Cuando la editora Ana C. Herreros me propuso escribir este libro, mi síndrome de la impostora dijo que no. Hasta que vi las ilustraciones de Fraules. Me di cuenta de que si yo no escribía ese libro, lo escribiría otra persona y no me lo perdonaría en la vida.
Por si fuera poco, la directora Paula Ortiz se subió rápidamente al barco, haciendo un hermoso prólogo en el que homenajea la vida de esfuerzos, sueños y no pocos sacrificios de estas actrices que crearon personajes icónicos y se convirtieron en parte fundamental de nuestro imaginario cultural colectivo.
Sentía tanta presión que muchas de las actrices que forman parte de mi entorno más cercano no sabían que estaba escribiendo sobre ellas. ¡No sabéis lo difícil que ha sido guardar la sorpresa!
['Energía Vitalista': hacerse un selfie en el precipicio y contarlo en un libro]
¿Cómo enfocarlo? Soy hija del actor Ismael Abellán y de la escritora Ana Rossetti. Crecí en un ambiente en el que se dejaba volar la imaginación al tiempo que se buscaba la excelencia.
Antes de cumplir seis años ya había decidido seguir los pasos de mi padre y empecé a trabajar en televisión, en programas como La cometa blanca y Barrio Sésamo. He acompañado a todos los niños y niñas de mi generación a la hora de la merienda.
Ya entonces me fijaba, analizaba e intentaba imitar a las actrices que veía, muchas de ellas compañeras de reparto de mi padre. Mi admiración por su talento y fascinación por sus vidas fueron mi mayor fuente de aprendizaje.
Primeros referentes
Es por esto que escogimos mujeres nacidas entre 1900 y 1965, puesto que fueron ellas las actrices que estaban en activo cuando yo empezaba en esta profesión y, por lo tanto, mis primeros referentes.
Este momento histórico también es relevante, porque coincide con las reivindicaciones de los actores como sindicato. A muchas de estas actrices les debemos su implicación en las huelgas de artistas de 1975, llegando a ser arrestadas o incluidas en listas negras.
['Donde descansan las flores', una conversación, más allá de la fragilidad, hecha poemario]
Muchas tuvieron que enfrentarse a la desaprobación de sus seres queridos. Otras, sin embargo, venían de sagas de actores. También las hay que no contaban con convertirse en actrices. Y, sin embargo, ahí quedaron sus huellas bien profundas, como si hubieran venido a este mundo solo a eso: a emocionarnos con sus interpretaciones.
Además de su talento, he querido compartir mi fascinación por esos detalles de su vida que convirtieron a estas mujeres en actrices extraordinarias con la esperanza de que, como a mí, os sirvan de inspiración.
Yo me disfrazaba de ellas, copiaba sus gestos y su impronta… desde el temperamento de Lola Flores, hasta la desternillante inocencia de Gracita Morales, pasando por el magnetismo de Bibiana Fernández, o la contención de mi tía: Susi Sánchez. Ensayaba las escenas en casa y me iba enamorando del trabajo que hacían.
Quería ser todas
Rafaela Aparicio, Lola Flores, Amparo Rivelles, Asunción Balaguer, Florinda Chico, Sara Montiel, Gracita Morales, Carmen Sevilla, Chus Lampreave, Emma Penella, Elisa Montés, Terele Pávez, Julieta Serrano, Pilar Bardem, Concha Velasco, Charo López, Geraldine Chaplin, Carmen Maura, Marisa Predes, Pepa Flores, Luisa Gavasa, Ana Belén, Bibiana Fernández, Susi Sánchez, Ángela Molina, Verónica Forqué, Victoria Abril, Blanca Portillo, Emma Suárez y Ana Fernández: Quería ser todas ellas y a su vez, quería ser única, como ellas.
Son treinta maneras diferentes de ver el mundo, la vida y la profesión que nos inspirarán a decidir qué lugar ocupan nuestros sueños entre nuestras prioridades.
¿Qué es ser actriz? ¿Cómo se hace una actriz? ¿Hace falta ser guapa, fea, lista, ingenua, alta, bajita, rubia, morena, intelectual, impulsiva, intensa, casual…? Lo que vamos a ver es que lo que realmente hace falta es que una actriz sienta que ese es su lugar en el mundo y lo defienda con uñas y dientes.
Algunas anécdotas os van a sorprender, a emocionar, a impactar, a sacaros una sonrisita… habrá de todo porque la vida de las actrices es muy intensa, y nada mejor que una teatrera para contarla sacándole todo su jugo.
Porque al igual que ellas yo he vivido la fama y el olvido, la inseguridad y la euforia, el triunfo y el desconcierto, el exceso de trabajo o el paro absoluto… y, a pesar de todo, no lo cambiaría por nada.
La escritura de este libro me ha reconectado con esa niña interior que busca referentes para superarse, como nos pasa a todos, nos dediquemos a lo que nos dediquemos. Por eso este no es un libro solo para amantes del cine, sino para gente que cree en el tesón y la pasión en el trabajo como forma de crecimiento y orgullo personal.
También es muy recomendable para aquellas personas que estéis valorando si de verdad os queréis dedicar al mundo de la interpretación. Creo que después de leer este libro os puede quedar muy claro si lo mejor es salir corriendo o si ya os habéis enamorado sin remedio de esta profesión.