Sabrina Ionescu (Walnut Creek, California, 1997) es hija de Dan Ionescu y Liliana Blaj. Este matrimonio de migrantes rumanos llegó a Estados Unidos durante la revolución de 1989, con su primer hijo. Años más tarde nacerían Sabrina y Eddy, su hermano mellizo, y todos se criarían en un ambiente multicultural hablando inglés y rumano.
Comenzó a jugar a baloncesto por diversión cuando solo era una niña. Primero se enfrentaba a sus hermanos, luego a adultos en el parque a cambio de refrescos, y de ahí a ligas estudiantiles y universitarias, donde acapararía la atención de grandes figuras del baloncesto como Koby Bryant.
Desde entonces se ha labrado un brillante camino en este deporte de altura. Es la primera mujer en lograr más de 2.000 puntos, 1.000 asistencias y 1.000 rebotes, pero no todo han sido luces.
La adversidad y el éxito conviven en su trayectoria. En 2020, una lesión truncó su debut, algo de lo que demostró recuperarse en la sensacional aparición en 2021. Su destreza demostrada dentro de la cancha, el trabajo duro y la resiliencia la han encumbrado al oro olímpico en los Juegos de París 2024. Un nuevo hito deportivo que saborea siendo embajadora de Tissot y definiéndose como un referente dentro y fuera de la cancha a sus 27 años.
En cuanto al plano más personal, Ionescu prefiere ser discreta y compartir solo aquello con lo que se siente cómoda, como su boda con el jugador de fútbol americano Hroniss Grasu celebrada en marzo de 2024 en California, una ceremonia que reunió a ambas familias y miembros destacados de sus deportes.
El año 2024 está siendo muy dulce para Sabrina, así lo vive la baloncestista y oro olímpica de París.
¿Cómo ha sido jugar en tus primeras Olimpiadas?
Fue increíble estar en París frente a la multitud, que llevaban tambores, trompetas y otros instrumentos y hacían mucho ruido. Esto no está permitido en los partidos de la WNBA (la liga profesional de baloncesto de Estados Unidos). Fue una sensación increíble representar a mi país allí y lograr lo que nos propusimos.
¿Ha cambiado esta victoria tus ambiciones y objetivos para el resto del año?
No cambia mis objetivos, pero tengo mucha más energía para traer un trofeo de campeonato a Nueva York.
¿Cómo te sentiste al hacer tu debut olímpico en París?
Siempre fue un sueño para mí representar a los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos. El baloncesto femenino está recibiendo mucha atención, por lo que competir en un escenario mundial para el equipo estadounidense era una oportunidad única en la vida.
Estados Unidos era el gran favorito. ¿Cómo se gestionan las expectativas y la presión de representar una leyenda así?
Continuamos con el legado de los equipos de Juegos Olímpicos anteriores. Íbamos a jugar cada partido lo mejor que pudiéramos sin pensar en las expectativas o qué habían hecho los demás. Queríamos ganar una medalla de oro y queríamos hacerlo jugando un gran baloncesto.
¿Qué parte de la próxima competición será la más difícil? ¿Cómo te estás preparando para afrontar ese desafío?
¡Todo es difícil! Estamos jugando contra los mejores equipos del mundo y nadie será indulgente. Tenemos que dar lo mejor de nosotras en cada partido. La idea es seguir igual de concentrada que durante París.
Empezaste a jugar al baloncesto cuando eras niña, ¿cómo mantienes esa misma chispa y pasión de los inicios?
Siempre he sido muy competitiva, lo que alimentó mi pasión por el juego entonces y ahora. Al tener padres inmigrantes, vi lo duro que trabajaban y me inculcaron una ética de trabajo que me impulsa a jugar al más alto nivel en un deporte que amo.
Cuando falta la motivación para mantener la disciplina…
Creo que hay que recordar por qué se hace lo que se hace y ser fiel a uno mismo.
Tienes una gran carrera por delante, pero ¿has pensado alguna vez en tu futuro más allá del baloncesto?
Todavía me quedan algunos años por delante para jugar al baloncesto, pero cosas como mi Fundación SI20 seguirán existiendo después de que termine mi carrera como jugadora. Se centra en proporcionar un acceso equitativo a los deportes para jóvenes de todos los orígenes.
Has sido nombrada embajadora de Tissot, tanto tú como la casa suiza sois conocidos por traspasar límites y establecer nuevos estándares en vuestros respectivos campos. ¿Por qué más crees que esta es una asociación tan orgánica para vosotros?
Mi asociación con Tissot ha sido orgánica y fluida por muchas razones, pero nuestros valores compartidos de apoyar la equidad en los deportes y la moda es algo significativo. Tissot tiene una historia de creación de relojes para las "mujeres de hoy" desde 1853 y también estuvo a la vanguardia del diseño de relojes tanto para hombres como para mujeres.
"El baloncesto femenino ha experimentado un crecimiento tremendo, pero hay más por hacer"
¿Qué ha significado para ti y tu carrera deportiva contar con el apoyo de una marca como Tissot?
Me siento muy afortunada de contar con el apoyo de una marca internacional tan reconocida que se alinea con mis valores y cree en mí tanto como yo creo en ellos.
El baloncesto femenino ha experimentado un crecimiento tremendo, pero hay más por hacer.
¿Qué más se podría hacer por el deporte femenino?
El hecho de que marcas como Tissot estén invirtiendo en el deporte femenino y en las atletas es un gran comienzo. Sin embargo, me gustaría ver que el deporte femenino en general recibe tanta cobertura como nuestros homólogos masculinos. El crecimiento de nuestra audiencia en los últimos años ha sido monumental y espero que en el futuro la gente solo hable de atletas sin tener que calificarlos por género.
¿Cómo supera los desafíos que surgen de ser una atleta femenina de alto perfil?
Crecí con dos hermanos que siempre me trataron como a un igual. Cuando era más joven y no había un equipo de baloncesto femenino en el que jugar, reclutaba chicas para que tuviésemos un equipo. Siempre me concentré en hacer el trabajo y entrenamiento que me correspondía, ya fuera con horas extras o apoyándome en mis mentores para pedirles consejos o concentrándome en jugar al baloncesto y no en el resto del ruido.