Irma Soriano, a las puertas de su nuevo destino profesional: "Con 60 años valoro todo más y me pregunto qué vio la gente en mí"
“Ana Orantes forma parte de mí o yo de ella. Es lo que más ha marcado mi vida”
"Estoy muy involucrada con los temas de violencia de género desde que hice aquella entrevista”. Lo explica Irma Soriano (Andújar, 1963), y le tiembla la voz. “Ana Orantes forma parte de mí o yo de ella. Es lo que más ha marcado mi vida. En el programa había un espacio de testimonios y vinieron varias mujeres antes. ¿Cuándo se había hablado en nuestro país con el término exacto? Nunca. Su propia hija Raquel sabía lo que iba a contar, pero ella se vino arriba, contó todo, aún sabiendo a la vuelta lo que podía pasar. Ella insistió en que quería venir a contar su vida y su sufrimiento, a una tele pública, pagada con sus impuestos, donde escuchamos su historia”.
Continúa explicando a la revista Magas. “Nos seguía una audiencia alucinante, pero nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando. A los trece días la quemó viva. Muchos quisieron mirar para otro lado o echar la culpa al mensajero.
Fue un momento muy difícil. Al día siguiente se creó una plataforma de violencia de género en Málaga y cambió la legislación. Pero sigue siendo necesario hablar del tema. Si pensamos en lo de Almería, en esas dos niñas… Aquello me marcó profundamente”.
Con la perspectiva de una carrera exitosa, ¿diría que es justa o injusta su profesión?
Tengo una profesión maravillosa que ha maquillado los momentos menos buenos. No sé hacer otra cosa, por eso me duele mucho que llegue el edadismo y no lo reconozca. He hecho radio, escrito en prensa y pasado mucho tiempo en televisión, y muchas veces escuchas a los compañeros de siempre aquello de ‘¡qué maduro más interesante!’. Pero cuando es una mujer, oyes, ‘¡estás envejeciendo!’, aunque supuestamente las canas estén de moda. Y si se te ven las carnes, es que estás muy dejada. Es muy jorobado.
Pero a usted le ha ido muy bien…
En realidad no he parado de trabajar. Mis principios fueron en la Cadena Ser, participaba en Los 40 Principales. La radio en mi casa era nuestra vida hasta que llegó la tele. Un productor de TVE que me había escuchado en la radio y visto en unas imágenes me llamó para una prueba. Estuve casi tres meses en los regionales hasta que un día se armó revuelo porque llegaba Jesús Hermida al Estudio 2. El realizador me animó a presentarme a la prueba y, a partir de ahí, vendría el éxito.
Kaftanes y zapatos de Santiago Bandrés, pendientes de Bibi Marina de Adeana
¿Cuáles son sus proyectos actualmente?
Colaboro en diferentes medios como Canal Sur y TVE. Aparte, tengo 102.000 seguidores en Instagram y me ocupo de no perder a nadie. Eso conlleva todas las horas que quieras. Y estoy a punto de estrenar teatro.
¿Se estrena como actriz teatral?
Sí, cuando me lo ofrecieron, no me lo esperaba. Me dijeron ‘tenemos una obra de teatro y hay un personaje que eres tú’, así que estrenaremos en San Sebastián. Estoy muy asustada y muy ilusionada. Qué difícil. Se titula Pensionistas: la comedia. Intentaré hacerlo bien. Cuando uno pone todo, no puede dar más.
Kaftanes y zapatos de Santiago Bandrés, pendientes de Bibi Marina de Adeana
Chica Hermida
¿Cómo cree que la marcó trabajar con Hermida?
Por orden de aparición en mi vida, mi padre fue el más importante y, después, Jesús Hermida. La oportunidad de trabajar con ese hombre no se puede entender: él marcó mi camino, sacó todo de mí. Al principio, cada 22 días, tenía que ir a una ventanilla a firmar hasta que Jesús dijo ‘a Irma, tenéis que arreglarle esto y pagarle tanto’. Como tardaba mucho en llegar, hizo que me pusieran un coche de producción. Luego, cuando nos quedamos embarazadas Nieves y yo, propuso que trabajáramos hasta que quisiéramos (lo dejé para montar el nido el séptimo mes). Antes de firmar un nuevo contrato con Antena 3, quise saber que Jesús no me necesitaba.
Vestido de punto de seda y zapatos de Santiago Bandrés, pendientes de Bibi Marina de Adeana
¿Y cómo vivió su éxito de audiencia en Canal Sur?
A Canal Sur llegué con un programa tan increíble y una audiencia que no volverá, del 44 por ciento todas las tardes. Heredé el equipo de Carlos Herrera. Fue un tiempo profesional increíble económicamente, aunque emocionalmente no tanto porque tenía una hija que estaba en Madrid. Estaba rodeada de cariño, pero yo necesitaba oler a mi niña. Ahí ocurrió también la entrevista a la señora de la playa, ¿te acuerdas? Luci Vera en aquel vídeo tan divertido que se hizo viral. Reír y llorar, eso es la vida. Y la historia de Ana Orantes, que modificó el Código Penal. Antes se llamaba crimen pasional. ¿Qué hay de pasional en destruir a una mujer?
¿Qué otras mujeres resaltaría en su carrera?
Conocí a mujeres con mucha gracia andaluza cuando no se hablaba de vídeos virales. La de mis compañeras, como Nieves Herrero, que hizo Derecho después de Periodismo y ahora está escribiendo. Su capacidad de trabajo es increíble. También conocí a María Jiménez, imagínate, o a la fiscal Flor de Torres, con un papel importantísimo.
Lorca y Gran Hermano
Y luego vino una nueva etapa…
A veces, de repente, te sueltan y ya no sabes qué ha pasado. Descubrí las redes sociales. He aprendido que, si no tienes un escaparate, no existes. Así fue como llegué a YouTube, Instagram, y apareció Gran Hermano, por ejemplo.
¿Cuánto tiempo estuvo dentro de la conocida ‘casa’?
Tres meses y un día. Quise hacerlo para que me conocieran generaciones nuevas. Nada más salir, cogí el metro y las chicas jóvenes me reconocían. Les gustaría o no, pero sabían quién era. Gente que ha ido a la isla reconoce que es mucho más difícil participar en la casa, porque te cambia todo, no sabes qué hora es. Pensé que no podía vivir sin la radio o el móvil, pero me di cuenta de que sí.
Blusa, pantalón y zapatos de Santiago Bandrés, pendientes de Bibi Marina de Adeana
¿Cuál diría que es su principal virtud?
Como decía Federico García Lorca, he hecho todo para que me quieran. Antes quería gustar a todo el mundo, pero abandoné esa idea. Nada pasa la víspera, nadie nace la víspera, tú tienes tu día. En este tiempo más reflexivo, y ahora que acabo de cumplir 60 años, valoro todo más y me pregunto qué vio la gente en mí. Supongo que alegría, optimismo, naturalidad… Hermida me decía que fuera yo misma y que nadie pretendiera cambiarme porque gustaba tal cual. Y lo notaba en cosas muy sencillas como que la gente te abrazaba o te daba las gracias porque les animabas. Hablar de uno mismo es muy pedante, pero desde el principio me decían ‘qué simpática, qué cariñosa…’. Siempre lo disfruté, pero ahora lo hago al cien por cien. Si antes me temblaban las piernas porque no tenía experiencia, ahora tiemblo de emoción.