¿Cómo ayudar? Un terremoto, un huracán, una invasión bélica, una catástrofe producto del cambio climático que ha dejado en la hambruna a miles de personas.
Descubrimos una noticia tras otra entre el azoro, la conmoción y la tristeza; cuánto caos nos rodea y qué impotentes nos sentimos frente a él. La angustia frente al dolor humano a veces nos impide entender que hay mucho que podemos hacer por las y los demás inmediatamente después de un desastre, ya sea natural o provocado por el hombre.
Un chef español nos ha dado una gran lección de cómo convertir la empatía en acción concreta. Su nombre es José Andrés, un asturiano de Mieres que a los 21 años se fue a buscar suerte a Norteamérica. Allá descubrió las cocinas comunitarias y pensó que si la alimentación es un derecho humano, había que repensar cómo defenderlo.
[El chef José Andrés: "Israel atacó a los cooperantes de WCK sistemáticamente, coche por coche"]
Hace 24 años un terremoto devastó Haití y José Andrés habló con su esposa Patricia sobre estrategias para ayudar efectivamente. Ella le dijo que había que lanzarse con un proyecto de largo plazo, enviar latas de comida no bastaría. Entonces José pensó: "Si tienes una emergencia médica, llamas a un médico, si tienes una crisis alimentaria, llamas a un chef".
Así nació World Central Kitchen (WCK), una organización sin fines de lucro con chefs de todo el mundo que viajan inmediatamente a prestar ayuda donde se necesita. Luego de los primeros bombardeos de la invasión de Ucrania, el equipo de chefs y su seguridad viajó a Kiev para montar las cocinas de emergencia y alimentar a miles de personas.
En Europa, Asia, África, América Latina y los Estados Unidos esta organización ha preparado y entregado más de 350 millones de comidas calientes a personas en riesgo. El trabajo es asombroso,
porque este es un modelo de ayuda humanitaria eficaz, rápido, que trata a las víctimas con dignidad e involucra a gente local y de la comunidad internacional.
Nada es casual en esta organización que se toma muy en serio la seguridad de sus equipos y de los alimentos que entregan, desde Siria a Bangladesh, de Brasil, Nuevo Orleans y México hasta Perú. Cada segundo de movimiento es estratégicamente organizado para que funcione adecuadamente la entrega de alimentos preparados localmente, nada se deja al azar en WCK.
Esta semana, un equipo estaba trabajando en Gaza (Palestina), donde ya hace tiempo han alimentado a las víctimas de los ataques bélicos de Israel. El equipo de seguridad de WCK estaba en constante comunicación –como siempre lo hacen los equipos de ayuda humanitaria en zonas de guerra– con las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), avisaron la ruta por la que llevarían los alimentos.
El equipo salía de Deir al-Balah en dos vehículos blindados y un
coche, todos perfectamente marcados como ayuda humanitaria WCK. Allí tenían una bodega con 100 toneladas de alimentos para las víctimas del ataque genocida que ha provocado una hambruna estratégica como parte de la aniquilación del pueblo palestino.
El equipo fue atacado por el ejército israelí con tres misiles hasta pulverizar los tres vehículos de WCK, matando al instante a las siete personas que iban a alimental a miles de gazatíes desplazados. Este ataque fue una respuesta táctica para evitar que los alimentos llegasen a las víctimas que sufren por la hambruna causada por el bloqueo israelí.
Han asesinado a especialistas de Médicos Sin Fronteras para evitar que salven vidas, y ahora han aniquilado a miembros de WCK para evitar que lleven de comer a miles de niñas y niños que mueren de inanición. A pesar de ello, José Andrés y su equipo sigue de pie en todo el mundo, llevando alimentos y exigiendo un alto al fuego allí donde su equipo de valientes viaja a defender los derechos humanos.
Mientras la ciudadanía israelí sale a las calles para reclamar un alto al fuego y la remoción del presidente Netanyahu, miles de activistas judíos rechazan las acciones bélicas genocidas contra el pueblo palestino. Grupo de rabinos, académicas, políticos, estudiantes y exmilitares judíos reconocen esto como un genocidio y se muestran horrorizados ante la inclemencia de Netanyahu.
Mas de 30.000 personas, en su mayoría niñas, niños y mujeres, han sido asesinadas y otros miles están muriendo de hambre y sed a causa de los bloqueos. Quien se pregunta por qué llamar la atención al ataque del equipo de WCK, no entiende que es un claro mensaje político de Netanyahu al mundo: no os dejaremos alimentar al pueblo al que queremos desplazar y aniquilar.
Tener acceso a alimentos y agua es, como sabemos, un Derecho Humano Universal y este ataque ha demostrado que, tal como en su momento Hitler hizo en los campos de concentración, Netanyahu quiere que el pueblo palestino muera de inanición. Esta vez, frente a la mirada del mundo.
Mientras tanto, los políticos declaran su indignación con la mano izquierda y con la derecha autorizan la venta de armas a Israel. El negocio de la guerra y las ganancias gubernamentales por la venta de armas parece estar ganando la batalla por la dignidad humana. Habrá que seguir levantando la voz, no solo contra el resultado de esta aniquilación, sino contra el origen, los motivos y las ganancias económicas que produce una invasión genocida.
Descansen en paz Saifeddin Issam, Lalzawmi, Damian, Jacob, John, James (Jim) y James.