Autoras de palabra con Rosa charla con Clémence Michallon, escritora y periodista cultural. Sus ensayos y reportajes tratan sobre el true crime, cultura pop y literatura, y ha publicado La inquilina silenciosa (Planeta 2024) un thriller psicológico, impactante. Un asesino en serie, pero visto desde la perspectiva de las mujeres más cercanas a él. Ellas, silenciándole, dan voz a las mujeres a las que secuestra y mata, manteniéndolas enjauladas y sumisas en una cabaña hasta que se ve forzado a llevar a su última víctima a su propia casa a convivir con su hija tras la muerte de su mujer.
Este es el párrafo con el que comienza la angustiosa historia: "Te gusta pensar que toda mujer tiene uno, y resulta que él es el tuyo. En tu mundo no hay espacio para las que siguen ahí fuera. No existe el placer del viento en sus cabellos, ni paciencia para el sol sobre su piel. Viene por las noches, quita el pestillo y arrastra las botas por un reguero de hojas secas".
"Para mí—reconoce la autora—fue muy angustioso y fascinante intentar ver el mundo a través de los ojos de una persona que lleva cautiva cinco años y, por tanto, pensar que, para ella, su universo son las cuatro paredes de ese cobertizo. Todo está muy a flor de piel, es muy tenso, me costó unas semanas acostumbrarme a estar dentro de una historia tan oscura día tras otro".
Sobre el asesino, Michallon señala: "Un hombre con todas las cualidades para ser perfecto, tal y como lo entendemos en nuestra sociedad, que encima es tu vecino, educado, correcto y amable. Baja la basura a su hora y te ayuda con lo que hace falta, a ti y a todo el mundo, pero eso es solo una fachada. Un hombre que se ha ganado su respeto y su estatus, pero en realidad actúa con enorme crueldad hacia otras personas. Secuestra y mata".
Y añade: "Ambas vidas son realidades. Porque todos somos quienes somos en todas partes y en todo momento. Y en un contexto menos dramático, la gente tiene distintas personalidades y muestra distintos caracteres y temperamentos".
"También existe una dualidad muy interesante —defiende la autora— porque, en la novela, la secuestrada solo le ha visto una faceta, la que él quería mostrar: el hombre poderoso que sabe todo, es omnipresente y omnisciente. Él ha creado el mundo en el que ella está inmersa y es el contexto que él marca, pero la novela va evolucionando y ella empieza a ver destellos por ahí del resto del mundo. Por ejemplo, que tiene una hija. Por lo tanto, tiene otras caras y ella, la secuestrada, puede verlas".
"Lo más difícil fue imaginar cómo ella, la secuestrada, se debía sentir, y cómo funciona su cerebro en esas circunstancias. Llegaba a la conclusión de que lo que representaba era resistencia. Yo quería transmitir lo que eso significaba", reconoce Michallon.
Y sigue: "Cuando decidí escribir esta historia de un asesino en serie, un hombre que persigue a las mujeres y las encierra, tenía muy claro que él no iba a hablar, que él no iba a tener voz, solo las mujeres de su vida o las que le rodeaban en algún momento iban a poder hablar. Quería desviar la voz del depredador y centrarme en su entorno".
" A mí me parecía más constructivo narrar a quién más le afecta y qué impacto está teniendo en todas las vidas que le rodean", afirma la autora.
"Miramos a la víctima como una consecuencia, porque es muy difícil no fiarse de alguien tan perfecto. Nadie puede llegarse a creer que pueda hacer daño", señala Michallon.
Y continúa: "El asesino en serie muchas veces empieza con delitos que transgreden la ley de manera más leve. Pero la tendencia es ir creciendo. A mí me parece, que es un periodo muy importante en la vida del asesino en serie porque podrían haberlo rehabilitado o le podrían haber detenido. Si el sistema funciona bien, podría haber evitado mucho más cuando todavía era joven, cuando todavía no ha llegado a cometer auténticas atrocidades".
"En true crime, pensamos lógicamente en crimen y castigo, la cuestión es a quién castigamos, qué queremos hacer cuando alguien es descubierto. Eso nos habla mucho de la sociedad y puedes aprender mucho sobre un país por el modo en que esa sociedad trata a sus presos, por ejemplo".
"Escribí esta historia durante el confinamiento, es posible que, de no haber sufrido una pandemia, no la hubiera escrito. Pero así nació la idea, al vivir todos juntos, confinados. Pensé si alguno tendría un secreto oculto que nadie supiéramos, normalmente no sabes qué hace el otro durante todo el día. Así que imaginé que podría estar ocurriendo en aquel cobertizo, que en realidad era la casa donde yo vivía con mi familia", finaliza.