Matilde García Duarte es la primera mujer que preside una asociación con medio siglo de historia y gran peso económico: representa un volumen de más de 44.000 millones de facturación anual, 12.000 millones en aportación social y fiscal o, en términos físicos, 230.000 trabajadores, 7238 tiendas y 9 millones de metros cuadrados.
"Por ponerlo en pocas palabras", explica ella misma a Magas, "uno de cada cinco hogares nos visita a diario, y eso sin contar el e-commerce". La mayor asociación de comercios minoristas, de retail y distribución de nuestro país reúne a los grandes asociados de la alimentación, el textil, la automoción, lo tecnológico y el mobiliario, con marcas como Carrefour, Ikea, Tendam, Leroy Merlin o El Corte Inglés.
Su importancia radica, como explica la presidenta, en que "es la única asociación del comercio con un convenio colectivo a nivel nacional asumido por el 98% de los trabajadores con representación sindical, lo cual ha garantizado la paz social en el sector durante años. Ahí es donde radica nuestra fuerza, en esa combinación de peso social y en la economía".
Usted afirma que son las personas las que dan el prestigio a las empresas e instituciones y no al revés…
Yo, que he tenido muchos trabajos diferentes, ¡doy fe de ello! Los puestos los hacen las personas, tú puedes tener un cargo dado y hacerlo bien, pero viene otro y le da un sentido totalmente distinto, lo cual es interesante también.
¿Qué fue lo que la atrajo hasta aquí?
Yo lo que quería era aprender. Hoy mismo le he escuchado una frase a la presidenta de Carrefour, Elodie Perthuisot, que me ha gustado mucho, diciendo que "el comercio es una escuela de humildad". Supongo que buscaba un reto.
¿Cuál es concretamente ese reto?
Darle visibilidad e influencia al sector. El hecho de ser la primera mujer me parecía también bonito… dejaba de trabajar con el alcalde de Madrid, que es un crack, así que era para venir a algo que fuera realmente importante. Ahora tengo de nuevo un gran equipo.
¿Cree que existen características propias asociadas al liderazgo femenino?
Yo no lo creo. El liderazgo depende de las personas. Hay hombres que lideran con un estereotipo de liderazgo femenino y al revés. Lo que sí te puedo decir después de estar en un montón de sitios, es que cada vez me gusta más trabajar con mujeres y que suelo terminar trabajando con más mujeres que hombres.
Me gusta rodearme de mujeres 'currantas', que hacen mil cosas a la vez. En la asociación tenemos paridad, estamos 50%, y cada vez me llama más la atención cuando voy a sitios y veo pocas mujeres. Eso antes era normal. Ahora ya es raro.
Y eso que usted viene de una tradición política de lideresas…
Trabajé en la Comunidad de Madrid. Y en efecto fue Esperanza Aguirre la que me fichó. En la política y en la función pública ya es más difícil no ver a mujeres en puestos de más responsabilidad. En el mundo corporativo queda aún camino por hacer.
¿Y el liderazgo femenino en esta asociación?
De los 230.000 trabajadores, 150.000 son mujeres, el 65% del sector. Es un sector bonito porque para mucha gente joven es su puerta de entrada al trabajo. Es muy estable, el 85% de los contratos son indefinidos y además con carrera profesional. Puedes empezar desde muy abajo y acabar siendo directora o CEO, hay muchos ejemplos.
¿Y sus directivas?
Tenemos cuatro presidentas y CEOs de empresas asociadas: Marta Álvarez, de El Corte Inglés; Elodie Perthuisot, de Carrefour; Rosa Carabel, de Eroski; Diane Tucci, de Costco y hasta hace poco Annabel Chaussat, en Fnac. En Tendam, el 55% del Consejo de Administración son mujeres, en IKEA, se dan porcentajes parecidos, en Alcampo, también… El grueso del talento que tenemos en las empresas es femenino: el techo de cristal se ha ido rompiendo afortunadamente.
¿Qué líderes nacionales en su carrera la han inspirado?
Mujeres, muchas. Esperanza Aguirre... creo que es una auténtica líder. No trabajé con ella directamente, pero sí siendo ella la presidenta. El alcalde de Madrid, como decía, es muy inspirador. Tiene visión y gestión de personas. Y también el presidente de AENA, José Manuel Vargas, que es muy ejecutivo. Además, tengo que mencionar a Lissavetzky.
¿Cómo describiría su estilo personal de liderazgo?
Me gusta que lo digan otros por mí (sonríe). Creo que hay que confiar en tu equipo. Es lo más importante, que estén preparados con una buena formación que les provea de independencia y libertad. En AENA formé un equipo muy potente, en la Comunidad, en el Ayuntamiento, en ANGED ahora...
Y luego hay que apoyarse y delegar, no tener miedo a que la gente sea mejor que tú. Yo tengo dos hijas, y les digo que cada una aporta cosas diferentes. El que es peor en una cosa, hace mejor otra. Yo soy muy ejecutiva, las cosas las tengo que hacer ya, en mi vida personal y en el trabajo. Y me gustan los líderes que tratan igual a todo el mundo, no los mezquinos.
¿Su gran éxito, cuál considera?
Soy extremeña, así que ya sabes… a los extremeños no nos gusta hablar de eso. Yo creo que mi época más exitosa fue en el deporte, donde la máxima responsabilidad la tienen los deportistas, pero coincidió que ganamos todo: el mundial de fútbol, de baloncesto, de tenis… todo. Le eché muchas horas y fue muy bien.
¿Y cuáles fueron sus momentos más complicados?
La pandemia en el Ayuntamiento de Madrid, pero también fue una época para dejarse la piel en la gestión de ese momento. Momentos complicados con resultado positivo ahora. Mi animal favorito es el camaleón, una persona tiene que ser capaz de adaptarse donde esté.
¿Se ha acostumbrado el comercio a los retos complicados?
Sí, el sector ha convertido en normales las situaciones de crisis. La pandemia, los conflictos armados, las crisis inflacionistas, las tensiones en los poderes adquisitivos de las familias… Es un sector obligado a actualizarse constantemente.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido en su llegada?
¿En España? Lo que más me ha sorprendido es la resistencia del sector, que lleva resistiendo un tsunami regulatorio en los últimos años, empezando por Europa y siguiendo a nivel nacional y autonómico o local. Un sector que es capaz de absorber más de 3.000 normas nuevas al año en el ámbito laboral, fiscal, medioambiental o de RSC… me sorprende esa carga regulatoria tan fuerte.
El comercio se ha enfrentado a un entorno global inestable, a una revolución demográfica por el envejecimiento de la población, a la acumulación de personas en las grandes ciudades, hablamos aquí de 5 millones de hogares con una sola persona… a las plataformas de venta y al problema del cambio climático. Eurocommerce y McKinsey hablaban de que se necesita 300.000 millones de euros de inversión para evitarlo.
¿Cuál es su opinión en este sentido?
Esa tendencia regulatoria se está manteniendo demasiado en el tiempo, hay que dejar respirar al empresario que no tiene capacidad de absorber tantísima normativa nueva.
¿Cuál sería el corazón de la asociación?
Nuestro convenio es de 2023 y tiene una duración de cuatro años, estará hasta diciembre de 2026. Durante ese año habrá que sentarse con las fuerzas sindicales a negociar el nuevo convenio colectivo, que como siempre esperamos que sea alcanzando condiciones muy favorables para los trabajadores y empresas. Eso debe seguir siendo así.
Finalmente, ¿cuál es el papel de ANGED?
Una de las funciones más importantes de ANGED es ser capaz de entender esas normativas, identificar los riesgos y hablar con las autoridades para avisarles de ellos y mitigar los problemas. Estos cuatro meses no he parado. En Cataluña, Extremadura, Galicia… he intentado reunirme con el máximo de consejeros y responsables porque la hiperregulación es brutal.
Es en realidad un problema de todo el sector empresarial. Y la gran demanda del sector es el mayor reconocimiento institucional. El comercio ha de tener un mayor reconocimiento por su aportación a la economía, en un país como el nuestro. En Europa, en España, creemos que el comercio tiene que estar presente, es uno de los mayores motores de la economía española, con la banca por ejemplo.
Pedimos una mayor libertad empresarial. Según un informe de la UE, España sigue siendo actualmente el tercer país con más restricciones a la libertad en el ámbito del comercio. Y eso no tiene sentido.