Entrevista

Rebecca de Mornay, la ‘mala’ de Hollywood que enfadó y enamoró a las masas: “No pienso en mí como un icono, pero me encanta que los demás lo hagan”

“He querido interpretar diferentes versiones de mujeres que, incluso estando en graves problemas, equivocadas o psicóticas, eran fuertes"

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Tal como comienzan los thrillers, con una escena aparentemente tranquila, se inicia esta conversación. “Es un hermoso día soleado, estoy sentada afuera al sol. Han venido a visitarme unos amigos que tienen dos niños y luego saldremos a dar una vuelta juntos, es un buen día”. Habla Rebecca De Mornay al otro lado de la línea telefónica, son las doce de la mañana en la ciudad de Los Ángeles y las nueve de la noche en Madrid.

Cinco minutos más tarde, cuando esta actriz norteamericana de culto, respetada e incluso temida por sus papeles femeninos malditos, comience a hablar de su perturbador personaje en La mano que mece la cuna, y de su próximo thriller de estreno, Saint Claire, llegará la oscuridad. Entrevistamos en exclusiva a la mujer que dejó a Tom Cruise por Leonard Cohen, nos enseñó en los años 90 que las intérpretes femeninas podían demostrar enfado, ira, violencia y rabia, y nos sigue inquietando —e inspirando— en Netflix y HBO.

Se convirtió usted muy pronto en un símbolo de mujeres fuertes, en una época en la que el cine —y más el de Hollywood— dibujaba más bien a mujeres víctimas, ¿siente que fue parte del diseño de la nueva imagen de lo femenino?

No pienso en mí como un icono, pero me encanta que los demás lo hagan [ríe]. Te diré una cosa: siempre, siempre, en mi corazón y en mis vísceras he estado conectada con la audiencia femenina en mis películas. Nunca he elegido para mí papeles que me avergonzarían si estuviera en la sala viendo esa película como mujer. He querido interpretar siempre diferentes versiones de mujeres que, incluso estando en graves problemas, equivocadas o enfermas mentalmente, eran fuertes. Incluso la protagonista de La mano que mece la cuna es una mujer psicótica, pero es fuerte. En esa época normalmente nos retrataban en pantalla como personajes secundarios o víctimas, y no me atraía aceptar estos papeles. Ahora tengo dos hijas, pero desde el principio pensé que era importante crear imágenes femeninas de fortaleza en pantalla, lo cual no significa que todas ellas sean buenas personas. Son fuertes, incluso estando equivocadas.

¿No le dio miedo aceptar ese papel, el de La mano que mece…?

Cuando vi por primera vez La mano que mece la cuna, al principio me asusté. Dije: "Oh my God. Esa mujer es diabólica. ¡Y se parece mucho a mí! ¡La gente va a pensar que soy yo!". La escena de la tapa del váter cuando ella se vuelve loca es una expresión de furia impactante. Pero, de repente, vi que era incluso catártica para muchas mujeres en la audiencia porque ahora todo ha cambiado un poco. Hace treinta años las mujeres no podían demostrar ira o rabia, la cual es una emoción muy poderosa, porque no era femenina, los hombres podían ser agresivos, y las mujeres lloraban.

Es usted terrorífica en esa película que fue un bombazo en los cines, en los videoclubs… ¿Qué mujeres la inspiraron en esa interpretación tan arquetípica de malvada?

Me inspiraron interpretaciones poco anteriores como la de Faye Danaway en la película Mommie Dearest (Queridísima Mamá), ahí ella está increíble. Y también Louise Fletcher como enfermera en Alguien voló sobre el nido del cuco. ¿La has visto? ¡Es tan fuerte y siniestra, es inolvidable, un símbolo de poder! Pienso que las mujeres tenían que ver esas imágenes, y yo quise ser parte de ello.

Foto uno de Rebecca de Mornay

Fotógrafo: Meir Shavit

Enfadarse en Hollywood

¿Puedo preguntarle sin paños calientes qué es lo mejor y lo peor de Hollywood?

Lo mejor es que me dio una vida. Tengo que estar muy agradecida porque no tenía ninguna, ¡ninguna seguridad financiera en mi familia! Sin Hollywood, no sé muy bien cómo hubiera sido todo, estoy agradecida por mi vida, la vida que he tenido. Mi carrera me ha dado mucho a nivel personal, desde el día en que me eligió Paul Brickman para Risky Business. Lo mejor del cine es que las películas iluminan la condición humana, nos cuentan qué es la humanidad, es una bella forma de arte y es enorme. Lo peor de Hollywood no es tan diferente de todos los otros grandes negocios de mi país, y del resto del mundo: que es una industria dirigida sobre todo por hombres y hay una presión sobre las mujeres. Eso ha ido a mejor hoy en día, pero aún sigue ahí e influye en el tipo de películas que se hacen, que no tienen mucho que ver sobre las preocupaciones de las mujeres. Normalmente, cuando leo un guión, hay siete partes masculinas y una para una mujer, y será para una madre, por ejemplo. En Europa los guiones son más igualitarios en género, o eso creo.

¿Le gusta el cine europeo? ¿El español?

Me encanta. Mis películas favoritas son del director español Carlos Saura. ¿Has visto Cría Cuervos, verdad? ¡Oh my God! Esa película es increíble, cuando la vi en los setenta ¡es para morirse! Me inspiré para ser actriz en las películas que vi antes de iniciar mi carrera y muchas esas películas eran europeas de los años 70.

¿Y por qué no se hacen en Estados Unidos películas más profundas?

Después de los 80, cuando mi carrera despegó, Hollywood se deslizó hacia películas de parque de atracciones, con personajes que parecen de dibujos animados. Es un clima muy diferente a cuando empecé, cuando se buscaba hacer grandes películas. Hay algunas excelentes, pero hoy en día la norma es diferente: Hollywood es propiedad sólo de cinco o seis compañías y los estudios no se cuestionan qué tipo de películas hacer, buscan películas que sean rentables y hagan dinero.

Foto dos de Rebecca de Mornay

Fotógrafo: Cash Danielsen

¿Qué es lo último que ha visto y me recomienda ver?

Una de las mejores películas que he visto en años es Sin novedad en el frente (Netflix). ¿La has visto? Esa película la he visto tres o cuatro veces. ¡Es brillante! Es un ensayo sobre la guerra, está llena de alma, es lírica e impactante.

Ha estado rodeada de algunas de las actrices y actores más importantes del mundo, ¿quién diría que la inspiró?

Definitivamente Geraldine Page. ¿Sabes quién es, verdad?

Maravillosa…

Es una de las mejores actrices de todos los tiempos. Cuando trabajé con ella en Viaje a Bountiful de Horton Foote, yo era una gentil esposa de Texas, y le daba réplica a Geraldine Page. Fue un privilegio trabajar con ella, que ya había estado nominada siete veces al Oscar, tenía estrella en el Paseo de la fama y su capacidad interpretativa era un fenómeno. Aprendí mucho solo observándola, y algunas de sus respuestas a mis preguntas fueron, con generosidad, exactamente lo que una actriz necesita escuchar para crecer. Le dieron el Oscar por aquella película juntas y me lo dedicó desde arriba al recibirlo. No podía creerlo. Y también tengo una anécdota con Marlon Brando…

Sorpréndame.

Coincidí con él sólo en un par de ocasiones. Y, de pronto, me sorprendió que me mencionara en su autobiografía y resaltara mi interpretación del personaje de Sara en Runaway train [El tren del infierno]. Ahora mismo hablo como una fan (ríe).

Foto tres de Rebecca de Mornay

Fotógrafo: Randee St. Nicholas

Comienzo con estrella

¿Cuándo empezó todo? He leído en su biografía que varias personas de su familia, su abuela y su padre, estuvieron dedicadas a las artes y la comunicación, ¿cómo empezó su historia?

Es una buena pregunta, muchas gracias [silencio por unos segundos]. Primero de todo, aclararte que no crecí con estas personas de las que hablas. A mi abuela no la conocí, sé que fue una child star, pero nunca la conocí porque no crecí con mi padre biológico. Cuando mis padres se separaron, fui con mi madre y mi hermano, ella nos llevó a Europa cuando yo tenía cinco años y crecí entre Inglaterra y Austria. No tan lejos de España.

¿Es cierto que empezó a escribir canciones de rock con 13 años?

Sí, desde muy pequeña estuve muy interesada en la música. Escribía canciones desde que era adolescente e iba a la escuela. Lo primero que pensé es que podría ser psiquiatra, sigo muy interesada en la psicología.

¿Intentó una carrera musical?

Aprendí a tocar la guitarra por mi cuenta y compuse algunas canciones. Cuando me gradué, marché a Londres para empezar allí una carrera musical. Me metí en una banda de rock, pero como tenía que mantenerme a mí misma porque no tenía ningún soporte económico, me puse a trabajar ilegalmente como camarera intentando lanzar mi carrera como cantante. Ocurrió algo con la banda: me di cuenta de que ellos en sus ratos libres querían siempre ir a conciertos, de club en club, y yo quería ir a ver películas. Siempre me había gustado el cine, aunque aún no me imaginaba que llegaría a hacer ninguna película. Al final decidí volver a Estados Unidos.

¿Y cómo llegó hasta Hollywood?

Volví a Estados Unidos, un país que había dejado con cinco años. Sintiéndome una extranjera en mi propio país, no estaba nada segura de lo que iba a hacer. Regresé directamente a Los Ángeles, de donde era mi padrastro, De Mornay: él me adoptó cuando yo tenía un año y medio, y falleció cuando yo tenía cinco. Pensaba en quizás volver a intentar una carrera musical. Un día estaba caminando sin un destino por Los Ángeles, cerca del bulevar de Santa Mónica y me encontré de frente con un edificio blanco con letras azules: Lee Strasberg Theater Institute. Y me vi a mí misma entrando para ver qué era, cómo era por dentro aquel lugar. Había fotografías en blanco y negro de Marilyn Monroe, Marlon Brando, Jane Fonda, Al Pacino… todos mis actores favoritos. Y pensé: "¡Qué fuerte, todos han estudiado aquí!". Fue un encuentro aleatorio. Pensé en la opción de matricularme, y pedí directamente una entrevista para el acceso.

¿Cómo fue esa entrevista de acceso a la escuela de interpretación? Intento imaginarme qué se le pregunta a Rebecca de Mornay para ver si va a ser capaz de interpretar un papel…

[ríe] La mujer que me hizo la entrevista me preguntó: "¿Por qué quieres ser actriz?". Y le respondí unas palabras que llegaron a mi boca sin premeditarlas: "Yo no quiero ser actriz". Yo necesito ser actriz’. Conseguí entrar en la escuela. Nunca había actuado antes, tenía la experiencia de la música, pero nunca había hecho nada como actriz. La primera vez que hice un monólogo para que el profesor pudiera medir mi nivel de actuación, en mi sangre algo instantáneamente me dijo cómo hacerlo. No necesité su feedback. Yo misma pensé: "Esto es lo que tengo que hacer". Sentí algo especial. Cuando estaba en la banda de rock, siempre pensaba que el batería era mejor con los palillos que yo como cantante. Pero cuando probé a actuar me di cuenta de que podía ser muy buena en eso. "No voy a sentir inseguridad", me dije. Estudié allí por un año y medio.

Foto cuatro de Rebecca de Mornay

Fotógrafo: Randee St. Nicholas

¡Su primer trabajo fue bajo la dirección de Coppola!

Sí, una sola frase. Francis fue tan generoso y bueno al darme una frase en su película One from the Heart (1982). Así pude tener mi carta de presentación como actriz. ¡Podría trabajar en películas de Hollywood! Es un principio de carrera muy raro, muy inusual, porque en realidad, aparte de aquella frase, mi primer trabajo como actriz fue un papel principal en Risky Business.

¿Le sorprendió el éxito de esa primera película? Fue su consagración inmediata en Norteamérica…

No [sonríe]. Es irónico. No me sorprendió. Yo era muy inexperta, pero leí el guion y pensé que era increíble. Era profunda en los temas que trataba, parecía una comedia ligera, pero pude sentir lo profunda que era desde la primera lectura. Supe que esa película iba a ser grande. ¡Lo que me sorprendió fue conseguir el papel! Amo al escritor-director, Paul Brickman, es una persona brillante, que sigue siendo mi amigo. Me dio una vida entera seleccionándome para el papel de aquella película. Vino a visitarme hace poco. Vive en Santa Bárbara y vino a Los Angeles porque sus hijos y sus nietos viven aquí, llegó a verme a casa, a mi casa que compré en 1999. Nunca había estado antes. Entró a la casa, miró alrededor y dijo: "Ah, esta es la casa que te compré". Y le respondí: "Sí, ésta es".

Ha interpretado a más de 50 mujeres en papeles muy distintos. "Intensidad y originalidad" es lo que decía la prensa especializada. Mujeres fuertes, y algunas muy temibles, yo añadiría. ¿Cuál ha sido el personaje más difícil para usted?

Dos me vienen a la mente. El de Runaway Train [El tren del Infierno], que fue muy difícil por varias razones: yo era una mecánica ferroviaria un poco desaliñada, frente al gran actor Jon Voight, era solo mi tercera película y me sentía un poco intimidada. ¿La has visto?

Sí, ¡es muy violenta!

Foto cinco de Rebecca de Mornay

Fotógrafo: Meir Shavit

Amor y entusiasmo

En términos metafóricos, si su vida tuviera una banda sonora, ¿cuál sería?

Una persona me marcó especialmente. Sería una canción escrita por un gran amor de mi vida, Leonard Cohen. Y sería Hallelujah. Esa sería la canción de mi vida.

¿Cómo describiría al maestro Leonard Cohen?

(Silencio)

¿Me escucha? ¿Se ha cortado?

Sí, estoy pensando [en voz lenta]. Como una de las mentes más profundas que he conocido y uno de los últimos espíritus que he conocido. La mayor profundidad y la mayor luz que he observado de cerca en una persona.

¡Su respuesta emociona!

[Silencio] Gracias.

¿Ha estado usted en España?

Sí, conozco Madrid, Barcelona e Ibiza. Pero me encantaría volver pronto a España.

Sigue poderosamente en activo. Estrena ahora la película Saint Claire con Ryan Phillippe y también en el thriller Peter Five Eight. Está usted en Netflix con la serie Lucifer y en las tres temporadas de Jessica Jones de Marvel. En HBO Max, es usted parte del casting de The Right Temptation con Kiefer Sutherland, de Thick as Thieves con Alec Baldwin… Actualmente está produciendo un guion propio y terminando de escribir una novela, ¿de dónde saca la energía cada mañana, qué es lo que le provoca más entusiasmo en esta etapa de su vida?

Me encantan tus preguntas. Son muy auténticas: el entusiasmo es verdad que tiene que ver con las mañanas. Déjame que te responda un par de cosas. Lo que me ayuda a levantarme cada mañana ha cambiado. Son mis hijas.

Fotógrafa: Nicole Maloney

Foto seis de Rebecca de Mornay
Foto siete de Rebecca de Mornay

Cartel de "Saint Clare" del Taorimina Film Festival
Fotógrafo: Luka Bazeli

¿Sus hijas?

Ellas. Que sigan con su camino y sean felices. Una de ellas está recuperándose de unos problemas de salud y la otra se ha mudado a Nueva York, se graduó con honores en Berkeley, ¡y quiere ser actriz! Tiene mucho talento y ahora ya tiene un agente y estoy emocionada por ella y de poder hablarle no sólo como madre, sino como colega. Lo que es increíble es que está estudiando, ¿adivinas dónde?

¿En su misma escuela?

En el Lee Strasberg Institute de Nueva York. ¡Cuarenta y tantos años antes yo estaba estudiando en la misma institución en Los Ángeles! Estuve allí hace poco, me pidieron ir para hablar con los estudiantes en el centro de un círculo, nunca pensé que yo tendría una hija que estaría estudiando allí. Y que sería yo la experta hablando a los jóvenes sobre actuar rodeada de aquellas fotos. Nunca me lo hubiera imaginado.

¿Y su libro, nos dará miedo?

[Sonríe]. Quiero publicarlo ya. He estado trabajando en esta novela durante años y con mi agente estamos cerrando todo. También tengo el guion escrito, para dirigirlo o quizás lo dirija otra persona. Es también sobre un tema relacionado con el feminismo. He dirigido ya una vez y me gustaría volver a hacerlo. Estas cosas también me ilusionan, claro.

¿Más que la interpretación?

Ya no se trata de actuar, actuar. Es difícil conseguir buenos papeles, pero si salen, estaré feliz de hacerlos.

¿Próximos planes?

Tengo ese papel en la película que se estrena ahora con una gran première el mes que viene en el Taormina Film Festival, se titula Saint Clare, dirigida por una mujer, Mitzi Peirone, comparto cartel con Bella Thorne y Ryan Phillippe, sobre una serial killer [se ríe]. Tienes que verla…