ARGADINI: “Hay que ir cambiando la mentalidad cuando se habla de 'inclusión'. Somos parte de la sociedad”
La Asociación Argadini para personas con discapacidad intelectual es uno de los 8 proyectos sociales seleccionados por la campaña solidaria “ByBy” de Pedro del Hierro.
5 marzo, 2024 01:52Los beneficios de la campaña solidaria de Pedro del Hierro “ByBy” se destinarán a uno de los 8 proyectos sociales de microemprendimiento femenino seleccionados. La Asociación Argadini es uno de ellos.
Cuando Rebeca Barrón inició el proyecto Argadini, en 1998, ni siquiera existía la inserción laboral para personas con discapacidad intelectual. Venía de hacer un voluntariado y supo entonces que quería dedicarse a ayudar a estas personas.
Como procedía del ámbito de la literatura y el arte, ideó un programa de educación emocional a través de la creatividad.
“Empecé a dar las clases en los museos y las bibliotecas a personas con discapacidad. Teníamos que ir un día y a una hora determinados, si no nos echaban… Incluso las familias nos preguntaban al principio, ¿pero cómo va a estar mi hijo en un museo o en una biblioteca?”, cuenta a Magas.
Desde entonces, han cambiado muchas cosas. Ahora, también dan clase en la calle y tienen cafés literarios “porque las emociones —explica— se aprenden fuera. La frustración, el miedo, la rabia de, por ejemplo, llegar tarde al autobús… eso es vivir.”
“Además, ellos se integran en la sociedad y esta nos ve. Hay que ir cambiando la mentalidad cuando dicen “inclusión”. No tienen que incluirnos, existimos, somos parte de la sociedad.”
Esta entrevista es peculiar. Nuestra editora, Cruz Sánchez de Lara, ha invitado a la Asociación Argadini a la redacción de Magas. La sala de juntas está preparada para una reunión importante con desayuno incluido.
En la pared, enmarcados, todos los artículos de la Constitución escritos a mano por distintas personalidades. Al llegar, descubro con estupor que hay 14 cubiertos. ¿Cómo entrevistar a tantas personas a la vez?
De los 80 alumnos de Argadini, hoy nos acompañan Cloe, Paula, Consuelo, Lara, Ángel, Daniel, Alejandro, Jorge y Óscar. Junto a ellos, dos mujeres que destacan por su entrega y entusiasmo. Rebeca, la fundadora, y Paula, la profesora.
Ambas están volcadas en darles voz. Quieren que la sociedad los conozca y les abra las puertas. Es lo que también pretende esta crónica. Hablar con ellos es una lección de calidez y capacidad de superación.
“Tenemos mucha suerte de conoceros”- Cruz Sánchez de Lara como maestra de ceremonias les da la bienvenida. Están felices por el recibimiento. Tras el revuelo propio, al hacer una foto de grupo, a la llamada de “¡A desayunar!”, pasamos a la Sala de Juntas.
Jorge está “emocionado, no, lo siguiente”. Es el primero en presentarse. Hace un máster en Restauración y, además, se enorgullece de trabajar en la Fundación Masaveu Paterson: “Ayer lloré de emoción. Es que ¡ole…!” También quiere decir que ha estado recientemente con “las majestades de España. Don Felipe era (gesto de altísimo)… En el evento de los 25 años de La Razón.”
Al mismo evento asistieron Cruz, Consuelo y Estefanía. Las dos últimas como azafatas. “Siempre hay que hablar de usted” dice Consuelo y decir “Buenos días, dejad pasar” añade Estefanía. Consuelo siempre sonríe. Tiene 7 hermanos. Cursa Fotografía y Escritura en Argadini. Hace muy buenas fotografías, de paisajes, en el parque, a la familia y amigos.
Óscar ha pedido la palabra. Tiene un tono bondadoso, casi angelical. Es de los veteranos de Argadini. Tiene 47 años y lleva 17 con la Asociación. Antes estuvo en la Asociación Síndrome de Down. Argadini ha sido para él “lo mejor, un apoyo y un empujón.” También le ha servido para conocer cosas nuevas. Ha hecho talleres de Escritores, Pintura, Teatro, Preparación para el Empleo y este año ha empezado uno de Fotografía.
“Oscar es un ejemplo de cómo ha ido superándose - destaca Rebeca- con admiración y enorme cariño tras tantos años en la Asociación. Es muy modesto. También ha trabajado en Masaveu, ha hecho de guía en el centro Botín de Santander a puerta cerrada y en el Museo Sorolla, y ha impartido talleres para niños. Ahora ya no trabaja porque nos hacemos mayores, pero ha trabajado muchísimo.”
Sin embargo, a Óscar le gustaría que en museos y bibliotecas les pusieran más facilidades para trabajar y no les cerraran las puertas a los que quieran seguir haciéndolo. También ha aprendido a escribir poesías y “lo que es más importante”, tiene su “propio libro.”
Los alumnos de Argadini son tertulianos oficiales del Café Gijón y tienen un libro con los resúmenes enmarcados en el Café junto al de muchos escritores. Dos veces al año invitan a autores. También realizan talleres en las Bibliotecas de la Vaguada y Eugenio Trías en el Retiro. Óscar y otros alumnos han firmado en la Feria del Libro.
Cuando fundó Argadini, Rebeca era consciente de que todos tenemos la capacidad de aprender, “pero faltaba encontrar la forma de enseñar y alimentar la curiosidad de las personas con discapacidad intelectual.” Por eso quiso que Argadini tuviera un programa de acceso a la cultura individualizado. “Cada persona es un mundo y tiene su manera de aprender”, explica emocionándose.
De ese diálogo con sus alumnos, surgió la idea de crear el grado de Técnico Profesional de Auxiliar de Cultura. Fue el día en que un alumno dijo que quería trabajar en el museo que estaban visitando. La Universidad de Salamanca dio el paso y les abrió las puertas.
23 años tiene ahora Dani. Primero estuvo en la Asociación Asperger de Madrid. Luego pasó por otras, hasta que con 21 entró en Argadini, donde va sacando su “espíritu cultural.” Trabaja en la Galería de las Colecciones Reales. Con precisión cuenta que se inscribió “en la oferta de empleo, en agosto. Me llamaron. Tuve la entrevista el 14 de agosto y el 18 empecé. De lunes a domingo, de 3 a 20.30. Así, lo que estudio en Argadini lo compagino con la Galería. Tengo un contrato temporal. Hasta febrero del año que viene. A ver qué pasa…”.
Su trabajo le hace muy feliz, pero está preocupado por si no se lo renuevan. En Colecciones Reales vigila las salas. Lo que más le gusta es el coche de Franco, que es un Rolls Royce, y el testamento de Felipe II.
Cloe se expresa con una propiedad que más quisieran muchos. Dice que se llama Cloe, sin “h” intercalada: “es que hay gente que pone la versión francesa o británica. Y no. Este es el original griego. Voy por el segundo curso de Argadini y estoy muy contenta. Es un reto porque tengo que lidiar con compañeros un poco… peculiares como yo. Pone a límite mi paciencia, a veces.”
También Cloe ha entrado en la bolsa de empleo. Lleva tres eventos como azafata de la Fundación ONCE y en el último le han pagado. “Fue una experiencia, aunque al salir de ahí llovía a cántaros. Me fastidió un poco porque estaba con ropa de uniforme”. De momento, ha guardado el sueldo.
Ángel tiene 22 años y lleva 2 en Argadini “como Cloe —puntualiza—. De hecho, estuve con ella en el evento del jueves pasado, que era sobre la salud mental. Me lo pasé muy bien. Las charlas estuvieron muy interesantes. A veces me frustro. Soy muy perfeccionista.” A la pregunta de Cruz de cómo andan de autoestima, contesta con complicidad: “Bueno… Mitad, mitad, puedo tener más. Poco a poco. Es una mejora.”
“Cada mañana —añade Bárbara— tienen que demostrar que valen. Las personas no los conocen y no suelen darles oportunidades, pero valen muchísimo. Si hasta a nosotros nos cuesta… Desde Argadini se reclama ese reconocimiento. Aquí están estudiando y trabajando.”
Muchos de ellos han sufrido bullying. Cuentan que sus principales miedos son al rechazo y al acoso. Estefanía aprendió kárate para saber defenderse. Cloe tiene miedo de parecer una inútil por no enterarse bien de las cosas. Jorge, a que se muera un familiar. Ángel padece aracnofobia. Alejandro teme equivocarse, tiene un poco de claustrofobia y miedo de ser pobre.
Lara se disculpa porque es muy tímida. Tiene 23 años, “camino de 24.” En Argadini estudia el segundo año de Auxiliar de Cultura. Son tres y especialización. Está encantada. Le ha cambiado la vida. “Los compañeros, los estudios, estoy más a gusto conmigo misma… Me encanta pintar, dibujar. En un futuro me veo en un museo trabajando.”
Todos agradecen sinceramente el apoyo y el amor que les dan sus familias. La abuela de Alejandro le enseñó, entre otras muchas cosas, a leer. Como le gusta mucho la historia y la política de empleo, Cruz, en vez de regalarle como a los demás su último libro, le entrega la biografía de nuestro director, que es “historia reciente”. Lo recibe feliz.
Alejandro tiene 25 años. Ha viajado y visitado muchos países: Jordania, Marruecos, Inglaterra, Holanda, Italia Francia…: “Al viajar aprendes a valorar la cultura del país. Hablo francés, inglés, un poco de árabe, catalán, una mica. Lo importante en la vida es conseguir logros.”
En cuanto a las cosas que le gustan, dice Alejandro que “no hay que hacerse ilusiones, pero hay que valorar las cosas que tienes. Siempre adelante. En Arte me siento más creativo, me motiva dibujar, aunque falle… No que falle, sino que me salga mal. Puedo salir adelante.”
“Es muy importante que te hayas corregido a ti mismo al decir falle”, señala Cruz. Está aprendiendo mucho de ellos. “Una de las reglas de Argadini es que las palabras no puedo o imposible están prohibidas-explica Rebeca. - Estamos aprendiendo y vamos rectificando. Al final queda en la memoria.”
Cruz, que va a adoptar la norma de Argadini en la redacción, cambia de tercio y les pregunta si tienen novios y novias. Dicen entre risas que algunos sí y otros no. Pero no dentro de Argadini. Paula, la profesora, asegura que si salieran ella y Rebeca de la sala contarían mucho más. Quiere destacar el gran compañerismo que hay entre todos, cómo se ayudan, se apoyan y se cuidan: “Argadini es muy atípica, es un centro de cultura y formación. Vienen de todos lados. Al principio les cuesta, como dice Cloe, pero luego hacen grupos y salen.”
Tras dos horas de conversación, risas y lloros, se levanta la sesión, no sin ante contarnos que sus grandes satisfacciones, además de tener el apoyo de la familia, son valerse por sí mismos y trabajar.
“Ha sido un privilegio y un honor conoceros. Me habéis enseñado que la palabra imposible no existe”, concluye la anfitriona Cruz Sánchez de Lara. Espera que Argadini visite la redacción de Magas, al menos, una vez al año. Y como han recibido una suscripción gratuita de El Español, los anima a aprovechar las promociones de la zona Ñ: “Luego lo subís a las redes y nos vamos haciendo una familia cada vez más grande.”