"Alguien tiene que escribir sobre lo que nos está pasando: sobre cómo nos sentimos, qué es lo que nos preocupa, y, sobre todo, qué es lo que podemos hacer para mejorar". Estas palabras, que dijo una chica de 13 años en consulta, se me quedaron grabadas. Aquella misma noche, al llegar a casa, empecé a escribir.
Pero… "¿Por dónde podía empezar?" —reflexioné—. "Empezaré por Eduardo". Eduardo era un chico de quince años, atractivo, simpático y listo. Un día padeció una fuerte crisis de ansiedad en el instituto, delante de todos sus compañeros y amigos.
En cuestión de segundos, empezó a notar que le faltaba el aire, el corazón le latía mucho más rápido de lo normal y sentía una opresión en el pecho que aumentaba por momentos. Lo pasó tan mal que pensó que iba a morirse.
Mareado, con la cara pálida, se levantó de la silla e intentó en vano tranquilizarse en el pasillo. Se acabó marchando sin decir nada a nadie. Cuando al fin se recuperó, sintió tanta vergüenza y miedo que decidió dejar de asistir al instituto la mañana siguiente, ni la siguiente, ni la siguiente…
Cuando lo conocí, hacía dos meses que no salía de casa, se quedaba en su habitación, en su cama. A lo largo de los meses, trabajamos todas las estrategias, habilidades y herramientas efectivas para manejar la ansiedad. Eso marcó una diferencia en su vida y en la de sus seres queridos.
"Continuaré con Elsa, Lucía, Emma, Paula, Ángel, Gabriel y Dani" —pensé. Y así fue como, poco a poco, escribí la historia de cada uno de ellos.
Acoso escolar, relaciones tóxicas, miedos que impiden avanzar o temores que aíslan son algunos de los temas sobre los que he tratado en mi primer libro titulado
Mi intención es la de hacer visible la ansiedad invisible que sufren tantos jóvenes.La ansiedad a menudo va acompañada de una autoestima baja y negativa: "Todo lo hago mal", "No valgo para nada", "Voy a fallar", "Nunca lo lograré", "No puedo", son algunos de los pensamientos que dicen en voz alta los preadolescentes y adolescentes en consulta.
Día a día, veo a chicos y chicas que sienten que los demás son mejores que ellos, creen que no son capaces de conseguir aquello que se proponen y dejan de intentar hacer cosas por miedo a fallar.
Tanto la preadolescencia como la adolescencia son momentos únicos de máxima vulnerabilidad debido a que ocurren cambios únicos: sociales, físicos, emocionales y cognitivos.
A nivel social, se comparan con los amigos y compañeros, se preocupan por su opinión, intentan encajar y, algunas veces, para que no les dejen de lado, renuncian a ser ellos mismos.
A nivel físico, su cuerpo está empezando a desarrollarse, así que les surgen muchas dudas, se sienten inseguros y se preocupan por su imagen corporal. A nivel emocional, debido a las alteraciones hormonales, experimentan más cambios de humor, están más sensibles y les cuesta mucho más controlar sus impulsos. A nivel cognitivo, los pensamientos son más profundos, por eso cuestionan las cosas que observan y son mucho más conscientes de su entorno y de ellos mismos.
Por todo ello, este proceso interno de transformación en el que están modelando su identidad tendrá un impacto significativo en su autoestima. Así que cuanto antes empiecen a trabajarla, mejor.
Aprender a quererse, dejar de compararse con los demás, creer en sus propias cualidades, entender sus puntos débiles, aprender de sus errores, seguir adelante a pesar de los obstáculos o luchar por sus sueños, son algunas de las estrategias prácticas de mi segundo libro titulado ¡HOLA, AUTOESTIMA!
Mi intención es que los más jóvenes se vean de forma más positiva, se sientan más valientes y se esfuercen para cambiar lo que piensan sobre ellos mismos. Si una persona cree en sí misma, dará lo mejor de sí, estará motivada para conseguir lo que quiere, tomará decisiones, tratará de buscar soluciones a los problemas, no se rendirá fácilmente y se sentirá orgullosa de sí misma.
En la actualidad, el número de consultas, ingresos y derivaciones a centros de salud mental infantil y juvenil se ha disparado hasta alcanzar niveles preocupantes. Nunca había existido tal nivel de angustia, malestar y tristeza como el que están viviendo los jóvenes hoy en día.
Con estos dos libros, deseo aportar mi granito de arena para intentar mejorar la salud mental de los más jóvenes: ¡Bienvenidos a un nuevo modo de ver, desafiar y afrontar la vida!