La periodista de Cadena Ser, Marta González Novo, se estrena con su primera novela Una bañera de hojas secas (Plaza & Janes, 2023), una historia que necesitaba contar “para salvar a mi abuela, víctima de violencia de género, y ayudar a otras mujeres”, asegura la escritora.
Y añade: “Ha sido un proceso duro, por el que he estado encerrada durante un año en casa, sin salir los fines de semana. Mi día a día es muy intenso. Tengo dos niñas y un programa de radio diario. Y además, presento eventos de todo tipo. ¿Cuándo tenía tiempo para escribir? Pues sin ver ni a mi familia, ni a mis amigos”.
¿Desde cuándo tienes vocación de escritora?
Desde niña. Por encima de mi vocación periodística está mi vocación como escritora. Quería ser dos cosas que he cumplido con este libro: bailarina, y la 'prota', Rebeca Agustí, va por ahí... Y quería ser escritora, con lo cual, he matado dos pájaros de un tiro.
Entonces tendrás en el cajón bastante material...
Tengo muchas cosas de toda la vida. Esta historia necesita contarla. También tengo poemas en el cajón. Pero la vida periodística es muy exigente.
Necesitaba crear una heroína para salvar a mi abuela, que murió cuando yo tenía año y medio. Esta es la historia luminosa de una superviviente, que pasa por todo ese trance terrible.
Te conocemos también por tu labor en la radio en Cadena Ser desde hace 25 años, en los últimos 12, dirigiendo Hoy por Hoy Madrid, ¿qué te ha dado la radio que no te haya dado otro medio?
La radio me ha dado la magia. Ahora todo el mundo te pone cara porque vienen a través de las redes... Pero el micrófono tiene algo como de confesionario. Esa magia que a mí me encanta descubrir.
Cuando vas en un taxi y alguien te reconoce por la voz, es increíble. Me pasó últimamente, y al taxista casi le da un infarto. Casi tenemos un accidente. Yo no entendía que le estaba pasando, Estaba hablando por el teléfono con el equipo, y le dije: Por favor, ¿puede estar pendiente del volante? Y me dijo: ¡Es que te escucho cada día! Y eso a Pedro Piqueras no le pasa, porque tu ya sabes que es él. El efecto sorpresa con la radio es una pasada.
En la radio, con un solo elemento que es la voz, juegas a la ficción y a la fascinación. Y de repente te conocen y te dicen: ¡Ah, te imaginaba mayor, más alta...o más rubia!
Con esta novela sales un poco de tu anonimato, aunque dices que ya hoy con las redes sociales es un poco diferente.
Es verdad que con la novela sales del anonimato, porque apareces en entrevistas, periódicos, en las teles, la gente te ve, pero no me importa salir del anonimato. También tiene su parte positiva y su parte divertida. Pero tampoco te convierte en Ana Rosa Quintana.
Hablemos de la novela. Es la historia de una superviviente de maltrato, de violencia machista, ¿quién es Rebeca Agustí?
Rebeca Agustí es mi alter ego. Es la nieta de mi abuela Concha Agustí. Mi madre siempre me quiso llamar Rebeca, pero se impuso el criterio de mi abuela Pilar, de mi abuela gallega de Lugo, porque decía que Rebeca era raro, y me pusieron Marta.
Pensé en reconocer e intentar sanar, aunque hayan pasado muchas décadas, todo lo que sufrió mi abuela Concha Agustí.
Decidí construir una superheroína que es su nieta Rebeca Agustí, para que ella sane sus heridas. Yo digo que ella firma el libro desde la mitad invisible.
¿Qué le pasó a tu abuela?
Mi abuela murió cuando yo tenía año y medio. Su tremenda experiencia siempre ha planeado en la familia, aunque no se ha contado de una forma muy explícita que fue víctima de violencia de género.
Yo luego me traigo la novela a la actualidad, es decir, al ahora mismo, cuando la Justicia está pinchando y está fallando a la hora de saber juzgar el maltrato psicológico. Ahí no se está haciendo bien.
Incluso cuando hay maltrato físico tampoco se está haciendo del todo bien, porque hay un espíritu machista que no consigo entender. Entonces yo construyo una superheroína que pasa por todo este proceso, por una situación a la que, a día de hoy, a la Justicia le sigue costando entender.
Tu heroína es una mujer con éxito.
Es una mujer triunfadora, independiente económicamente, con dos titulaciones universitarias, primera bailarina en una compañía de danza internacional. A un juez, incluso a una jueza, le cuesta entender que esta mujer sea víctima de violencia de género, pero lo es, porque recibe todos los mensajes que recibe, porque él ejerce la violencia a través de los hijos, porque hay una violencia vicaria, devuelve a los niños enfermos... Cuando ve que no puede acabar con ella, ejerce la violencia a través de los hijos.
Rebeca llega a plantearse el suicidio, que como lo explicaba un día Javier Urra, hay un 25,5% de mujeres que se plantean suicidarse en estos casos.
En la novela, hay un momento que tiene pastillas en la mano porque dice que no puede más con esta presión. Pero se agarra a la espiritualidad, al amor de su familia, al amor de su infancia.
Por eso yo también digo siempre: ¡Digan mucho a sus hijos que les quieren! Construyan y aumenten su autoestima, no se la minen en la infancia. Eso es muy importante porque no saben a qué se van a enfrentar en el futuro. Y a Rebeca Agustí le salva su autoestima.
La historia se centra en esta violencia psicológica, en este 25% de las mujeres que no lo soportan e intentan el suicidio, ¿cómo podemos acabar con esta lacra de la violencia de género?
Para empezar, formando a nuestros chavales y chavalas en los institutos desde la infancia, desde la adolescencia, para entender que es una relación tóxica, para enseñarles cómo se detecta, cómo se desenmascara a un narcisista, a un sádico y a un psicopático, que es la triada oscura de la personalidad, qué hay que tolerar y qué no hay que tolerar.
Nuestros jóvenes, además, lo tienen más difícil con las redes sociales. La Fundación ANAR publicó un informe hace mes y pico diciendo que había aumentado la violencia machista en más de un 90% entre nuestros adolescentes.
Libros como éste son necesarios para que nuestros jóvenes, antes de embarcarse en una relación de pareja, de formar una familia, de casarse o no, sepan a quién tienen delante y si es un depredador o una depredadora, porque también hay mujeres así, pero la estadística dice que lo sufrimos más las mujeres.
Es una novela muy necesaria porque hay un capítulo en el que yo me inspiro en la psicóloga Silvia Congost y meto a la protagonista en un teatro, en una de las charlas de Silvia para explicar qué es la tríada oscura de la personalidad. Y por otro lado, porque hago una denuncia social y un tirón de orejas a la Justicia que no está haciendo bien su labor.
¿Dónde falla el sistema?, ¿dónde hace aguas?
El penúltimo capítulo está basado en hechos reales. Acudí a los Juzgados de Violencia de Género de Madrid para acompañar a víctimas. No puede haber una fiscala especializada supuestamente en violencia de género, que una policía que va a denunciar le diga: ¿Cómo vas a ser víctima de violencia de género siendo policía? Esto es inaudito, es impresentable y esto es real porque yo estaba ese día esperando a esta policía fuera en el juzgado de Madrid y tuvo que sentarse porque salió rota.
Teresa Peramato, fiscal de violencia de género, me dijo hace tres semanas que la Fiscalía será esa mano amiga, pero es mentira. Lo he podido comprobar. No sabe lo que es el 'Título habilitante de víctima de violencia de género' que está aprobado.
Ahora mismo, la Administración Pública y la policía están por delante de la Justicia porque apoyan a las mujeres, las ayudan en ese camino terrible, y cuando llegas al juzgado se te revictimiza por segunda vez. Al final, le dan la victoria al maltratador, un depredador que sigue campando a sus anchas. Esto no puede ocurrir.
Te has documentado bien para escribir la novela.
Eso es, lo he hablado con jueces penalistas para documentarme para el libro. Y siempre dicen que aunque tengas que pasar por ese periplo, y aunque te archiven porque están archivando a la mayoría lamentablemente, y más en maltrato psicológico, denuncia porque si algo pasa, el culpable va a ser ese juzgado. Pero si a esa mujer la terminan matando...
¿Sigues dando charlas sobre estos temas?
Sigo dando charlas. La última la he dado en la Biblioteca León Tolstoi en Las Rozas a las mujeres víctimas de violencia de género, con un perfil muy parecido al de Rebeca Agustí. Y para el día 8 de marzo también estoy cerrando cosas.
Hablando de los niños y adolescentes, ya apuntabas que tenemos un problema gordo, se inician en el porno a edades muy tempranas y esto está muy relacionado, según los psicólogos, con desarrollar personalidades violentas.
Hay que atajar el tema de la pornografía y del acceso de nuestros niños y niñas. Hay que intentar llegar al sexo explicándoselo a nuestros hijos, hablando de amor, de afectividad, de cariño, de respeto, de tolerancia, de asertividad, de decir no, cuando se quiere decir no. Y esto es una de las cosas que ahora mismo y con más urgencia hay que poner coto.
La novela, a pesar de ser una historia terrible, al final es esperanzadora porque la protagonista se salva.
Sí, la protagonista se salva. Por eso yo digo que he construido una superheroína para salvar la memoria de mi abuela y para salvar a otras mujeres, es una historia de esperanza porque Rebeca se salva. Se agarra al amor y aprende a vibrar en el amor.
Sobre todo, hay una cosa muy importante, como decía Iñaki Piñuel, psiquiatra que está especializado también en personalidades tóxicas y narcisistas, hay un momento en el que los hijos de esa pareja se dan cuenta de lo que está pasando y necesitan aferrarse a la progenitora o el progenitor superviviente a la víctima porque necesitan un anclaje. Rebeca tiene que salvarse por sus hijos también, porque tiene que ser ese lugar que sirva de faro a sus hijos.
¿Habrá una próxima novela?
Si que habrá, pero no quiero ponerle una fecha. De hecho, el otro día empecé por la noche a escribir un relato pero sin objetivo.