37 años de carrera profesional como periodista deportiva dan para mucho: decenas de campeonatos de Europa y del Mundo, nueve Juegos Olímpicos de Verano, siete de Invierno, cientos de retrasmisiones a lo largo y ancho del globo terráqueo y una lucha constante por visibilizar a las mujeres en este ámbito. Todo ello, con gran profesionalidad y esmero.
Paloma del Río (Madrid, 1960) es la voz del deporte español; mérito suficiente para convertirse en el modelo a seguir de varias generaciones de periodistas que han encontrado en ella un espejo en el que reflejarse. Este año 2024, ha sido Premio Nacional de Televisión, un galardón que nunca antes se había entregado a un periodista deportivo, y en cuyas listas solo hay tres mujeres. Paloma entre ellas.
Ahora que se ha jubilado, su voz y su apasionada forma de narrar los Juegos Olímpicos sigue presente entre las pistas, los atletas, las televisiones y los espectadores. Tanto es así, que su teléfono móvil no ha parado de sonar en las últimas semanas: "Estoy recibiendo muchos mensajes por redes sociales, mensajes de cariño y de nostalgia. Eso me hace pensar que he llegado a más gente de la que pensaba por la manera de transmitir y por la dedicación al mundo del deporte". No cabe duda: España le echa de menos.
Durante estos Juegos de París, Paloma del Río está siguiendo bien de cerca a todos y cada uno de los deportistas olímpicos. Y, aunque haya cambiado el frenesí de la retransmisión en vivo por la tranquilidad del sofá de su casa, no ha podido evitar hacer su propia quiniela como si estuviera a pie de pista. ¿Qué le augura al deporte español una de las figuras más conocedoras de los Juegos Olímpicos?
España últimamente está que se sale en muchas disciplinas: marcha, vela, fútbol... ¿Cómo crees que le irá a nuestro país en estos Juegos?
No es cuestión de cuantificar las medallas, sino de valorar la actuación de los deportistas. Lo que he aprendido a lo largo de los años es que no es cuestión del número, que también, sino de que los deportistas que se han preparado tan intensamente hagan un buen papel.
Siempre aprendí de Almudena Cid que lo que quería era demostrar el trabajo en la pista, independientemente del resultado que consiguiera. Lo que tienen que hacer los deportistas es sentirse satisfechos con el trabajo hecho. Evidentemente, ganar medallas es complicadísimo en los Juegos Olímpicos, pero deben salir a hacer su trabajo lo mejor posible, y a demostrar en la competición que el trabajo de los entrenamientos ha salido bien.
¿Eres de hacer quinielas? ¿Te atreverías a hacer alguna?
Cuando empezaron los Juegos, me salía una cuantificación de unas 18 medallas. No sé si era demasiado optimista... aunque también he oído a gente decir que estábamos en disposición de superar las 22 de Barcelona. A mí me encantaría, pero se tiene que dar muy bien.
¿Qué sensaciones te trasmite el conjunto de gimnasia rítmica?
Lo que han hecho en los dos últimos años parece que les permite soñar con una posición de pódium y repetir el hito de los Juegos de Río, si no mejorarlo. Lo que pasa es que hay varios equipos europeos, y el brasileño, que son complicados. Podrían estar muy cerca de las medallas del podio.
"Simone Biles es la mejor de la historia. Me parece que es una fuera de serie, mental y físicamente"
Pasemos ahora a la gimnasia artística. El fenómeno de Simone Biles, ¿qué opinión te merece?
Yo creo que, desde mi punto de vista, es la mejor de la historia. Muchas veces han hecho la comparación entre ella y Nadia Comăneci, pero creo que la gimnasia que hacía Nadia no tiene nada que ver con la que hace Simone. Ya ha superado todos los récords, a Shannon Miller en Estados Unidos, que era la que más medallas olímpicas tenía. A mí me parece que es una fuera de serie, mental y físicamente.
Hablando de salud mental, la semana pasada dio la vuelta al mundo la imagen de la gran favorita en judo para llevarse la medalla llorando desconsoladamente tras ser eliminada. Parece que ahora se está poniendo más el foco en la salud mental. ¿Has notado esa evolución a lo largo de los años?
Precisamente Simone Biles es la que, en la final de equipos de hace cuatro años en Tokio, lo expuso internacionalmente. Todo el mundo sabía que en los equipos había soporte psicológico, pero cuando ella lo puso encima de la mesa es cuando otros deportistas dijeron: "Me retiro, necesito una pausa, necesito un tiempo porque mi cabeza no funciona como debería funcionar". Me parece que hay que agradecerle a Simone Biles y a estos grandes deportistas, como Ricky Rubio.
En gimnasia rítmica, por ejemplo, o en natación sincronizada, se han dado varios casos de quejas de los atletas hacia sus entrenadores por la exigencia abusiva en los entrenamientos. ¿Crees que ahora está todo más controlado?
Podemos recordar el caso de Larry Nassar con la Federación de Estados Unidos. Esos abusos sirvieron para exponer circunstancias que no deberían ocurrir, pero que se han dado abusivamente. El método de los Károlyi, importado de Rumanía, era un claro ejemplo: el hecho de que en el rancho de los Károlyi hubiera un cartelito diciendo que se prohibía la entrada a los padres durante los entrenamientos ya te indica que, si no hay luz y taquígrafos, puede que esté ocurriendo algo que no debería.
El nivel de exigencia de la élite supone una disciplina tremenda. Pero de ahí a la mala educación, los insultos, el menosprecio, al contacto físico... eso no debe ocurrir. Afortunadamente, hubo deportistas que denunciaron lo ocurrido, como pasó en la gimnasia de Países Bajos, Gran Bretaña, o algunos casos en España. Los insultos y la humillación tienen que quedarse fuera. A lo largo de mi carrera, he visto deportistas entrenando durísimo, y nadie les ha puesto una mano encima ni les ha insultado.
¿Te acuerdas de tu primera retransmisión? ¿Cómo la viviste?
Fue un poco sorprendente porque me cogió mi jefe por el pasillo y me dijo que me fuera preparando, que tenía una transmisión en Sevilla de tenis de mesa. Yo aluciné un poco. Tuve suerte de haber estado en la Federación de Tenis de Mesa de Madrid, con lo cual conocía el reglamento. Pero una cosa es conocer el reglamento como competidor, y otra cosa es saberlo porque vas a hacer transmisiones.
Lo viví con mucho respeto y un poco de vértigo, pero me ayudó mucho mi compañero Ramón Pizarro. Él me orientó, me dijo qué tenía que hacer y cuáles eran los pasos a seguir. Lo afronté sabiendo que yo tenía al lado una persona experta en tenis de mesa, y que, en las cuestiones técnicas, él era quien iba a llevar la voz cantante. Yo me hacía cargo de la parte técnica de la transmisión.
¿Eres de las que te escuchas después de la retransmisión?
Sí. Normalmente analizo todas las transmisiones que hago para poder evaluarme y corregirme en caso de que me tuviera que corregir. Si das por bueno todo lo que haces, a veces pierdes un poco la perspectiva y repites errores que no deberías, pero que no te das cuenta que cometes.
La sensación que tienes cuando estás en directo no tiene nada que ver con la sensación de cuando la escuchas como espectador. La impresión que yo tengo cuando retransmito es una, y cuando la escucho es otra. Creo que si hago una transmisión que llega al espectador que está en su casa, tengo que tener esa sensación de espectador. Si no me escucho, ¿cómo voy a saber cómo las hago? Salvo la del Mundial del año pasado, que fue la última y no la escuché, las demás las escuchaba.
"Casi siempre he cubierto deportes individuales y me costó mucho narrar los de equipos. Pensaba que no valía, que no era lo mío"
Empezaste con la gimnasia rítmica y a ella se le fueron sumando la hípica y el patinaje artístico. ¿Se te ha quedado algo en el tintero? ¿Alguna disciplina que no hayas cubierto, pero te hubiera gustado?
Siempre me han gustado más los deportes individuales. Casi siempre he hecho deportes individuales: hípica, patinaje, gimnasia, gimnasia rítmica, tenis, esquí, saltos de trampolín... en los deportes de equipo, tienes que entrenar tu ojo para verlos de otra manera. Y yo, que durante tantísimo tiempo estuve haciendo individuales, me costó un poco al principio hacer vóley, por ejemplo.
Yo pensaba que no valía porque no era lo mío, pero luego te vas acostumbrando y vas trabajando en ello. Poco a poco vas viendo qué posibilidades tienes para no equivocarte. Los deportes individuales creo que son los que más me han gustado, desde luego.
¿Alguna disciplina por la que sientas debilidad? ¿Alguna que te guste más retrasmitir o que vivas con más pasión?
Yo soy muy melómana, todas las disciplinas que tienen música me gustan. Me encanta el patinaje porque entiendo que no es un señor o señora haciendo piruetas en el hielo, sino que escogen de manera concienzuda una música para crear una historia. Con la rítmica pasa lo mismo, y con la gimnasia artística en suelo también.
Disfruto con todas, pero si tuviera que escoger una, quizás aquellas que van acompañadas de música porque me toca mucho más la fibra.
"He practicado todas las disciplinas que he transmitido para sentir lo mismo que los deportistas, y haciendo esquí me rompí la mano"
Si fueras deportista, ¿qué deporte practicarías? ¿Te has lanzado con alguna de las disciplinas que retransmites o prefieres verlo desde la barrera?
He probado y practicado todas las disciplinas que he comentado, precisamente para tener la sensación que tienen los deportistas que las hacen. He montado a caballo, he nadado, esquiado, he saltado en trampolín, he hecho gimnasia... todo de una manera muy patosa y en un nivel elemental. Pero sí, he querido tener la sensación que tienen los atletas para acercarme más a los deportes y a las sensaciones que ellos pueden tener.
¿Alguna anécdota practicándolos?
Bueno, Lola Fernández Ochoa me intentó enseñar a esquiar y lo que conseguimos fue que me pusieran los esquíes, me bajara del telesilla, me cayera y me partiera una mano. Eso ha sido toda mi experiencia con el mundo del esquí, pero ahora entiendo perfectamente la dificultad que supone practicarlo y bajar a esas velocidades tan tremendas. Y en patinaje, también muy patosa. No era capaz de controlar los pies y me caía... un desastre.
Has tenido la suerte de coincidir durante estos años con los más grandes deportistas de nuestro país. ¿Alguno con el que te lleves especialmente bien? ¿Alguien que te hiciera ilusión conocer?
Muchísimos, y sigo conociendo a más. He tenido una relación muy intensa, especialmente con los y las gimnastas: con Gervasio Deferr, Almudena Cid, Alejandra Quereda, las gimnastas de conjunto, Lourdes Mohedano, Blanca y toda la familia Fernández Ochoa, con los jinetes... con muchísimos deportistas: Carolina Marín, Gemma Mengual, Andrea Fuentes...
Cuando ganó la medalla de plata María Pérez, me hizo una videollamada junto con la jefa de prensa de la Federación, y estuvimos las tres un momentito hablando. Me llevo bien con todos porque, no solo he hecho transmisiones, sino que he estado dentro del mundo del olimpismo durante muchos años.
"Muchos estudiantes me dicen que hacen la carrera de periodismo porque se fijaron en mí. Me da alegría, pero también me responsabiliza"
En España, hay varias generaciones que tienen tu voz grabada en su memoria. Eres, por ejemplo, la voz de la gimnasia rítmica, y contigo y con Almudena Cid nos hemos emocionado todos. ¿Eres realmente consciente de tu legado?
Porque me lo dicen, pero yo no he trabajado para eso, aunque sí que parece que ha marcado. De hecho, durante esta semana no he parado de recibir mensajes por redes sociales, de mucho cariño y de nostalgia, de gente que me echa de menos. Eso me hace pensar que he llegado a más gente de la que yo pensaba por la manera de hacer las transmisiones y por la dedicación al mundo del deporte.
Es verdad que muchos estudiantes me han dicho que han hecho una carrera porque se fijaron en mí y quisieron imitarme, y eso me responsabiliza mucho. Por un lado me da mucha alegría, pero también responsabilidad. Eso es muy agradable que te digan eso, que han tenido en ti a una persona referente. Y si eso significa que quizá he hecho las cosas bien.
No es una cosa que yo pueda controlar, pero la gente me lo dice y es muy agradable oír que he servido de espejo para varias generaciones de periodistas.
Este año has sido Premio Nacional de Televisión, galardón que compartes con algunos grandes como Jesús Hermida, Victoria Prego o Matias Prats. ¿Te acuerdas de qué pensaste cuando fuiste consciente de que eras la ganadora? ¿Cuál fue tu primera reacción?
¿Te das cuenta de que en esa lista, desde que se escribió en 2009, solo hay dos mujeres? García Campoy y Victoria Prego. Y, además, es curioso porque siempre se lo dan a programas o a gente que está relacionada con los informativos. Es la primera vez que se lo dan a alguien del mundo del deporte. Esto significa lo importante que es el deporte y cómo llega a las casas de la gente a través de la televisión pública.
Me hizo mucha ilusión que el Ministerio de Cultura dijera que me otorgaban el premio por la lucha por la igualdad de las mujeres a lo largo de tantos años y por haberme convertido en un referente en el mundo del periodismo.
¿Te consideras parte de esa generación de mujeres pioneras en el periodismo deportivo?
No, yo soy de segunda fila. Antes de mí había varias mujeres, que me encontré cuando estaba de becaria. Mari Carmen Izquierdo, María Escario, Elena Sánchez, María Antonia Martínez... en Barcelona también estaban Olga Viza y Mercedes Milá, y en prensa escrita y en radio había otras tantas haciendo periodismo deportivo. Lo que pasa es que la prensa y la radio tiene menor visibilidad que la televisión.
Cuando llegué de becaria ya estaban ellas, aunque todas se han dedicado a otros menesteres, a otras especialidades, y yo he sido la que me he mantenido en el mundo del deporte desde que empecé hasta que terminé.
"Cuando empecé mi carrera había muchos hombres veteranos y yo tuve la sensación de ser una intrusa. Era un coto privado para ellos"
¿Te encontraste dificultades para desempeñar tu trabajo?
Sí, porque cuando yo llegué, aunque ya hubiera un grupo de mujeres, también estaban los hombres que llevaban allí toda la vida haciendo deportes. Eran hombres veteranos de 60 y tantos años, veteranos y maduros; y nuestra generación era de veintitantos años. Parecía que solo ellos podían hacer periodismo deportivo y yo tuve la sensación de que éramos intrusas.
María Escario decía que ella no tuvo esa sensación, y Olga en Barcelona tampoco, pero yo sí. Tuve la sensación de que estábamos metiéndonos en un terreno que era suyo, o que ellos consideraban suyo. En ese momento, era un coto privado para los hombres.
Luego, con el paso del tiempo y con el trabajo que realizas, te das cuenta de que, si haces un buen trabajo, acabas consiguiendo un hueco. Además, ellos se dedicaban únicamente al fútbol y yo tenía un conocimiento polideportivo mucho más amplio.
¿Crees que ha evolucionado el sector periodístico en nuestro país? ¿Que las jóvenes periodistas de ahora lo tienen más fácil que antes?
No sé si lo tienen más fácil, pero tienen más medios, más pantallas. Cuando yo empecé sólo había una televisión y tenía dos canales, y ahora hay muchas televisiones públicas, privadas, internet, canales temáticos... la posibilidad de aparecer antes era mucho menor, o de trabajar en televisión en el mundo del deporte era mucho menor de lo que de lo que es ahora.
¿Cómo animarías a las jóvenes periodistas a adentrarse en este mundo?
Si lo que quieren es ser periodistas deportivos, que luchen por ello. Ahora bien, ¿qué tipo de periodista deportivo quieren ser? Si quieren ser especialistas en fútbol, van a tener una competencia feroz porque todos quieren ser tertulianos en los programas de televisión. Pero luego llegan los Juegos Olímpicos y te das cuenta de que hay un desconocimiento casi generalizado de otros deportes donde, si conocen las cosas elementales, puedes destacar.
Lo que tienen que hacer es estudiar, prepararse y descubrir el mundo del deporte: conocer las instituciones, cómo se rigen desde dentro, desde el Comité Olímpico Internacional, los comités nacionales, las federaciones internacionales, las relaciones nacionales... todo eso también forma parte del periodismo deportivo.
Parece que solo hablamos de fútbol porque es que es lo único que nos venden. Ser periodista deportivo significa, no solo conocer el mundo del fútbol, sino conocer todo lo demás. Y para eso hay que estudiar.