores?
Pues por ejemplo, ahora mismo estoy debajo de un cartel enmarcado de ‘Drive’ de Ryan Gosling en mi habitación [sonríe]. Hice un casting el otro día y me inspiré en una secuencia en la que aparece él hablando. Ahí ya te digo, que es mi favorito es Ryan.
¿Le ha conocido en persona?
No, qué va. Siempre digo que algún día le tengo que conocer. Y le voy pedir un autógrafo. Soy muy fan. Cómo puedes contar tanto sin decir una sola palabra, sólo con la mirada.
¿Una palabra que sienta que la define?
A veces me sorprendo a mí misma, porque no se por dónde voy a tirar. En todos los sentidos. Pero es algo que me gusta, esa adrenalina, me sorprende, me motiva. Soy muy impulsiva.
Y soy muy pasional, si no existe la pasión no sería persona, necesito la pasión y el entusiasmo para poder funcionar en todos los ámbitos de la vida. En la interpretación, prefiero no hacer algo si no tengo pasión por ello. Sé que no lo voy a hacer bien.
¿Se proyecta en el futuro?
Me proyecto, sí. Me visualizo, pero no me martirizo. Si viene algo, será para mí. Me apetece mucho, ya que está todo globalizado, muchas películas utilizan el español, antes era Hollywood y ya está, a mí interesaría mucho poder verme expresándome en otro idioma.
Interés mediático
¿Tiene algún ritual personal?
Hay algo que es curioso y me ha pasado un montón de veces. Cada vez que tengo alguna alfombra o algo de moda, en vez de comer sano, en un momento en el que te apetece salir bien, lo que hago ese día, en vez de cuidarme, es que me pido una hamburguesa, una pizza o algo así… es como mi cheat day, y no sé por qué lo hago. Quizás para decir ¿por qué tengo yo que cuidarme este día y no todos? Luego hago la ley de la compensación… pero es que no me gusta ser hipócrita ni conmigo misma.
¿Y en cuanto a cuidados personales?
Es mi naturaleza cuidarme mucho, pero también me gustan mis pequeños regalillos. ¡Chocolate como forma de vida! Hice hace poco una ceremonia del cacao que si la gente puede hacerlo, es una pasada, en un lugar que me encanta, un hotel de Ibiza y fue precioso.
Es algo en lo que no tienes que pensar, una ceremonia en la que te tomas el chocolate caliente en la taza y dejas que de alguna forma, sin ningún tipo de expectativa haga lo que sea. Hice una meditación y me puse a llorar, ese día estuve como muy emotiva, muy alegre… creo que los alimentos tienen sus beneficios y relación con lo emocional, cuando dicen que el chocolate da felicidad, creo que es así.
¿Y en la moda? Las redes la definen como camaleónica…
Mi color de siempre es el negro, es mi color favorito. Aparte de lo elegante, sofisticado, creo que me da una personalidad y una seguridad que me encanta. En prendas me gusta mucho el oversize, lo masculino, estoy más cómoda en un traje ancho, me coloca en otro lugar. Luego también uso algo más ajustado o un vestido largo para una ocasión, depende de cómo me pille.
Ha tenido varias parejas conocidas, ¿cómo gestiona la información sobre su vida personal?
A nadie le gusta hablar de lo personal, ¿no? Yo intento proteger mi vida privada, proteger a mi entorno, a mi círculo más cerrado. Pienso que lo que me preguntan no es para atacarme ni para hacerme daño, aún así pongo límites.
Sé que forma parte de nuestra profesión, esas pequeñas cosas que no te apetecen, vivo con mucha tranquilidad, es algo que tienes que aceptar. Cuanto más te escondas, más la prensa te persigue. Mi vida es esta, pero las personas que me conocen de verdad son mi círculo más cerrado.
¿Y cómo ahora se encuentra en lo sentimental?
Todo fantástico, y todo fenomenal [sonríe ampliamente].