Autoras de palabra con Rosa se reúne con Mª Luisa Ferrerós, psicóloga infantil, especializada en Neuropsicología y máster en Alteraciones del Sueño, y máster en Psicología Sistémica y Terapia Breve Estratégica. Ha publicado numerosos libros con más de 100.000 ejemplares vendidos y traducidos a varios idiomas. Es presencia habitual en los medios de comunicación donde aborda temas sobre educación. Dime qué come y te diré cómo se porta (Planeta 2024), su último libro publicado con la colaboración de la Dra. Victoria Revilla, especialista en biología, neurociencia y farmacología.
Alimentación y comportamiento
Cómo mejorar el comportamiento infantil a través de la alimentación, es uno de los principales problemas con los que tienen que lidiar los padres: la alimentación y el comportamiento de sus hijos.
La mitad de lo que entra en el estómago va directo al cerebro. Por lo tanto, la alimentación afecta al comportamiento infantil, a veces difícil de lidiar por parte de los padres.
"Me di cuenta—afirma Ferrerós—en algunos de los niños que merendaban bollería industrial, al cabo de una hora y media, sufrían una pataleta, fruto del mal humor, de no sentirse a gusto, pero si lo sustituía por bocadillos, plátanos o frutos secos, había ciertos cambios de conducta."
Y añade: "El problema es que el azúcar ultraprocesado se sintetiza muy rápidamente. La digestión es rapidísima. Y en poco tiempo ya no te queda nada, vuelves al mismo punto de hambre y esto genera mucha ansiedad. Los niños no saben interpretarlo, se ponen nerviosos, se alteran, se vuelven irritables, se bloquean y ahí empiezan los problemas."
Una dieta completa
"El desayuno y la merienda, son tan importantes como la comida y la cena. No debemos echar mano de galletas, cereales, porque lo convertimos en solo un grupo de alimentos, solo le damos hidratos de carbono. Es necesario que tengan todos los macronutrientes", ratifica Ferrerós.
Y continúa: "Todas las comidas tienen que ser completas y entonces tenemos que darle los alimentos que yo llamo ladrillos, que son los que sirven para crecer, para conectar el cerebro. Y ahí, es cuando necesitamos la grasa tan demonizada como necesaria. No debemos escatimar en aceite de oliva."
"Podemos combatir la tristeza, la ansiedad, la apatía y mejorar la falta de atención incrementando la vitamina B1 y la triamina. Esas vitaminas que se encuentran en todos estos alimentos, frutos secos, en el pescado azul, no solo el salmón—aclara la doctora— porque aquí tenemos sardinas, jureles, caballas de proximidad, anchoas, todo eso que tenemos y que es pescado nuestro."
Y añade: "No se trata de prohibir alimentos. Porque si tú los prohíbes, lo que consigues es el efecto contrario, que es que son mucho más deseados, y los niños los comen a escondidas, se trata de ofrecerles alternativas saludables y que ellos las elijan."
"Esto se llama ilusión de doble alternativa, que es una técnica de psicología inversa y que ayuda a pasar la pantalla—aclara Ferrerós—ya no estamos en si lo comes o no lo comes, sino en cuál de la una de las dos comes. Entonces, ahí les damos lo que el niño cree que él está decidiendo cuando en realidad tú le estás condicionando."
En construcción
Y sigue: "Hemos de pensar que el cerebro de los niños está en crecimiento. Y es el momento en el que tú le puedes dar la opción de que conecten todas las neuronas, de que tengan el máximo de posibilidades de su cerebro."
"Hay un sobrediagnóstico de trastornos porque en las historias clínicas no se tienen en cuenta, cómo duermen y cómo se alimentan, que es el trastorno que nosotras hemos incorporado desde ya hace 20 años a nuestra anamnesis, porque nos hemos dado cuenta de que es la base", sostiene la doctora.
"Lo más importante de todo–continúa Ferrerós–es que el 90% de estas hormonas que son las que regulan el estado de ánimo, la sensación de bienestar, la sensación de alegría, se segregan en el intestino-cerebro-emoción, porque es ahí donde se ve."
"Si tienes el intestino irritado porque estás comiendo cosas que no las puedes absorber y que quedan allí, eso limita la producción tanto de serotonina como de dopamina."
Añade: "Los niños necesitan comer diferente que nosotros y en más cantidad que nosotros porque tienen un gasto calórico muy superior."
Y advierte: "Ojo con las comidas en las que no incluimos todo tipo de alimento, y que tratamos de suplir con productos de farmacia porque no solo se absorben un 15%, y hay que vigilarlo todo"
"El problema de una alimentación vegetariana, es mezclar el concepto moral con la alimentación, porque no hay estudios científicos a largo plazo de saber qué pasa con los niños que están recibiendo este tipo de alimentación, y es un riesgo. Un niño está creciendo, su cerebro y sus órganos se están formando. Y es una responsabilidad que como padres se está asumiendo sin saber el impacto que va a tener", concluye Ferrerós.