Fue en pleno encierro de la pandemia, en abril del 2020, cuando Laura, mi editora, me llamó para pedirme que escribiera un libro sobre el miedo. En esos momentos mi vida, como la de la mayoría, estaba patas arriba, teniendo además a mi suegro ingresado por Covid. Recuerdo que estaba muerta de miedo. Sentía tanta perplejidad por cómo había cambiado el mundo en apenas unas semanas que le dije, yo, que me apunto a un bombardeo, que en esos momentos no me sentía capaz.
Como escritora e investigadora en el campo de las competencias emocionales aplicadas, no pude evitar empezar a hacerlo, comenzar a escribir, poner atención e investigar a fondo esta emoción, aprovechando de paso el miedo que sentía para analizarlo. Sabía que las circunstancias eran excepcionales y el miedo social se había disparado, y sabía también cuáles serían las consecuencias de todo ese proceso, así que quise aprovechar la oportunidad. Es el libro que más he tardado en escribir, 3 años de apuntes, reflexiones y observación.
Se publicó 4 años después de empezar a escribirlo, justo cuando la salud mental y emocional está en máximos históricos de peligro. Los niveles de miedo, preocupación, ansiedad y tristeza la sienten 6 de cada 10 españoles/as. Aunque son emociones que sentimos casi a diario, pocos sabemos qué es el miedo, para qué nos sirve y cómo podemos ser nosotras quienes lo gestionen a él para que no sea él quien nos gestione.
Yo soy de las que, además de escribir e investigar, trabaja en la trinchera de la educación, ya sabéis, donde todo te salpica, donde te encuentras a niños y niñas de 10 años enfadados con el mundo mundial que se sientan en el suelo y te dicen que no se levantan porque la vida es una mierda (con la "e" muy larga). ¿Y entonces qué haces? Porque tienes a 15 más esperando para realizar las actividades de La Granja (granja-escuela y Ability Training Center).
Fueron situaciones como esa, en las que no tenía recursos para conseguir cambios de actitudes y comportamientos, las que me empujaron allá por el año 2002, a investigar y probar el hacer cosas diferentes, hasta que algo me funcionara. Y ocurrió. Los recursos de la educación emocional daban resultados asombrosos, y fue en 2014 cuando ya empecé a publicar; libros como Entrénalo para la vida, Crecer con valentía y varios cuentos.
El trabajar también con adultos, equipos de empresas e incluso con personas de la tercera edad, me ha facilitado el poder observar las habitaciones desordenadas que muchos tenemos; esos asuntos por resolver, esas conversaciones pendientes, todo aquello por disculpar o perdonar.
Cuando no entramos a ordenar y resolver, la habitación se acaba llenando tanto que ya no podemos ni abrir la puerta. Y si llega la adversidad o la incerteza, llega el miedo, y con él, un montón de gestión interior. Pero si la habitación está tan llena, no podremos ni entrar, y entonces empiezan los problemas de verdad porque el temor nos paraliza y nos quita la fuerza para hacer todo ese trabajo. Este es uno de los motivos del aumento vertiginoso del estrés, la desconfianza, la susceptibilidad, la agresividad, el conflicto y la queja… y del consumo de ansiolíticos. ¿El otro? Ser analfabetos emocionales, lo que nos impide aprovechar nuestro constructo de la inteligencia emocional para convertir nuestras emociones en inteligentes aliadas para ir por la vida y afrontar todo aquello que nos pase de una manera que nos funcione (sin acabar amargando a los que nos rodean).
Siento un enorme enfado porque mucho de este sufrimiento se evitaría si educáramos a nuestras emociones, algo que es posible y fácil hoy en día porque ya existe la ciencia y la metodología.
Laura, una niña de 8 años, me dijo: "He dejado el miedo en el bosque, no lo quiero llevar conmigo". Nil, un pequeño de 4 que explicó: "mi mamá necesita semillas de alegría, le daré las mías". O Ana, una directiva de 30 años que me comentó: "Me he dado cuenta de que me da miedo el miedo".
Tener el miedo bajo control
No dejéis que el miedo os asuste, cada una de nosotras es mucho más grande que sus miedos, mucho más. Y en Líbrate del miedo hay tanto rigor como recursos prácticos y fáciles, de los que me funcionan con los niños y los adultos.
Paremos esta especie de tsunami emocional que estamos viviendo y empecemos por nosotras, digamos STOP al analfabetismo y convirtámonos en Activistas por el Bienestar Emocional.
¿El primer paso? Ser conscientes de nuestro miedo y de la ansiedad sin control, para que estas emociones no inunden nuestras miradas ni la de las personas que queremos.
¿Cómo? Empecemos por darnos cuenta de que el miedo es una emoción preconsciente, es decir, pasa antes de la consciencia, por lo que no podemos evitarla, solo regularla.
El miedo no es nuestro enemigo si lo controlas tú a él. Si no lo haces, él te tendrá a ti, y es cuando pensará por ti, hablará por ti y decidirá por ti …. A veces toda una vida.
En el libro he escrito cómo jugar a hacer más pequeños nuestros temores, a conocer los secretos del miedo, la rabia y la tristeza, a aprender a vivir como las flores y a ponernos la tapa para que no nos afecte tanto cuando alguien nos hable mal. Es importante hoy en día no confundir alegría con felicidad, y también diferenciar entre exigencia y excelencia o sustituir el preocuparse por el ocuparse para reducir la ansiedad. Es interesante también poner atención en la "gente bonita", escuchar el cuento que te cuentas y estar tú bien por si los demás no lo están. Todo ello es mucho más fácil de conseguir de lo que parece, ¡de verdad!