"Priscilla es un mito, una mujer icónica, con una vida memorable", afirmaba Sofia Coppola bajo un parasol en la Mostra de Venecia con el estreno mundial de Priscilla aún fresco.
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Contar la historia de quien fuera la esposa de Elvis Presley no parecía una tarea fácil. Había mucho en juego, por una parte el respeto hacia el testimonio de Priscilla, la envergadura de la historia en sí, y por otro, relatarla desde el punto de vista de una mujer que amó profundamente al rey del Rock and Roll.
Priscilla no es una biopic de catálogo. Si bien pone el foco en Priscilla Presley (un trabajo asombroso de Cailee Spaeny), la oscarizada directora explora la vida de una adolescente que prácticamente alcanzó la adultez encandilada con los rayos abrasadores de la gran estrella que ya era Elvis a finales de los años 50 cuando se conocieron.
Para ello Sofia se basó en el libro de Priscilla Presley, Elvis & Me, publicado originalmente en 1985 y reeditado recientemente, incluyendo además muchas otras situaciones y detalles revelados directamente por Priscilla y que no figuran en el libro mencionado.
"Todo, absolutamente todo está en el libro, no me inventé nada", aseguraba Coppola en Venecia, "por eso quería que el relato fuera sólo a través de sus ojos, se trata de una historia única e inusual de la que además desconocía muchos aspectos como que Priscilla iba a la secundaria cuando empezó a vivir en Graceland". En esta película íntima y la vez perturbadora no se puede obviar que Elvis no sale tan bien parado.
"No fue por sexo"
A los 14 años Priscilla conoció a Presley, cuando ella se llamaba Beaulieu, el apellido de su padrastro, un oficial de la Fuerza Aérea estadounidense. Vivía con su familia en una base militar en el sur de Alemania, después de mantener una relación a distancia con Elvis, con el consentimiento de sus padres, una decisión que no les fue fácil, se fue a Graceland para vivir con el cantante.
De cómo una adolescente bastante tímida entró en la vida de la celebridad, la misma Priscilla Presley lo recordaba en la Mostra de Venecia. "Elvis me abrió su corazón, me habló de sus miedos, de sus anhelos, del dolor de la pérdida de su madre, algo que nunca superó. Yo lo escuché, lo consolé, ese fue el inicio de nuestra conexión a pesar de que yo tenía 14 años", relató emocionada en el encuentro con la prensa internacional.
Cailee Spaeny, quien interpreta a Priscilla desde la adolescencia hasta los 28 años, reflexiona sobre la conexión que se produjo entre aquella chica taciturna y la celebridad.
"Priscilla era una adolescente con un alma vieja, poseía una comprensión genuina de la soledad", comentaba en la cita cinematográfica en Venecia unos días antes de ganar la Copa Volpi por esta interpretación.
Relata que en las conversaciones que mantuvo con Priscilla "una de las primeras cosas bastante surrealista que me dijo fue que el amor siempre estuvo presente y que quería estar segura de que yo lo percibiera así a la hora de interpretarla".
En la rueda de prensa en la Mostra de Venecia, Priscilla Presley, quien además es una de las productoras de la película, estaba sentada en primera fila en los puestos reservados para el equipo de la cinta. No estaba programado que tomara la palabra, pero una pregunta bastó para tomar el micrófono y de paso aclarar aquella conexión con Elvis.
"No fue por sexo", dijo con rotundidad, agregando que nunca tuvieron relaciones sexuales cuando ella era menor de edad. Esta revelación forma parte de la historia de Priscilla, de cuyo resultado se muestra satisfecha, orgullosa y emocionada. "Es muy difícil ver una película sobre ti, sobre tu vida, sobre tu amor", afirmó con la voz quebrada.
Elvis, un mito desmontado
Tal como se relata en el filme, en Graceland Priscilla se convirtió en una chica aislada, solitaria, anulada, recluida en esa fastuosa mansión que asemeja a una cajita de música donde ella no hacía más que girar en torno a Elvis.
Según plasma Coppola en su película, Elvis - la mayoría del tiempo ausente y siempre rodeado de un cortejo compuesto de amigos, familiares y empleados - controlaba todo lo concerniente a ella, incluso decidía desde el maquillaje hasta los vestidos que llevaría Priscilla, daba igual la ocasión.
"Traté de abordar la relación con sensibilidad, evitando a toda costa hacer juicios, y jamás quise retratar a Elvis (interpretado por Jacob Elordi) como un villano, ¡eso hubiera sido patético!", declara la también directora de Lost in Translation, "definitivamente sentí compasión hacia él, porque en plena fama estaba luchando contra muchas cosas y lidiando con frustraciones".
El encantamiento de Priscilla se prolongó hasta 1973, cuando a sus 28 años y ya convertida en madre de Lisa-Marie (fallecida en enero de 2023), decidió abandonar Graceland y luego divorciarse del rey del Rock and Roll.
La misma Priscilla Presley aclaró en Venecia que su partida no fue debido a la ausencia de amor, al contrario. "Su estilo de me hizo cuesta arriba y creo que cualquier mujer puede entenderlo", afirmaba recordando que hasta su muerte estuvo muy unida a él.
Con los ojos y conocimientos de una joven mujer del siglo XXI, Cailee Spaeny recuerda que "aquel era un tiempo en el que se suponía que las mujeres lograban una plenitud sólo a través del hombre, en ese sentido era importante contar su historia desde el principio hasta la separación, sus vivencias, los hitos que marcan un antes y después; estoy segura de que podemos identificarnos con muchos aspectos de su vida, incluso ahora que vivimos otra época".
Ante la pregunta de si Priscilla se puede considerar una película feminista, Sofia Coppola contestaba afirmativamente sin titubear.
"Trata de una mujer que encuentra su identidad y que al hallarla se marcha de un entorno en cuyo centro estaba un hombre o un mundo entero que giraba sólo al alrededor de él", sostenía con vehemencia la directora, "Priscilla logra encontrarse a sí misma, por lo que es una historia de una mujer fuerte que lucha por forjarse y fortalecer su propia autonomía".