"Cuando entré a trabajar, mis compañeros apostaron para ver cuánto tiempo duraba en la empresa". Sara ha sufrido en primera línea los susurros y comentarios machistas. Ha estado durante tres años en la empresa como montadora de andamios.
Era la única mujer que había en el equipo. Como cuenta a este periódico, la incorporación al trabajo fue dura. Tuvo que soportar menosprecios, miradas y risas en un sector totalmente masculinizado. Como ella, sus compañeras de gremio Julieta y Araceli también han pasado por situaciones similares: "Teníamos que estar constantemente demostrando nuestra valía, solo por el hecho de ser mujer".
Sara llegó a este oficio porque es una apasionada de las alturas. Se dedicaba al montaje de escenarios. Pero cuando llegó el COVID, "se acabó el trabajo en el sector. Entonces miré para ver cómo podía seguir aprendiendo sobre el tema de los andamios.
Y empecé a buscar en Barcelona y en Madrid porque era donde había más demanda", cuenta la profesional. Reconoce que le costó encontrar empleo. "En las empresas me decían que no querían incorporar chicas al equipo porque solían causar problemas". Después, la contrataron en la compañía en la que ha estado durante tres años.
"No me lo pusieron fácil. He sufrido menosprecios y sentía que en cualquier momento estaba en el punto de mira. Estaban al acecho. Cuando entré a trabajar mis compañeros apostaron para ver cuánto duraba en la empresa". Como veían que resistía y que era una persona valiosa para el trabajo, intentaron hacerle la vida imposible.
Araceli lleva 23 años en el sector. Es técnico vertical en Servialt (Barcelona) una empresa encargada del mantenimiento de edificios, rehabilitación de fachadas y limpieza de cristales. Empezó a trabajar con veintiséis, gracias a su pasión por la escalada. "Al principio no me cogían. Pero yo insistí y un encargado más abierto de mente me dio la oportunidad de probar en este oficio. Me gustó tanto, que sigo a día de hoy", cuenta.
"El cliente prefiere un hombre para realizar estos trabajos. Cuando llegamos a la obra nos miran raro". Exigencia y constancia son dos palabras que tiene grabadas a fuego Julieta, especialista en trabajos verticales de reparación de fachadas y mantenimiento. Al igual que sus compañeras, siente las miradas detrás de su espalda. Miran con lupa cada uno de sus movimientos. No se permite fallar. "Están con las expectativas muy altas. No te puedes relajar de la misma manera que si fueses un chico".
La construcción es un sector que demanda mano de obra cualificada desde hace años. Gracias a las campañas para fomentar la inclusión de la mujer en este ámbito, el número de trabajadoras ha aumentado con respecto a 2016. Sin embargo, aún son un grupo muy reducido. Representan el 11,1% de los empleos y solo el 4,8% están a pie de obra, según ha dado a conocer el Observatorio Industrial de la Construcción.
Sergio Estela, secretario del Sector de la Construcción de UGT FICA, explica que hay un total de 157.000 empleadas. "Eso significa que dentro del 1.400.000 de trabajadores que hay en este sector, la figura de la mujer representaría solo 0,53% de los empleos a pie de obra. El profesional añade que estos problemas de inclusión dependen de un sesgo cultural. "Todavía cuesta que una mujer entre a trabajar a una obra", dice.
Desconfianza del cliente
La mayor parte de las mujeres del sector trabajan en grandes y medianas empresas. En negocios más pequeños es "más difícil entrar por la mentalidad de los jefes y clientes", comenta Estela. En el estudio que hizo el Observatorio Industrial de la Construcción, se apreció que la incorporación de la mujer en trabajos de mantenimiento y rehabilitación generaba la desconfianza del cliente. Se veían señaladas por el prejuicio de que ellas no contaban con las mismas capacidades para realizar estos trabajos tan bien como un hombre.
"Algunos clientes se sorprenden con que una mujer pueda hacer las tareas al igual que un hombre. Voy por la calle con el mono de obra y me miran. Te ven subiendo y bajando el material y te preguntan que si tú también te cuelgas". En las dos décadas que lleva trabajando en la construcción, Araceli cuenta que estos episodios son muy frecuentes en su jornada laboral.
"Cuando llegaba a las obras, los trabajadores que había a mi alrededor me miraban por encima del hombro. No te tomaban en serio". Sara relata cómo era su día a día con el resto de trabajadores. Los compañeros se comparaban con ella. La ponían a prueba. "A mí, me gustaba que me mirarán así. Porque yo sabía lo que podía dar. Después, venían muchos jefes de obra a darme la enhorabuena. Eso era lo que me motivaba a seguir".
Las tres profesionales coinciden en la misma idea. Las mujeres están infravaloradas en este sector. "Si una chica nueva se equivoca, dicen que ha fallado porque es una mujer. Pero en el caso de que sea un hombre, tienen más paciencia con él porque se acaba de incorporar. Tienen más margen de error", afirma Julieta.
Igualmente, para Araceli y Julieta el trabajo ha sido más llevadero porque sus compañeros les han cuidado y respetado en todo momento. Sara no ha tenido tanta suerte. Sin embargo, reconoce que a pesar de los menosprecios también ha habido hombres que la han felicitado por su trabajo.
Para ellas es difícil acceder a este tipo de empleos. Si no tienes algún conocido en una empresa es difícil entrar. "Si quieres trabajar en un puesto que tradicionalmente siempre ha sido masculino, al principio tienes que estar demostrando constantemente tu valía. Como lo tenemos tan difícil, queremos estar muy bien preparadas para que nos contraten", añade Sara.
El miembro de UGT, Sergio Estela, explica que hay planes impuestos por la Secretaría de la Mujer que intentan contratar a igualdad de condiciones. En las grandes empresas ya se están imponiendo de manera regulada. Desde la Fundación Laboral de la Construcción asesoran a los negocios para dar visibilidad a la inclusión. También, ofrecen cursos de recapacitación laboral para que la gente que ya está en el sector se forme más.
"Se intenta dar visibilidad porque evidentemente la mujer lo puede hacer igual que un hombre. Por eso, desde la Fundación hacemos talleres e impulsamos proyectos para la captación de nuevas trabajadoras. Queremos que estas desarrollen una carrera profesional en la construcción", explica Estela.
Mujer: detallista y organizada
Hay mujeres que deciden romper con los estereotipos de género y abrirse un hueco en este sector. Son mujeres que aman sus oficios y deciden formarse para entrar en el complicado mundo laboral de la construcción. "Hay estadísticas que demuestran que están más formadas profesionalmente que muchos hombres que trabajan en la obra", afirma Sergio Estela miembro de UGT FICA.
Para Julieta, "si estás en un trabajo que es difícil acceder es porque realmente te gusta. Por eso, nos vemos en la necesidad de formarnos para poder aprender más del oficio y tener la oportunidad de entrar a una empresa".
Hay características diferenciadoras como el detalle y la precaución con la que hacen las labores. Hace dos años, se llevó a cabo un proyecto en Cuenca para fomentar el trabajo de la mujer en el montaje de baños. "El formador me dijo que las mujeres eran más profesionales y organizadas", explica el profesional.
Araceli también se suma a esta opinión: "Aunque tengamos menos fuerza física, somos más ágiles y cabemos por sitios que no entran los hombres. Desarrollamos otras habilidades para hacer el mismo trabajo".
El sector de la construcción es uno de los motores de la economía española porque emplea a más de 1,3 millones de personas. Es de los gremios con más salidas laborales. Sin embargo, actualmente necesita personal cualificado. Las mujeres se han ido introduciendo en este sector poco a poco. La mayoría de contrataciones son estables porque ofrecen jornadas a tiempo completo. Es una forma de buscar una salida laboral en un sector que necesita inmediatamente una incorporación de mano de obra.
Igualmente, aún queda mucho por hacer. Por eso, desde la Fundación Laboral y UGT están trabajando en ello. Han creado campañas para fomentar el trabajo, tomando como ejemplo los testimonios de varias mujeres. "Cualquiera que se lo proponga puede hacerlo", termina Sergio.
Victoria Villafranca, autora del reportaje, es alumna de la primera promoción 2023-2024 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC.