Hace cuatro años Penélope Guerrero (Jerez de la Frontera, 1997), entonces una importante influencer en redes sociales, anunciaba una "etapa brutal en mi vida, un cambio, una evolución que llevaba buscando hace tiempo". Que estaba viviendo una fantasía le decía a sus más de 200.000 seguidores en YouTube.
Quizás sin saberlo Penélope estaba haciéndole honor al apellido de su madre, iniciando una guerra de las buenas, de conquistas tanto personales como artísticas en una profesión a la que dice llegó por rebote, aunque siendo una niña su profesor de teatro en el instituto había descubierto su talento interpretativo.
Que tenía tablas, reproduce las palabras del maestro. Penélope cuenta su historia a Magas en Cannes en la víspera del estreno mundial de Transzimitzvah (escrita y dirigida por el argentino Daniel Burman). Una comedia dramática musical en la que asume el papel protagónico de Mumy Singer, una famosa cantante trans de la música yiddish que años después de darle la espalda a su país y de distanciarse de su familia, retorna a sus orígenes en Buenos Aires.
En una terraza donde huele a jazmín, Penélope recuerda a aquel profesor y el apoyo de su madre y hermana. La adolescente tomaría más bien otro camino, empezaría Comunicación Audiovisual, de la que huyó despavorida.
"Había tenido suficiente con selectividad como para estar aquí memorizando cosas que sinceramente no me iban a aportar nada", se sincera, "luego el sistema educativo tampoco iba mucho con mi forma de pensar". Con su formación en maquillaje "empecé a hacer contenido en redes sociales, hablando sobre mi trayectoria personal, que estoy consciente que ayudó a mucha gente".
Sus contenidos tuvieron una gran repercusión y confiesa que "me dio muchas tablas para sobre todo enfrentarme a la cámara". Enseriarse con la actuación le llegó a través del casting de la serie Veneno (Javier Ambrossi y Javier Calvo, 2020), no quedó; pero la puso en el mapa ya que luego actuaría en Mercado Central, Sky Rojo, Nacho y Vestidas de azul.
Cuatro años después de aquel anuncio por YouTube, a pocas horas del estreno mundial en el Festival de Cannes de la producción argentina-española Transzimitzvah, la actriz que canta, baila y emociona, se puede dar por satisfecha, sin embargo, este es apenas el inicio de una nueva fase, porque Penélope Guerrero es sencillamente imparable.
¿Cómo se prepara un personaje que está muy relacionado con tu propia vida y que además es una diva de la canción yiddish?
Pues con mucha paciencia, con tiempo sobre todo. No solo es cantar, bailar, además me tenía que aprender párrafos y canciones en hebreo y en yiddish. Tenía una coach de yiddish, otra de hebreo, además del coreógrafo y también clases de canto. Todo junto durante dos semanas.
Lo bueno es que tengo muy buen oído tanto para la dicción como para los idiomas. Al final era más un trabajo de escucha, de que los entrenadores me dijesen cómo sonaba, y yo literalmente lo escribía y me lo aprendía como tal para luego poder ejecutarlo cuando me tocaba cantarlo o decirlo como la parashá de la Torá de la última escena, todo eso era de memoria pura y dura, aunque para las canciones tuve en cuenta el background de cada una de ellas.
Tu personaje, Mumy, ha tenido una transición de género en el seno de la comunidad judía en Buenos Aires. ¿Cómo fue entrar en ese proceso en una religión desconocida?
Nunca he tenido mucha conexión con la comunidad judía, por lo que todo este universo lo he descubierto cuando llegué a Buenos Aires. Me di cuenta de que la comunidad judía tiene muchas ramificaciones distintas. Hay una parte que es bastante más extrema, más ortodoxa, y luego otra bastante reformista que no tiene un problema con el tema de la identidad, las orientaciones sexuales y hacia la comunidad LGBT.
Para mí eso fue un shock porque no tenía mucha idea de que realmente había tanta permisión, que esto no se debería ni siquiera decir así, pero todo este universo está normalizado dentro de una parte de la comunidad judía, y que al fin y al cabo no dejan de ser derechos humanos. Fue muy interesante ir descubriendo todo esto sobre la marcha.
Es cierto que al nacer en una familia ya sea católica, judía o árabe donde tienen muy presente lo que pone en un libro mitológico que representa la religión, yo siempre lucharé por el derecho de estas personas para que puedan defender y practicar su religión abiertamente sin que nadie se oponga a ello.
Pero nadie puede venir a dictarme según su librito lo que yo debo ser. Hay que mantener también ese límite y poder tener perspectiva e incluso poder llegar a entender a la gente que quizás no es capaz de tener una mentalidad más abierta. Es limitante ver el mundo a través de ese paradigma que alguien creó en algún momento.
Te habrás empapado también de las luchas feministas que actualmente se desarrollan en Argentina.
Sí, son movimientos fortísimos. Vi algo parecido en México, donde tuve un problema enorme sobre todo con la posición de la mujer en la sociedad, pero aún así ves que la mujer sale a la calle, que no se esconde y que a pesar de que tienen muchos inputs que van en contra de ellas, no agachan la cabeza y eso es lo que más me gustó de Latinoamérica.
Estuve dos meses en Argentina, de hecho, en Buenos Aires me pilló la marcha Pride LGBT del 2023, fue masiva. Creo que más que una cosa de retroceso es el hecho de que no han conseguido que se reconozcan sus derechos y están luchando para conseguirlo; te das cuenta de que hay muchísima gente apoyando esto y saliendo a la calle, manifestándose para poder hacerlo realidad.
Hay que tener presente que es muchísimo más sencillo derogar las leyes y los derechos conseguidos que construirlos.
Es inevitable establecer comparaciones con España, donde a diferencia de esos países existe un sistema judicial y cierta protección. ¿Qué pasa por tu mente cuando ves a millones de personas protestando?
Siempre sorprende. Creo que independientemente de que sea un continente u otro país, desgraciadamente es algo por lo que hay que luchar siempre, porque si no mantienes la lucha activa de alguna forma u otra en cualquier momento puede venir alguien, que tenga unas ideas más retrógradas, y tirar abajo todo ese trabajo. Hay que tener presente que es muchísimo más sencillo derogar las leyes y los derechos conseguidos que construirlos. Hay que mantener la lucha para que eso no ocurra.
Al ver tu charla TED ‘¿Qué es ser mujer? Relato de una chica trans’ (2021), me di cuenta de que estás muy conectada con tu papel de Mumy en Transmitzva.
Sí, cuando leí el guion y pude ver el personaje, me sentí muy identificada con ella, al fin y al cabo también es una mujer muy empoderada que tomó cartas en el asunto cuando tuvo que hacerlo, y cuando tuvo que lidiar con su realidad no tuvo problemas en alzar la voz por ello. Realmente es complicado enfrentarte a toda una sociedad que puede rechazarte de alguna forma, entonces tengo muchas cosas en común con Mumy
En Transmitzva se aborda con mucho humor el concepto de la tolerancia. Tu personaje dice "no soy lactosa ni gluten para que me toleres"...
(se sonríe) No buscamos ser toleradas ni respetadas. No tenemos que exigir eso porque de alguna forma es la obligación de la sociedad, no tengo por qué estar pidiendo respeto ni tolerancia, ya que como ser humano es el derecho más básico que alguien puede tener, ¿no? Entonces, ¿por qué tengo yo que pedir eso y otras personas no?
¿Cómo logras salir de un personaje que tiene tanto en común contigo?
Siempre te acabas llevando un trocito de cada papel y de cada proyecto. Mumy sin duda ha sido un reto en toda regla porque no solo fue todo esto que me tocó hacer, sino también irme a otro país durante tanto tiempo sola, fue duro, pero lo disfruté muchísimo. De Mumy me llevo un montón de cositas; ella es bastante especial, tiene su punto y lo más interesante es que la vas descubriendo a medida que avanza la trama, se va desmontando, quitando capas poquito a poco, y eso es lo que endulza y enriquece mucho al personaje.
Varias actrices que han tenido un proceso como el tuyo han dicho que el verdadero reconocimiento de ellas como mujeres dentro de la profesión se producirá cuando dejen de hacer papeles de mujeres trans.
Exactamente, ese es el objetivo. Es cierto que somos mujeres que hemos tenido que pasar por un proceso para poder manifestarnos frente al mundo tal y como somos, pero no deja de ser nuestra realidad y tampoco cambia nada la de cualquier otra mujer que haya nacido con unos genitales con los cuales se siente acorde y a gusto, y con el sexo que le fue asignado al nacer. Es el hecho de una sentirse tal y como es y no tener que dar tampoco explicaciones por ello.
Penélope, has participado en Mercado central, Sky rojo, luego en Nacho y Vestidas de azul, y de allí has pasado a protagonizar una película que se estrena en el Festival de Cannes. ¿Cómo se controla el vértigo que da todo esto?
(Se ríe) Yo lo dejo estar, disfruto mucho de él. También creo que la adrenalina que te da esta industria es interesante, aunque sea un poco abrumador. Creo que al final también hay gente que nace para hacer estas cosas, no sé si por la trayectoria de vida o por la forma de ser, por el carácter, la personalidad… En mi caso al menos me resulta bastante sencillo enfrentarme a todo esto, no es algo que me cueste.
Lo que sí es súper primordial es el hecho de saber poner límites. Creo que si no sabes hacerlo, te pueden comer las moscas y ahí es donde sí te puedes ver en una encerrona, en un momento de no saber cómo salir de ahí y quizás de no haber sido capaz de poder evitarlo.
Estar en Cannes es un sueño. Ya teníamos planteamiento de presentar la película en el festival desde antes de empezar a rodarla porque por tiempo era perfecto para poder traerla aquí, pero tampoco sabíamos si íbamos a poder lograrlo. Se trata del festival más grande del mundo, y que seleccionasen nuestra película, pues era complejo ya que cada año se postulan más de 5.000 filmes. Que hayamos entrado, y además en la sección oficial, es una maravilla.