"A partir de una cierta cifra, las personas descarrilan". Estas palabras de Liliane Bettencourt sirvieron de título para una entrevista aparecida en la revista francesa L’Égoïste en 1987, sin saber que las mismas encerraban una suerte de trágico augurio. Para aquel entonces la heredera de L’Oréal era la mujer más rica del mundo, con una fortuna valorada oficialmente en 30 mil millones de euros.

Las fotos que ilustran la citada entrevista las haría François-Marie Banier, un tipo estridente, bocazas y fascinante que se convertiría en el mejor amigo de Liliane, pero también en una de las chispas que haría estallar un revuelo que tambaleó a la multi millonaria familia y a la mismísima élite política de Francia.

El caso Bettencourt: El escándalo de la mujer más rica del mundo (Netflix) recoge en tres episodios trepidantes los retorcidos entresijos de hechos y artimañas que sucedieron y tramaron a lo largo de varios años. Si no hubiera sido todo verdad, lo más probable es que no se pudiese creer. Y goza de credibilidad principalmente gracias a que, viendo la tormenta que se avecinaba en el seno de esa familia, el mayordomo Pascal Bonnefoy grabó durante un año conversaciones mantenidas entre madame Bettencourt y sus empleados y visitantes.

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El relato reúne pues lo mejor de una tragedia griega, lo peor de un culebrón latinoamericano de los 80, lo más intrigante de un thriller, así como lo más detestable de la condición humana.

Una madre, una hija

A pesar de todos lo implicados, esta historia se trata básicamente del desencuentro entre una madre y su hija.

Françoise Bettencourt Meyers es la hija única de Liliane y André Bettencourt, y actualmente es la mujer más rica del mundo (ocupa el 13° puesto del ranking de Bloomberg de las personas más acaudaladas a nivel mundial), cuya fortuna superó el pasado diciembre los 93 mil millones de euros.

Los pocos allegados describen a Françoise como una mujer bastante tímida y reservada que nunca se sintió a gusto en las suntuosas celebraciones de sus padres, ni entre el jet set. Siendo más dada a los libros – de hecho es escritora – y al piano (una afición heredada de su abuela materna) que a los negocios.

Para Tom Sancton, autor de The Bettencourt Affair: The World’s Richest Woman and the Scandal That Rocked Paris (publicado en 2017), entre madre e hija existía un problema de afecto.

Liliane Bettencourt

Para Liliane Françoise era "una especie de decepción", afirma Sancton en la mini serie El caso Bettencourt, ya que "no era lo bastante radiante, dinámica, ambiciosa y curiosa, más bien la consideraba torpe y lenta".

De hecho en una de las grabaciones se escucha a Liliane lamentarse de que su hija sea la heredera de L’Oréal. "¿Hay algo que podamos hacer para evitarlo? Me molesta una barbaridad", le dice Liliane a su interlocutor, Patrice de Maistre, el gestor de su fortuna.

Por su parte Liliane, que había quedado huérfana de madre a los cinco años y fue criada por la segunda mujer de su padre, a la que poco se refirió a lo largo de su vida, era una mujer mundana, con habilidades empresariales, muy apegada a su progenitor y con una deficiencia auditiva que se agravaba con el tiempo.

Comenzó como aprendiz y luego también como modelo en la empresa fundada por su padre Eugène Schueller, que había hecho fortuna al crear un novedoso tinte para el pelo. En 1957 Liliane heredó L’Oréal y bajo su batuta amplió la empresa añadiendo otras líneas de cosméticos.

"Era una mujer encantadora, que rara vez había tenido la oportunidad de expresar ese encanto", asegura en la serie su abogado Georges Kiejman, que también conoció a André Bettencourt, quien fuera el esposo de la millonaria heredera durante cinco décadas. "Tras ser hija de su padre fue esposa de su marido, entonces ¿en qué momento pudo determinar por sí misma cómo debía ser su vida?", se pregunta Kiejman.

Las millonarias 'donaciones'

Los últimos años de Liliane Bettencourt transcurrieron bajo la tutela de Françoise y de sus dos nietos. En 2017, a los 95 años, con sus recuerdos y facultades borradas a causa del Alzheimer, Liliane murió en su mansión de Neuilly, al norte de París. Para esa fecha ya no tenía el mismo personal de servicio, ni el mismo enfermero ni el mismo médico. Sólo el entorno físico permanecía intacto.

Todo esto tenía una razón. Hacía 10 años que Françoise había ganado un largo proceso judicial a través del cual prácticamente puso a salvo el patrimonio de su madre que también sería el suyo. El desencadenante fue el nexo entre la heredera de L’Oréal y François-Marie Banier, o más bien los beneficios que cada vez más el fotógrafo chupaba y devengaba de esa amistad.

'Regalos' en forma de costosos viajes, por ejemplo, o 'donaciones' de valiosas obras de arte y fuertes cantidades de dinero. Entre 1997 y 2007 estas llamadas 'donaciones' ascendían a 917 millones de euros.

Liliane Bettencourt

Periodistas, autores de libros, antiguas amistades y exempleados de la dueña de L’Oréal coinciden en El caso Bettencourt que Banier llegó a la vida de Liliane como un remolino que puso patas arriba su aburrida rutina de mujer de alta sociedad. Con episodios de depresiones, el drama de la soledad y del aburrimiento se acentuaban ya en sus bien entrados 60, ya que con su marido (el bastante grisaseo ex ministro André Bettencourt) mantenía una relación "particular", y con su hija un trato correcto, más bien distante.

Como "un soplo de aire fresco", describe Sancton a Banier, un hombre abiertamente gay que además de divertirla y distraerla, la introdujo en los círculos de artistas y celebridades, el habitual patio de juegos del fotógrafo que mantiene hasta la actualidad. Para más señas François-Marie es el padrino de Lily-Rose Depp, la hija de Jonhny Depp y Vanesa Paradis.

Precisamente Sancton narra más profusamente en su libro el momento en el que Françoise le hace la cruz a Banier, un acontecimiento que no se narra en la serie. Sucedió durante una cena en la suntuosa casona en Arcouest, Banier trajo a colación un artículo que su padre había publicado en un medio colaboracionista nazi, una polémica que le llevaría a renunciar a la vicepresidencia del grupo L’Oréal y la presidencia del holding Gesparal en 1995.

Françoise casada con un descendiente de rabino y que estaba educando a sus hijos en el judaísmo, llevaba razón al ofenderse, sin embargo algo más había detrás de su creciente repulsión hacia Banier.

Una fortuna que enloquece

En El caso Bettencourt: El escándalo de la mujer más rica del mundo la periodista Raphaëlle Bacqué, que en su momento cubrió la historia del caso Bettencourt para Le Monde y que ha sido una de las pocas que logró entrevistar a Françoise Bettencourt Meyer, es certera al describir el efecto de Banier, convertido en "indispensable porque distrae a Liliane"; que era además una persona que despierta su interés, afecto y fascinación, "algo que su hija nunca tuvo".

Tom Sancton va más allá, afirmando que Liliane vio en Banier mucho de su padre, "el lado artista, creador, ambicioso que ella no encontraba ni en su marido ni en su hija". De hecho, en uno de los tantos faxes que se enviaban a diario, ésta le escribe al fotógrafo: "tienes un lado alocado, igual que mi padre".

Banier se convirtió pues en un rival para Françoise. Quizás uno de los tantos momentos de El caso Bettencourt que causa estupor en los espectadores es cuando en noviembre de 2007, apenas transcurridas unas horas del funeral de André Bettencourt, François-Marie Banier cruza los límites al decirle a la triste y confundida Liliane que le adopte. "Seré el hijo que nunca tuviste", le insta el fotógrafo.

Esto llegó a oídos de Françoise, lo cual originó la denuncia contra Banier por sacar provecho del estado de debilidad de Liliane.

En la serie se reitera que a partir del 2006, cuando la salud mental de Liliane empezó a deteriorarse, se incrementaron las 'donaciones' a François-Marie Banier, y hasta ella llegó a nombrarlo único heredero en su testamento, además de hacerlo beneficiario de un seguro de vida de 262 millones de euros.

"Es insoportable ver que alguien que se hace llamar tu amigo abuse de ti", le justificaba Françoise la denuncia en una carta dirigida a su madre, que vivía a pocos metros. Que la fortuna de los Bettencourt posee el poder de enloquecer a quienes gravitan a su alrededor, cada vez más lucía una afirmación certera.

El testimonio de Claire Thibout, contable de madame Bettencourt durante 14 años, y más aún las grabaciones del mayordomo Bonnefoy, confirmaron no sólo el lucro de Banier, sino también el aprovechamiento y abuso de varias personas del entorno de la anciana. Esto constituía la punta del icerberg, ya que las grabaciones también dejaron al descubierto evasión fiscal, así como un entramado de donaciones monetarias a políticos, incluyendo a Nicolás Sarkosy, para aquel entonces presidente de Francia.

El pleito entre madre e hija decantó en un Watergate francés, en 'Un asunto de Estado', como tituló la revista Le Point. Sin embargo, tal como afirma en la serie la periodista Raphaëlle Bacqué, "Françoise está tan centrada en deshacerse del 'depredador' que no se da cuenta de las dimensiones del escándalo". El terremoto judicial-político-financiero estaba por empezar.

Ocho personas fueron sentenciadas, hubo intentos de suicidios, Sarkozy se libró a pesar de que su nombre se repetía como un reflujo, sin embargo perdió la reelección, algunos implicados fueron intimidados para cambiar sus testimonios, y mientras, el circo mediático tuvo durante un tiempo considerable buena carnaza.

Después de ver El caso Bettencourt: El escándalo de la mujer más rica del mundo, François-Marie Banier, quien tras apelar en 2017, consiguió una rebaja de su condena que incluía cárcel, pago de multa e indemnización millonaria, asegura que va a demandar a la plataforma de streaming. Haciéndole honor a su naturaleza de oportunista, la polémica le viene de perlas, ya que el fotógrafo publica este año un nuevo libro.

Quién sabe si Françoise y Liliane tuvieron el momento de mirarse con sinceridad y aceptarse. Tom Sancton cree que la hija nunca logró que su madre la quisiera a pesar de todos sus esfuerzos. "Y es esta tragedia entre estas dos mujeres, lo que nos conmueve", dice el escritor en el tercer capítulo de la serie, "lo que hace que esta historia sea tan especial".