Autoras de palabra con Rosa charla con la escritora Claudia Piñeiro, ganadora de los premios Clarín, Sor Juana Inés de la Cruz y Dashiell Hammett, entre otros. Recientemente ha publicado Escribir un silencio (Alfaguara 2024), donde reúne sus textos de no ficción. Un compendio de artículos, ensayos, ponencias en un acercamiento de lo íntimo a lo público que aborda temas como la política, el feminismo, la ley del aborto, el compromiso, la familia y la literatura.
"Sospecho que lo que escribo, nace del silencio, porque así fue mi niñez, del silencio a la escritura, de la resistencia a hablar, al placer de construir un texto. Ese proceso se hizo consciente cuando comenzó mi análisis a los 23 años y me di cuenta de que le tenía miedo a las palabras", reconoce la autora.
Y añade: "Acudía a las sesiones de mi psicóloga y analista, me sentaba frente a ella y guardaba silencio y una vez transcurría el tiempo me marchaba. Hasta que encontré la forma de comunicarme, dejando que hablara el silencio a través de la escritura".
"Creo que soy una persona muy asertiva, y a veces, el otro no está preparado para lo que tú quieres decir, no es el momento adecuado, no lo dices de la mejor manera posible… y fui a terapia con esa excusa", afirma Piñeiro.
"Me impresionó—por otro lado—la cantidad de textos que había escrito y el criterio que elegí para seleccionarlos era aquellos que hablasen del presente, aunque estén escritos en el pasado", aclara la autora.
Obsesiones y pasiones
"La finitud de la vida me obsesiona desde muy pequeña y me llama la atención—señala Piñeiro—que la gente ande por la vida sin tenerla. Porque pienso que todos tenemos esa angustia y que la canalizamos de distintas formas, algunos negándose, otros con la fe religiosa, o creer que después de la vida hay otra cosa".
"Como no es mi caso—admite Claudia—pararme a pensarlo me angustia, así que intento que cada momento del presente valga la pena, porque esto no es eterno. Elegir en qué aplicas ese tiempo, es muy inteligente, lo malo es darse cuenta cuando ya apenas nos dé tiempo".
Y continúa: "Los límites, entendidos como avisos, a los que no hice caso—reconoce Piñeiro—una trombosis que sufrí y que pudo haber acabado en ictus. No hice caso a un dolor de cabeza persistente, hasta que mis dedos no tocaban las teclas que yo quería, sino otras, y esa señal era demasiado sustancial. Mi médico me indicó que era un efecto secundario por tomar anticonceptivos con estrógenos, que se recetan sin hacerte estudios de trombofilias, puede incluso que la sufras y no te enteres. Solo hace falta un análisis de sangre previo a tomarlo, pero se opta por recetar y si sufres un efecto no deseado, entonces se toman medidas", señala Claudia.
"Me interesan las madres, las no anegadas, las que no saben, las que quieren desesperadamente a sus hijos y las que con la misma desesperación los enviaría una temporada lo más lejos posible. Las que comprenden que otra mujer no quiera serlo, y las madres que logran ponerse en los zapatos de quien decide abortar aunque ellas hayan elegido otra opción", defiende Piñeiro.
Feminismo sin moldes
"Hace tiempo que las mujeres empezamos a darnos cuenta de que no hay un modelo de ser mujer y tampoco de ser madre, y no hace falta ser madre para ser mujer".
"Tratar de encajar a todas las mujeres en el mismo patrón, ha generado mucho dolor. Hay mujeres que no quieren estar en él y lo hacen sin deseo, o se sienten relegadas porque no pueden cumplir ese mandato", ratifica la autora.
"Que no nos roben la palabra 'vida' porque estoy aquí, porque soy mujer, porque soy madre y porque soy escritora. No permitamos que nos roben la palabra vida". Declamaba Piñeiro en un discurso en el congreso en el momento en el que se debatía la ley del aborto.
Decía también: "Quienes son anti ley del aborto, anti derechos, y se llaman 'provida'. Y, cuando alguien se llama 'provida' deja para los demás la imposibilidad de la vida y nadie que esté a favor del aborto es porque no quiera la vida". "Necesitaba defender esa palabra, como otras que empiezan a estar en cuestión, que se las apropia alguien para determinado uso político", aclara con rotundidad Piñeiro.
"El silencio que opera sobre tantas mujeres agredidas en redes sociales. Muchas han tenido que dejar de utilizarlas, otras han callado, porque es imposible ver inundada tus redes con mensajes de quien te dice barbaridades, esa es la forma en la que opera el fascismo porque quieren que seas tú misma quien te censures", señala la autora.
"Llegué a comprender que guardaba silencio para evitar el dolor, hasta que encontraba las palabras y conseguía calmarlo, pero hasta llegar a ello, el cambio, el proceso fue de dolor". Concluye Piñeiro.