Sobre la mesa donde Dolores Fonzi (Buenos Aires, 1978) despliega sus pertenencias se expone una especie de kit de supervivencia: hierba mate de Misiones, un porongo con su respectiva bombilla, un termo con agua caliente, la mitad de una taza de café negro ya frío, cigarrillos, un bentō de sushi a medio terminar.
En todo eso, una de las actrices más celebrada y admirada de Argentina y América Latina, encuentra apenas algo de su energía. Su mayor fuente de entusiasmo procede más bien de una alegría contagiosa, de la satisfacción por haber pasado con un sobresaliente la prueba de fuego de Blondi, su primera película como directora.
"Iba a pasar en algún momento", admite su gran salto a la dirección, aunque no puede dilucidar el por qué ese aquí y ahora. Dice que tal vez sea por sentirse más acompañada, quizás sea por una cuestión de madurez, eso sí, en sus intenciones no detecta "pretensión concreta", reflexiona la intérprete que también traspasa fronteras para serpentear entre el cine (Paulina, La cordillera, Truman, Soy tu fan, Distancia de rescate), la televisión (Mujeres asesinas, En Terapia, Claudia, Según Roxi) y el teatro, el primer lugar que la enganchó a la actuación.
"Fui coqueteando con la idea, de ir entendiendo lo que quería hacer, hasta que me dije 'ahora ya sí quiero', y pasó", sonríe antes de darle un sorbo largo al mate al concluir este amago de seguirle el rastro a su decisión de dirigir.
Dolores se lo puso difícil con su ópera prima, ya que además es coguionista (junto a la también actriz Laura Paredes), productora y protagonista. A conciencia apuntó alto en esta comedia dramática sobre una mujer que fue madre adolescente - porque el médico que le iba a practicar un aborto la engañó al recetarle pastillas para fortalecer el feto – y que ha asumido la maternidad de una manera bastante particular.
Con su hijo Mirko (Toto Rovito), un veinteañero al que ha criado sola, mantiene una relación que va más allá del típico nexo materno-filial. Juntos se van de fiesta, fuman porros, cantan y bailan en conciertos, ven las mismas películas y comparten el mismo círculo de amigos.
Confiesa que superó la incertidumbre y la preocupación por hacer las cosas bien. El fogueo y ojo entrenado como actriz de larga trayectoria fueron claves para asumir sus múltiples ocupaciones en Blondi.
"Cuando uno es madre y tus hijos te preguntan todo el tiempo, y que tenés que organizar lo que van a comer, lo que se tienen que poner si hace frío o calor, si se enferman, si tienen piojos, lo que sea del colegio… dirigir es un poco todo eso, es contestar preguntas sin parar, no importa que sepas la respuesta, lo que importa es que parezca que sí la sabes, además de tener la valentía de poder delegar", describe a una velocidad vertiginosa.
Dolores Fonzi le quedó un buen sabor de boca. "No sé qué esperaba", reflexiona sobre el buen recibimiento a nivel de crítica y público que tuvo Blondi en Argentina cuando se estrenó el año pasado y que ahora llega a las salas comerciales de España, "tampoco sé lo que esperaban de mí, pero evidentemente los sorprendí".
Una película producto de su tiempo
La Blondi interpretada por Dolores, es una mujer que rompe con la idea de la madre perfecta, haciendo trizas las estructuras sociales.
"Por el hecho de ser mujeres recibimos muchos machaques", dispara Fonzi, "no solo tenés que ser madre, sino también tenés que ser una mujer buena y con buen humor, hacer todo bien en la casa, criar bien a los hijos…".
"A las mujeres se nos demanda perfección en todos los sentidos, es un tema complicado", afirma la también madre de dos (Lázaro y Libertad), cuya Blondi, de espíritu punki, dice "se desbanca".
Argentina es un país puntero en los movimientos feministas. Las multitudinarias protestas, así como la creación y actividad sostenida de muchos colectivos feministas, generaron no solamente terremotos políticos y sociales, sino también una fuerza arrolladora que ha inspirado a muchas mujeres tanto en Argentina como en toda América Latina.
Dolores ha sido además militante del derecho al aborto legal, seguro y gratuito (por cierto tema de su próxima película como directora, Somos Belén), por lo que se puede deducir que la actriz encontró en ese Zeitgeist y en los cambios producidos a raíz de las luchas feministas el impulso decisivo para sacar adelante a Blondi.
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"Empecé a escribir la película en el 2016-2017", arma la cronología, "el 'Ni una menos' fue en el 2015, en el 2018 fue toda la militancia por el aborto [la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal y gratuito] y en el 2020 sacamos entre todas la Ley del aborto [la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo finalmente promulgada en el 2021]".
"Es verdad que desde la militancia por la Ley de aborto, los derechos individuales y las libertades, hay un refugio, un lugar adonde recurrir, donde te sentís apoyada y acompañada por las compañeras y todas las agrupaciones", describe y corrobora el empujón, "con Blondi empiezo una militancia desde las películas que me parece más interesante porque es lo que yo puedo hacer".
Las vaginas dentadas
Con humor, Dolores Fonzi también aborda en su ópera prima una gama de estigmas que muchas sociedades aún se empeñan en colgarles a las mujeres. Desde el embarazo adolescente a la sexualidad, de ser madre soltera al 'fracaso' sentimental.
Hace un recorrido por el tríptico compuesto por Blondi, su hermana (interpretada por Carla Petersen) y su madre (Rita Cortese) también madre soltera, y a propósito de esas tres mujeres se ríe a carcajadas cuando se le recuerda la frase con la que los vecinos de la ficción les califica: 'las vaginas dentadas'.
"En esa escena en particular hablan de que la hermana había estado con todos los hombres que quiso, por eso la odiaban, y después cuando Blondi queda embarazada le hacen bullying. ¡Imagínate, la hermana come-hombre y la otra embarazada, era la casa de las vaginas dentadas!", vuelve a retumbar su risa.
"Recuerdo que cuando yo tenía 14 años y estaba en segundo [de instituto], de repente una chica de cuarto se embaraza", rememora, "y yo en vez de decir '¡Guau, quedó embarazada!', no podía entender cómo es que había tenido relaciones sexuales si era de familia católica, muy poco progre en todos los sentidos, ¿acaso fue por obra y gracia del Espíritu Santo? ¡Me quebró la matriz!".
"Salgo de esa mirada de medio de pueblo y prejuiciosa sobre las libertades individuales, de si alguien tiene una relación sexual está condenada por la mirada social o si una queda embarazada es porque tuviste sexo, entonces también sos culpable, ¡siempre sos culpable…!", concluye.
Cada vez más en el cine se están abordando temas sobre las mujeres o que nos conciernen, pero sobre todo son historias contadas desde la mirada de mujeres, guionistas y directoras.
"Siento que las mujeres necesitamos visibilizar mucho más nuestras temáticas que vienen siendo invisibilizadas hace tanto tiempo", reflexiona la cineasta sobre este cambio tan significativo y necesario.
En esa mesa bajo un parasol durante el Festival de Internacional de Cine de San Sebastián, donde Blondi formó parte de la sección Horizontes Latinos, el café sigue frío en la taza, una sola pieza de sushi ha desaparecido mientras que el mate va mermando.
Ante la pregunta de si como persona pública, que desde muy joven ha estado bajo la mira, siente aún mucho más intensas las presiones de todo tipo, Dolores responde instantáneamente como un flujo de conciencia.
"Evito todo lo que es mirada externa, energía extraña y mala onda, porque creo que si lo negás, no existe", argumenta, "es un pensamiento muy budista en un sentido, aunque no soy budista, pero me siento cercana a eso de negar lo que no me suma o que me quiere restar".
"Como dice Meryl Streep cuando le preguntan cómo hace con el paso del tiempo: ‘¡Negando, negando y negando!’", se ríe de la respuesta genial de su famosa colega, "es sano evitar meterte en meollos, y obviamente pueden decir lo que quieran, pero si me dicen cosas graves o me quieren lastimar, tenés que cuidarte de otra manera y protegerte. Sin embargo, no me importa lo que diga la gente estúpida".