Las mujeres salmón (Debate, 2024) trata sobre el deporte y sus pioneras para hablar, sobre todo, de ti. O de tu madre, tu abuela o tu hermana. Un libro que te cuenta todas esas cosas que tú quieres que nunca olvide tu hija. Por que es su legado. Porque ella es más libre, un poco por ellas. Por todas las anteriores y su lucha. Por todas las anteriores y su legado.
A veces grita en el alma y quema los dedos. Pero sigues leyendo. Por ellas eres tú, porque por ti, serán las siguientes. La cadena ya es larga y no debe romperse. Cada eslabón cuenta. Cada puntapié al techo. Porque aquí el deporte en realidad es lo de menos, aunque sea lo de más. Este libro habla de las pioneras en el deporte que nos han hecho más libres a todas.
¿Quién fue Lilí Álvarez?
¿Quién fue Manolo Santana? Responden multitud de manos en alto: tenis, primeras televisiones, blanco y negro. ¿Y Ángel Nieto? Lo mismo pero subido a una moto. ¿Lilí Álvarez? Aquí hay más silencio.
Muchas miradas con interrogantes y con hombros alzados. El siglo XXI pronto ha olvidado quien fue la primera mujer española en unos Juegos Olímpicos, esos de hace cien años, París 1924, quien sembró la minifalda en el tenis, en sus finales de Wimbledon.
Qué pronto se olvidan, ¿verdad? Qué poco duran los triunfos de las mujeres. Pronto sepultados por el día siguiente, por otros, pronto llenos de arrugas y polvo. Atados a esos verbos atados al género como el rosa. Obedecer. Parecer. Fregar. Barrer. Y callar. Acatar. Y bajarse la falda. Mientras se ponen de porteras en un partidillo con chicos.
Un Alexia, un Aitana o un Jenni
O ponían. Porque hay cosas que han cambiado y este libro también lo cuenta. Que los logros de unas se van sumando a los de otras, y hoy en día, las niñas ya saben, por ejemplo, que pueden ponerse a la espalda de una camiseta de fútbol un Alexia, un Aitana, un Jenni.
Hasta hace muy poco ellas ‘ni existían’, aunque claro que lo hicieran, como Amaya (Valdemoro), Miriam (Blasco), Carolina (Marín), Mireia (Belmonte), Conchita (Martínez), Olga (Viza), Blanca (Fernández Ochoa). Pregúntale a algún adolescente que tengas cerca. ¿A cuántas de ellas conoce? Eso busca este libro. Que nunca vuelvan a olvidarse.
Lo he escrito con el Voces de Chernobil de la Nobel de Literatura Svetlana Alexievich en la cabeza. Ese crisol de voces e historias que te queman cuando te acercas a ellas de una en una y, cuando te alejas, te dan una visión global de un momento, en este caso un movimiento, el de la mujer frente a los techos y muros definidos por su género, parece, como el rosa.
Te vas a emocionar, te vas a enfadar, vas a leer de poco en poco, de forma seguida o salteada, vas darles las gracias, vas a buscar con la mirada a tu hija, a tu madre, pensando en el que “fueron” y el “serán”.
Tú vas caminando un día por la Fnac. O la Casa del libro, un scroll en Tik tok o Instagram, lo mismo da. Entonces lo ves, en medio del griterío de las novedades que se ofrecen en sus títulos en letras mayúsculas y neones pintados. Las mujeres salmón.
Das otro paso, vuelves atrás. Es ese título. ¿Qué significa? Coges el libro. Blanca Fernández Ochoa y Carolina Marín te saludan en su portada, de cerca. Entonces lees el subtítulo y asientes, de manera inconsciente. Ese a 'contracorriente' que lo engloba y explica todo.
A ellas, al deporte, a la historia de España y a ti, aunque seas hombre, porque tú ahí también estás. A través de las mujeres que te precedieron o seguirán, las mujeres que te cuentan.