Entrevista

Megan Maxwell, el fenómeno editorial español que conquista a millones de lectoras: "A veces me dicen 'gracias a tus novelas me he divorciado'"

“Todos merecemos enamorarnos por lo menos una vez: si eso no te pasa, te ofrezco la posibilidad en un libro”

Fecha de publicación:
Fotografía

Esteban Palazuelos

Estilismo

Ana Pérez Santa María

Maquillaje y peluquería

Rosa Navajas

Asistente

Rocío Chozas Martínez

Hay escritores de brújula y escritores de mapa. “Yo soy de brújula”, comienza explicando Megan Maxwell, “los mapas me ralentizan”. Cada mañana, esta autora enciende el ordenador a eso de las 09h30 —lo apagará a las 21h30 —, primero para mirar sus redes sociales y luego para corregir lo que escribió el día anterior y documentarse. Después, almuerza, y por la tarde, que es cuando está más inspirada, se marcha al siglo XIII o a los rincones más eróticos de su mente. Si tiene dudas sobre algún detalle, no suele googlear, sino preguntar en alto a su compañera constante, Alexa —“a ella, que no puedo mencionarla ahora, porque si pronuncio su nombre se dispara”, bromea—.

“Alguna noche me quedo a escribir, pero no sé aprovecharlo bien: yo a esas horas quiero ver una serie o una peli tumbada en el sofá”, explica a la revista Magas. “En realidad, soy muy germánica. Siempre tengo una idea en mi cabeza de cada libro, sé cómo empieza y cómo acaba. Y luego busco el camino. Quiero que mis libros siempre acaben bien, porque la vida ya te da demasiados disgustos. Esos libros en los que te pasas doscientas páginas luchando con ellos y al final se muere él o ella, pues dices: ‘Joder, qué necesidad había, qué cortarrollos!’. Yo busco terminar un libro con una sonrisa”, añade.

Y así debe de ser, porque, según confirman las librerías, cada vez que Megan Maxwell —o María del Carmen Rodríguez del Álamo Lázaro (Núremberg, 1965)— publica un nuevo libro, hay muchas personas —cientos de miles, se habla de alrededor de 10 millones de lectoras y lectores a día de hoy— que lo compran la misma noche que sale a la venta y a la mañana siguiente ya lo han terminado.

Foto uno de Megan Maxwell con el look uno

Disculpe, ¿cómo me dirijo a usted, y con qué nombre?

Megan. Por el nombre de Carmen ya nadie me llama, ni siquiera mi familia. Si me ves por la calle y me llamas por ese nombre, no me volvería ni a mirar.

¿Cuándo llegó a su biografía ese nombre?

Mi padre es americano, mi madre española y yo nací en Alemania. Me pusieron de nombre Carmen, pero me gustaba Megan porque nadie se llamaba así. Cuando pude empezar a utilizarlo, hace años, fue porque siempre me he identificado más con Megan que con Carmen.

¿Entonces no es un ‘nickname’ creado para escribir?

No, el nombre viene de mucho antes de que yo escribiera libros, es algo que está muy arraigado en mí. Tanto es así, que mi madre me dijo hace poco que, siendo mi auténtico nombre, por qué no iba al Registro y me lo cambiaba, y le respondí que eran demasiados papeleos… Quita, quita, si yo ya sé que soy Megan.

Mono de Hug and Clau y kaftan de Vida y Milagros

Foto dos de Megan Maxwell con el look uno
Foto tres de Megan Maxwell con el look uno

¿Cómo se describe? Usted ha pasado de ser autora amateur trabajando en una asesoría jurídica a tener un gran éxito comercial como escritora, ¿diría que es la misma persona?

Soy una persona normal y corriente, como la mayoría. La gente se piensa que por ser escritora y tener mucho éxito tu vida tiene que ser de película o de color de rosa. Y no. Mi vida es normal, cada día cocino y voy al súper. ¿Cómo me defino desde que tengo éxito? Igual. Mis amigos son los mismos. Lógicamente, conozco a más gente y me invitan a más eventos, pero la burbujita de mi vida es igual. Piensa algo: al ser escritora, trabajas sola y en casa. No estoy de viaje todo el día, por ejemplo ahora voy a Latinoamérica y allí -no te lo niego- voy a buenos hoteles, porque mi editorial me pone lo mejor, pero mi vida seguramente sería aburrida para mucha gente.

Me atrevería a decir que, al igual que nos ocurre a las personas que ejercemos el periodismo, sentir que se es capaz de contar historias cambia el modo en que nos percibimos…

Hace unos años, cuando empecé a escribir, lo hacía solamente para las personas a las que les interesaba: eran mi madre, mi tía y primas y algunas amigas. Ahora, que sé que me leen millones de lectoras de todo el mundo, no solamente en España, sino en muchos países, claro que eso te hace decir: ‘Mi trabajo sirve para algo’, y lo sé porque me lo cuentan directamente. Hay gente que me dice: ‘Megan, me has ayudado a salir de una depresión’, o ‘me has acompañado mientras estuve ingresada en el hospital’.

Foto uno de Megan Maxwell con el look dos

¿Tiene alguna anécdota en este sentido que pueda compartir?

Hace poco, me escribió una chica para contarme que se había muerto su hermana y que, durante dos años, su madre y ella habían dejado de sonreír. Un día le dio un libro mío, y me contaba que, aparte de que se había vuelto adicta a leer, vio que su madre estaba sentada leyendo un libro mío, ¡y estaba sonriendo! No es solo cuestión de entretener. Saber que una persona volvió a sonreír conmigo me impacta y me hace sentir bien. Como mujer, en mis novelas hago siempre que ellas tengan fuerza: aunque al principio de la novela duden, como nos puede pasar a muchas, porque todas tenemos momentos de debilidad, creo que aprendemos tirando para adelante. Es así como te das cuenta de que se puede, que tienes que tirar hacia adelante, ¡y sacar los ovarios!

Le han criticado que en las épocas en las que ubica sus ficciones a veces no existían mujeres como las que describe, y usted responde que esas mujeres estaban ahí, aunque duraban poco… ¡Me encanta esa idea!

Exacto. Me lo dicen sobre todo por la serie de las Guerreras Maxwell que está ambientada en el siglo XIII. Claro que existían mujeres fuertes: se las cargaban igual a los dos días, pero existir, existían, y yo escribo sobre aquellas que en la Edad Media o en cualquier época tenían un par de narices. No le puedo gustar a todo el mundo. Pero a quien le gusto me consta que disfruta bastante de mis novelas y están siempre pendientes de cuándo saco una nueva para comprarla. Algunas me dicen que desconectan y pasan un buen rato leyéndome. Otras que las he ayudado mucho. Yo nunca critico un libro aunque no me guste, porque sé lo difícil que es escribir y, quizás, si lo vuelvo a leer en tres años, me encante.

Foto dos de Megan Maxwell con el look dos
Foto tres de Megan Maxwell con el look dos

Camista y pantalones de Pinko y zapatos de Gioseppo

¿Cree que hace más sonreír que llorar?

Pongamos que el 85% de mis libros te hacen sonreír. La saga ‘Pídeme lo que quieras’ es una saga erótica que te va a calentar seguramente, pero te va a hacer sonreír también. Y luego tengo otros libros llenos de sentimientos. Pero me gusta la idea de que mi trabajo sirva para hacer sonreír y viajar a otros sitios mientras estás sentada en el sillón de su casa. Me dicen los libreros: “¡Nos enteramos de tus libros porque la gente viene a preguntarnos antes de que lleguen los comerciales!”.

¿Le sorprende tanta expectación?

Una cosa que me llama mucho la atención es que a las doce de la noche del día anterior de sacar un libro, no sabes la cantidad de gente que se lo compra en digital para empezar a leerlo y luego va a la librería y lo continúa en papel. O me levanto y me encuentro con mensajes de ‘ya me lo he leído, ¿para cuándo el próximo?’. Y les contesto: “Chica, que no me escribo un libro en veinticuatro horas, ¡igual tengo otro en Navidad!”. Escribo más lento de lo que mis lectoras leen. Tú que eres escritor, sabes cuánto se tarda en escribir un libro…

¡Yo lo que sé es lo difícil que es captar la atención con un texto! ¡Por la poca capacidad de concentrarnos que tenemos! ¿Cuál cree que es su secreto?

Yo creo que el fenómeno lo crean las lectoras comprándote, en parte porque se ven reflejadas en mujeres actuales, incluso en las del siglo XIII. Hay personas que no tienen esa valentía que yo describo en mis novelas, pero sí que quieren tenerla. Y leer estos libros se la da. A veces me dicen cosas como: “Gracias a tus novelas me he divorciado”. Me comentan que muchas veces no encuentran dónde coger la valentía y la fuerza necesaria para decir: “Hasta aquí hemos llegado”. Por contra, también me han pedido de todo en las firmas, hasta que haga propuestas de matrimonio a su pareja en la dedicatoria.

Foto uno de Megan Maxwell con el look tres

¿Puede ser intenso un amor de libro? Escribe usted sobre situaciones que comienzan con ‘besos que se dan con la mirada’…

Todos nos merecemos por lo menos una vez en la vida enamorarnos. Si eso no te pasa, por lo menos que leas un libro y te enamores de un personaje, por eso escribo novela romántica. Ofrezco esa posibilidad.

Usted se confiesa lectora de este tipo de literatura desde siempre, y cuenta que la persona que la introdujo en este hábito fue su madre…

Sí, ella es una superlectora de género romántico y siempre ha leído este tipo de novela. Antiguamente, había más escritoras americanas o inglesas. A mi madre la veía tan enganchada, que yo quería leerme un libro de esos y me respondía que era pequeña todavía. Mi libro preferido sigue siendo a día de hoy el primero que leí, con 14 o 15 años,: El Rescate, de Julie Garwood. Recuerdo que me enamoré, y a lo mejor por eso escribo ese tipo de novelas.

¿Entendió en el primer libro la gran afición lectora de su madre por la novela romántica? ¿Nació ahí su deseo de hacer lo que hace?

Sí, ahí entendí, porque me hizo desconectar totalmente del mundo e irme al siglo XI, a Escocia. Por eso, siendo una niña, recuerdo que prefería leer a salir con mis amigas, y entendí que mi madre cancelara planes como ir al cine por leer.

Foto dos de Megan Maxwell con el look tres
Foto tres de Megan Maxwell con el look tres

Top de Ysabel Mora, pantalones y camisa de Alma en Pena y zapatos de Gioseppo

¿Utiliza música para escribir? ¿Canciones románticas?

Por las mañanas me levanto y ya le digo a Alexa [sonríe] que me ponga mi lista de Spotify. La música me inspira, dependiendo de lo que escriba, y pongo mi música en función de la escena que esté escribiendo: si estoy con las Guerreras Maxwell me pongo música celta, Mike Oldfield. Si es algo romántico, Luis Miguel o Alejandro Sanz, y si estoy en una escena más de acción, Aerosmith o Bon Jovi. Luego tengo un canal en Spotify y ahí voy poniendo las canciones que salen en el libro. Me sorprende porque la gente las escucha, por eso ahora intento que puedas sentir esa canción cuando estás leyendo la novela.

¡Y ahora escribe para 10 millones de personas!

No sabría decirlo. Cuando veo que lo pone la editorial, yo misma me asusto. Es muchísima gente. Estoy encantada de que tantas personas me lean y más que eso, de que cada vez lo haga más gente. En mis libros intento empoderar a la mujer y que mis libros estén dando que hablar en el siglo XXI…

¿También lectores hombres?

Claro, y cada vez tengo más ‘guerreros’ que me felicitan y vienen a las presentaciones a que les firme el libro. Puede haber una proporción de 70% y 30%. Y ha cambiado, porque hace 10 años eran muchos menos hombres y creo que es porque están empezando a decir: “Yo leo esto porque me da la gana”. Antiguamente, recuerdo que mi madre, cuando leía novela romántica, se iba al trabajo con el libro forrado para que no se viera la portada; tú imagínate. Los libros románticos siempre se han considerado de segunda, pero hoy en día, ni las mujeres forran los libros, ni los hombres se avergüenzan de leerlos. Cada vez tenemos más seguridad a la hora de leer lo que nos da la gana, sea de amor o erótico.

Foto uno de Megan Maxwell con el look cuatro

¿Algo de lo que escribe es autobiográfico?

Siempre hay algo mío y eso lo saben las personas que me conocen. Mis amigas saben que algunas cosas que he escrito me han pasado. Porque a todos nos pasan cosas, claro. Pero el libro más leal o real es el que le escribí a mi madre, la historia de mis padres pero con un final de película. Es el que más se ciñe a una realidad que pasó, aunque el desenlace esté cambiado.

Sus novelas son conocidas por su gran intensidad, ¿en su vida busca esa misma intensidad o piensa que algunas cosas están mejor ahí, en la literatura?

¡Me encantaría que me pasaran muchas de las cosas que le ocurren a mis chicas en las novelas! Y creo que en el fondo las escribo porque quiero que me pasen, ¡pero no me pasan! Intento vivir la vida lo más intensamente posible. La vida se vive solo una vez y hay que aprovecharla al máximo, y de eso te vas dando más cuenta según pasa el tiempo. ¡Disfruta, porque cuando esto se acabe, se ha acabado! Eso pienso. Desde que me divorcié hace años, intento buscar la mayor intensidad posible en todo lo que hago, desde irme de juerga, que también lo hago, a pasar una tarde con mi familia. Intento disfrutar a tope de la vida.

Y al revés, ¿le ha ocurrido algo que había escrito, como si hubiera sido profético?

Sí, alguna vez. Yo misma me he quedado flipada. En especial una vez, que no te voy a contar lógicamente [sonríe], según se iba desarrollando la cosa, yo decía: “Bah, no puede ser, no puede pasar, no puede pasar…”. ¡Pues pasó! Esas veces de la vida en la que te quedas diciendo: “¿En serio?”. Cosas así te hacen quedarte muy sorprendida.

Foto dos de Megan Maxwell con el look cuatro
Foto tres de Megan Maxwell con el look cuatro

Vestido de Pinko y sandalias de Alma en Pena

¿El sexo y el amor siguen siendo algo tabú?

La cosa ha cambiado porque las personas estamos cambiando, y en especial las mujeres. Hace veinticinco años escribir un libro como el de Pídeme lo que quieras hubiera sido imposible, ¡me hubieran quemado en la hoguera por bruja! Y no hablemos de hace doscientos años. Claro que ha cambiado, porque las primeras que hemos cambiado hemos sido las mujeres… Y ellos, también. Hemos llegado a esta situación con la ayuda que antes no teníamos, y estoy agradecida a estos hombres que nos han apoyado los siglos pasados para que podamos estar ahora aquí. A la hora de hablar de sexo, las mujeres cuando nos juntamos y tenemos confianza hablamos muchísimo de sexo, nos contamos muchísimas cosas y nos aconsejamos sobre aparatitos y cosas así. El sexo es algo tan normal como comer o ir al baño o a trabajar. Hoy en día muchos hombres os asustáis porque las mujeres hablamos de sexo con una naturalidad y desparpajo que incluso os sorprende. Que hubiera parejas gays o de lesbianas, escribir ciertas escenas de sexo, hablar de ciertas cosas, era terrible hasta hace poco, y coño, ya estamos en el siglo XXI, que cada persona decida qué hace con su cuerpo y pueda disfrutar como le dé la gana. Que a mí no me guste una cosa no significa que a ti no te encante, respetando a todas partes podemos vivir mejor. La única desgracia es que no todo el mundo respeta a los demás.

¿Cómo vive sus adaptaciones audiovisuales?

Me gustan, yo creo que para cualquier escritor que publique un libro, que se lo adapten al cine o a una serie es un subidón. Luego, igual que he visto muchas películas y series de las que había leído el libro, y hay diferencias, pues en las adaptaciones de mis libros, hay cambios, he tenido que luchar contra directores, productores y guionistas… Pero estoy contenta. A mis lectoras les digo que ¡recuerden que es una adaptación que hacen otras personas, basándose en un libro!

¿Cómo cree que se encuentra el panorama español chick lit?

Hay un buen panorama, empezando por mi propia hija, Sandra, que escribe juvenil. Hay muchas, españolas e internacionales, que escriben romántica, como Alice Kellen o yo misma, que demostramos que somos estupendas y que sabemos escribir tan bien como las americanas o las inglesas.