El conjunto español de gimnasia rítmica aseguró su plaza para los JJ. OO. de París hace dos años. Desde entonces, no han parado de cosechar éxitos. El más reciente en el Campeonato de Europa en Budapest: un oro en la final mixta, una plata con 5 aros y el bronce en concurso completo.
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En la televisión, antes de salir a competir, las entrenadoras Ana María Pelaz y Alejandra Quereda animan a las gimnastas. Reclaman su atención con arengas: "¡El trabajo diario! ¡Valientes! ¡Luchadoras! ¡Vamos, con todo, a muerte, con rabia y decisión!".
"¡Vamos! ¡Va a salir!", coge el relevo Inés Bergua (Huesca, 2004), la capitana. Las otras 4: Patricia Pérez Fos (Sueca, 2004), Ana Arnau (Madrid, 2005), Mireia Martínez (Puebla del Vallbona, 2005) y Salma Solaun (Vitoria, 2005) contestan con gritos. Y sacando ese coraje, arranca el conjunto hacia el tapiz. El ejercicio tiene que salir perfecto. Ningún error en los 150 segundos que dura, pues cada error penaliza puntos.
Niñas revoltosas
¿Cómo se iniciaron en la gimnasia rítmica estas jóvenes? La madre de Patricia la apuntó un verano al campus del club de su pueblo. Como tenía aptitud, siguió. Salma era una niña muy inquieta. Sus padres la apuntaron con 3 años a actividades extraescolares para que se desfogara. Los padres de Mireia hicieron lo mismo porque no paraba quieta. Tenía 4 años. Ana empezó a los 7. Su hermana practicaba. Inés, con 3. Su tía había hecho gimnasia rítmica.
Lo que empezó como un entretenimiento y una afición, poco a poco, se fue convirtiendo en una pasión. Ninguna de ellas dudó en mudarse al Centro de Alto Rendimiento de Madrid cuando las llamaron para formar parte del equipo de la selección española, a pesar de que tenían que dejar a sus familias.
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Respecto a las amigas con las que empezaron y no han seguido, Patri cree que tenían otras prioridades: "Nosotras somos muy sacrificadas y amamos este deporte. Hay momentos y días más duros que otros, pero son los que te hacen seguir adelante. Luchas por un objetivo y por un sueño, los JJ. OO.".
Renuncias y sacrificios
Mireia cuenta que han tenido que renunciar a muchas cosas: "Hemos tenido que sacrificar muchas horas de nuestra vida entrenando, con lágrimas y sudor. Pero tenemos muy claro el objetivo: queremos llegar a los JJ. OO.".
"En esos días en los que solamente quieres ir a la cama y descansar porque no puedes más con tu cuerpo ni con tu cabeza - añade Inés - es importante no perder de vista el objetivo para el que estás trabajando. Si superas ese día, la recompensa va a ser todavía más gratificante. Tenemos la suerte de ser un equipo para todo e intentamos tirar las unas de las otras. Es fundamental".
Cuando les pregunto cómo se llevan entre ellas, se ríen. "¿Os enfadáis de vez en cuando?", insisto. Se ríen más, pero no sueltan prenda. "Nos enfadamos más en el entrenamiento. A veces por tonterías", dicen. Inés aclara: "Somos una familia y como en cualquier familia, siempre hay piques o pequeños enfados, pero son cosas que se solucionan rápido y carecen de importancia".
Además, cuentan con el apoyo de una psicóloga. Tienen sesiones individuales y de grupo. "Es muy importante - explica Inés - hablar de cualquier conflicto o duda que pueda surgir. También trabajamos para mejorar ciertos puntos en el entrenamiento y de cara a la competición".
Ponerse las pilas
Mantenerse en el máximo nivel es difícil. Los otros equipos siguen progresando y hay que ser muy estable. Patri explica a Magas que en la temporada siempre hay picos altos y bajos. "En los bajos hay un punto de inflexión, de decir vale chicas, no pasa nada, pero hay que ponerse las pilas. Vamos a luchar y seguir adelante. Nos apoyamos mucho entre nosotras y con las entrenadoras. Nos hacen más fuertes. Cuando lo haces mal, coges eso, lo pones en la mochila y a seguir".
Los mejores equipos, según nuestras gimnastas, o sea, sus competidoras directas, son Israel, China, Italia… las entrenadoras se encargan de estudiarlos. También, las gimnastas observan con mucha atención a las demás en los previos de las competiciones y los calentamientos. "Lo solemos analizar. Se aprende mucho viendo cómo trabajan y cómo preparan el ejercicio antes de salir", dice Salma.
Las lesiones son inevitables en el deporte de alto nivel. "El cuerpo es nuestra herramienta de trabajo y tenemos que cuidarlo al máximo - explica Inés - en el entrenamiento y fuera. Es importante el descanso, la hidratación, la nutrición y el fisio".
Estas chicas, recién salidas de la adolescencia, no dejan de sorprender. Además de entrenar 6 y 7 horas de lunes a sábado, competir y ganar, estudian. Inés, Derecho; Mireia, Arquitectura; Ana, Business Analitics; Salma, Ingeniería Matemática; y Patri, Medicina. Para aficiones les queda poco tiempo. A Inés le gusta leer y escribir. A Mireia, el arte y dibujar. A Salma y a Patricia, pasar tiempo con amigos y familia y escuchar música.
París 2024
Clasificarse para los JJ. OO. tan pronto fue inesperado. "Nuestro principal objetivo era hacerlo bien. Toda lucha, todo esfuerzo tiene una recompensa", recuerda Ana. "Estamos luchando día a día para llegar a los Juegos lo mejor preparadas, tanto físicamente como mentalmente. La ilusión es enorme", añade Mireia.
La sala de entrenamiento está llena de cartulinas pintadas a mano con letras de colores que rezan mensajes positivos: "Ser campeonas de Europa y del mundo", "Sale", "Entrena como quieres competir", “"Aquí y ahora", "En equipo todo suma", "Al máximo", "Segura" y "Tranquila". Con grandes letras recortadas de distintos colores han escrito PARÍS y pegado los 5 aros.
La competición de gimnasia rítmica es una disciplina que requiere perfección en la ejecución y enorme compenetración con las compañeras. Se lo juegan todo a una.
Para controlar los nervios, cada una tiene sus trucos. Patri, Ana e Inés trabajan a diario la respiración para relajarse. Luego, hacen en grupo ejercicios de relajación, motivación y concentración. Mientras esperan para competir, hacen visualizaciones y, justo antes de salir, unas respiraciones para controlar los nervios.
En París, harán un ejercicio con 5 aros y otro mixto con 3 cintas y 2 pelotas. Este último, que tiene una complejidad añadida, es el punto fuerte de las españolas. Las propiedades de la cinta cambian según la humedad del lugar y las condiciones del aire. "Con más humedad pesa más y se pega", cuentan a Magas. Y París es húmedo.
La afición
El calor de la afición española tiene fama entre las gimnastas, tanto nacionales como internacionales. En ese sentido, el mundial de Valencia del año pasado fue inolvidable.
Patri, que competía en casa, recuerda cómo temblaban las gradas. El pabellón entero gritaba. Los nervios. "Apenas se oía la música. Cuando acabamos el ejercicio los aplausos nos pusieron la piel de gallina. Contamos con la afición en París".
"Mientras compites estás muy concentrada e intentas focalizarte en ti - cuenta Ana -. Al acabar es cuando realmente te das cuenta de cuánta gente nos está animando". "Si el ejercicio ha salido bien, la felicidad es inmensa, y más cuando ganamos. Es la recompensa a tanto trabajo", concluye la capitana de este jovencísimo equipo, cuya máxima es "cabeza y corazón". En París, competirán del 8 al 10 de agosto.