Carmen Arteaga

Carmen Arteaga

Protagonistas

El libro 'Cuando el mundo sea más grande' o cómo conseguir que te enamores de la 'mala' de la historia

21 mayo, 2024 01:45

Nunca me gustó Superman (pido perdón a las fans de Henry Cavill). Entiendo que es un ser que viene de otro planeta, pero criándose en la Tierra algún vicio mundano debería habérsele pegado.

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Todos los mortales tenemos nuestras miserias: baja autoestima, creernos el ombligo del mundo, problemillas con papá, odiar el queso como concepto en general… pero Superman no, porque no gasta en defectos. Es noble hasta el hartazgo y siempre escoge el camino del bien por encima de todo.

Que conste que estoy muy a favor de que siempre salve el mundo, por la parte que toca a la humanidad, pero como personaje se me hace plano, aburrido, soso. Y es que siempre he sufrido una debilidad rara y retorcida por los antihéroes.

Portada de 'Cuando el mundo sea más grande'

Portada de 'Cuando el mundo sea más grande'

Prefiero a Lex Luthor, a Loki (hablando de problemillas con papá), a un Chuck Bass de Gossip Girl y a una reina del mal como Blair Waldorf. Mi droga narrativa son los personajes disfuncionales, un poco rotos, con aristas tan afiladas que cortan. Con posibilidad de cambio también, que abran un camino largo para llegar a la redención, pero sin perder su esencia. Y de esa idea nació Lúa, la protagonista de Cuando el mundo sea más grande.

Cuando te conviertes en un meme

Lúa podría haber cumplido el papel de secundaria molesta en una historia de amor ajena, pero quise darle voz propia. Me tomé como un reto su arco de transformación para conseguir que las lectoras vivan su propio enemies to lovers con ella y terminen por enamorarse de alguien que se autodenomina 'la mala de la historia' en el primer capítulo. Porque sí, mete la pata tan hasta el fondo que clava el tacón en el infierno.

Pertenece a la rama más deshonrosa del periodismo, es la tertuliana peleona de un famosísimo programa de televisión y su misión consiste en romper emocionalmente a los invitados en directo. Esto no es una exageración que obedezca a necesidades narrativas; se ha practicado durante años en televisión. Lo que haga falta por el show y los índices de audiencia.

Y es precisamente este show el detonador de la bomba que es Lúa. Un secreto destapado ante las cámaras hace que su vida privada explote por los aires y marca el inicio de su pesadilla personal, radiografiada al segundo en televisión, redes sociales y revistas. Este es su punto de partida. Como ella bien sintetiza: "Sabes que estás en la mierda cuando te conviertes en un meme".

Presente y pasado, juntos

Lúa huye, es su especialidad cuando las cosas se ponen feas, y en un arrebato decide regresar al lugar donde nació y se crio, un pueblecito costero del norte al que ya no está segura de poder llamar 'casa' y que dejó atrás (para siempre, pensaba) hace siete años.

"Volver aquí ha sido muy mala idea. Porque cuando huyes al mismo lugar del que ya escapaste una vez, no solo te llevas tus problemas contigo, los que dejaste atrás también siguen esperándote".

Lo más difícil de escribir esta novela no fue intentar controlar (inútilmente) a un personaje tan visceral que se pelea hasta con una máquina expendedora. Lo más complicado fue contarla a dos tiempos, entrelazarlos de forma que el pasado fuera un protagonista más en el presente. Solo desarrollar la escaleta para combinarlos me llevó un mes y medio de trabajo.

Cuando combinas humor y drama

Si me haces elegir entre reír y llorar, me quedo con las dos opciones, combinadas al mismo tiempo. Tengo una obsesión particular por conseguir arrancar una risa en el momento más dramático, e incluso inadecuado. Ahí Lúa me ha ayudado mucho con su descaro. Su drama y su capacidad para hacer el ridículo resultan sorprendentemente compatibles. 
 
Aparte de la trama romántica, de la que no hablaré para no caer en el spoiler y arruinarla, hay un tema muy presente en esta novela: la amistad. Me apetecía mucho explorar el 'duelo' que se sufre por esas amigas que vamos dejando por el camino, sin saber muy bien cómo. Cuando se trata de una relación amorosa, el dolor que provoca la pérdida está más que contado, sin embargo, la ausencia de una amistad deja un vacío del que no estamos tan acostumbradas a hablar.

Envidia de tu personaje

No soy ninguna de mis protagonistas, aunque todas tienen una pequeña parte de mí. Lúa quizá sea la que menos. Precisamente las diferencias que nos separan son las que me llevaron a darle pulso, y sí, también a envidiar ciertos aspectos de su carácter. Se mueve por impulsos y eso hace que termine en lugares en los que no quiere estar. Así y todo, me fascina su atrevimiento. Se lanza como una flecha y luego debe cargar con las consecuencias, pero no se deja pendiente ni un "y si hubiera hecho esto, o lo otro" por el camino.

Su abuela Renata, que es bruja y también bastante sabia, dice que es una kamikaze. Aunque en el fondo está orgullosa de su nieta, porque "amó, perdió, y, aun así, volvió a intentarlo". Y está convencida de que cuando llegue al final de su vida y mire atrás, los arrepentimientos le pesarán muy poco. Yo también lo creo.

Si has llegado hasta aquí, solo me queda pedirte que le des una oportunidad a Lúa. Quizá te cueste empatizar con ella al principio o puede que la adores desde el minuto uno (no lo digo yo, sino unas cuantas lectoras), pero si lo que buscas es enamorarte, frustrarte, reír y emocionarte, es tu chica. Añade al cóctel un pueblo costero, un amor prohibido, un misterio que resolver y agita.

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Tengo claro que Lúa no va a salvar el mundo (siempre vamos a confiar en Superman para eso), pero lo hace un poco más entretenido. Y también es importante.