Najwa Nimri, Aitana Sánchez-Gijón y Blanca Suárez nos reciben en el set del nuevo drama hospitalario de Netflix —junto a sus compañeros Manu Ríos, Borja Luna y Alfonso Bassave—: la polémica sobre los temas de la serie está servida.
Najwa aparece con una camisa de rayas y una tensa coleta. Se hizo conocida con papeles de cine como Los amantes del círculo polar, aunque adquirió el estatus de superestrella mundial con la serie de éxito internacional La Casa de Papel y otras como Vis a Vis o La sagrada familia.
Hoy es la primera en atender a Magas. Se sienta en uno de los despachos del impresionante hospital que se ha construido para el rodaje de la serie Respira, y lo hace junto al actor Borja Luna, que interpreta a su médico en la ficción. Ambos forman una pareja de alto voltaje en el nuevo bombazo de esta temporada, un trepidante drama hospitalario con tramas simultáneas que deja sin respiración, destinado a ser el número uno de la plataforma del logo rojo.
Najwa interpreta a Patricia Segura, una política de derechas partidaria de la sanidad privada, presidenta de la Comunidad Valenciana. Explica que lo enfrentó "con toda la dualidad que conlleva y sabiendo que nos metíamos en terrenos escabrosos. Expliqué a todos los directores el método con el que trabajo, les di cómo tenía estudiado el arquetipo y les dije 'si vais conmigo y nos guiamos, puedo construirlo".
Tuvo poco tiempo para prepararse como lideresa. Tras terminar el rodaje de la película anterior, solo una semana la separaba de cuatro meses de inmersión en el hospital Joaquín Sorolla. Una vez se encendieron los focos, se puso literalmente a mandar, como corresponde a su cargo, en un papel que recuerda, quizás, a algunas de las más mujeres más conocidas de nuestra historia política reciente.
"En mi caso no me he basado en ningún político español: me han dicho Ayuso, me han dicho Esperanza Aguirre, pero si os recuerdo a alguna de ellas, lo único que compartimos es que yo también tengo mucha energía. Soy una persona muy vital, pese a que tenga un problema equis. Mi canalización no tiene nada que ver con ellas, pero cuando utilizas la energía dirigida, parece que eres así de alguna manera".
La actriz confiesa que, durante el rodaje, surgieron dudas sobre hasta dónde llevar el arquetipo del personaje. "Imagínate: mi madre es vasca y mi padre jordano, ¿a quién le da menos miedo un personaje como este? ¡A alguien que no ha vivido aquí! Yo no he vivido ahí, no me he criado ahí, así que tengo que llegar a ese punto. Es la composición de un personaje como otro cualquiera, no tenía tanto prejuicio, ni me daba tanto miedo", asegura.
La tarea no fue fácil, según sus propias palabras: "Había dudas hasta del uso de la bandera de España". Y añade: "Hay un canturreo de fondo que todo el mundo identifica, hay a gente que le parece mejor, hay a gente a la que le parece peor. A mí me da igual, estoy haciendo mi trabajo. Me preparaba para entrar en escena cantando Ese toro enamorado de la luna o Y aquellos guardias civiles que interrumpieron la votación [lo canta], para romper la timidez".
Sobre este rol, Najwa Nimri explica que ha entendido mejor "cosas como que la estrategia suple la amistad: dicen que un político es un actor, pero no. Un político no es un actor, un actor tiene amigos".
En un momento de la trama, Patricia Segura (su personaje) exclamará 'odio las redes sociales, ¿no se pueden prohibir?'. Sobre esta frase, su compañero de reparto, Borja Luna, aprovecha para subrayar el tono naif de la actriz en algunas escenas: "Es muy tierno, ¿no? Esas ganas de controlarlo todo y de ocultarle a la gente información: estás apresando y faltando al respeto. Es chungo, pero es también hay algo tierno en ella".
Como su doctor, será él quien le aconsejará a Patricia Segura que destierre "el lenguaje belicista de la medicina". Sin embargo, Nimri opina diferente. "Para nada. Ahí soy absolutamente Patricia Segura: vencer una enfermedad es vencer una enfermedad. Aunque se pongan laxos, morir es morir y vivir es vivir. ¡Viva el lenguaje belicista en la enfermedad, sin piedad, hay que vencer la enfermedad para llegar a viejo y palmar a gusto!". Najwa concluye que "en esta serie cada escena es vida o muerte. Lo que se puede decir que es diferente al resto es que esta serie es de hospitales, pero va mucho más rápido. No hay pausas".
"La serie trata temas como el consentimiento, las enfermedades de transmisión sexual y la sanidad pública y qué estamos haciendo con ella"
Es ahora cuando Aitana Sánchez-Gijón entra en plano, con la mirada serena y directa. "Para mí, lo más difícil ha sido la cuestión técnica, manejarme con verosimilitud, operar y que fuera creíble, que la gente piense que se pondría en manos de esa doctora. Ha habido una asesoría técnica importante y yo, por mi parte, también hice ese trabajo en un hospital. La terminología médica es como hablar chino mandarín y tienes que decir unos palabrejos...".
El tema de la serie Respira sería para ella "las contradicciones que tenemos los seres humanos. Los dilemas éticos y morales a los que tenemos que enfrentarnos constantemente cuando, aparentemente, tenemos unas convicciones y unas posiciones ideológicas o personales muy determinadas y viene la vida y te desbarata todo el chiringuito".
"Y te hace entrar en contradicción y cuestiona tus propios ideales. Eso es lo que humaniza a todos los personajes y va a hacer que el espectador se sienta identificado: los seres humanos erróneos a veces aciertan… y muchas veces no. Con temas muy candentes que están modificando nuestra manera de posicionarnos, como el tema del consentimiento, el abuso de las drogas sintéticas, las enfermedades de transmisión sexual y, por supuesto, el tema central, que es la sanidad pública y qué estamos haciendo con ella", explica.
"Es un pedazo de actriz", sentencia Alfonso Bassave sobre Aitana Sánchez-Gijón. Él interpreta a su jefe en la ficción, el director del hospital Joaquín Sorolla y hoy subraya la necesidad de la pluralidad. "Los personajes están muy bien escritos: el mío no es tan hueso, pero voy rompiendo toda esa coraza que tiene y entrando en terrenos mucho más torpes y vulnerables. Creo que estamos en una sociedad muy polarizada, de una opinión muy fácil, tanto a nivel ideológico como emocional. Alguien no te cae bien y tienes el espacio en redes sociales para insultarle. Estaría bien si esta serie cultivase cierto sosiego en quien la ve, y le hiciese darse cuenta de que, a lo mejor, su razón no es la única y que ese supuesto enemigo puede tener razones para estar ahí".
Aitana concluye deseando que la serie no se quede solo en una superficie: "No es solo un mal rato adrenalínico, te plantea conflictos y dudas de la ética. La gente se va a sentir identificada".
"Te ves en un quirófano, vestida con un pijama de médico, y diciendo palabros que nunca imaginé que quería decir. Y hay algo de eso que es muy excitante"
Terminamos este encuentro a tres con Blanca Suárez, que nos recibe junto a Manu Ríos —otra de las parejas con más química de la serie— en el auténtico quirófano de Respira, el lugar donde ocurren algunas de las escenas más impactantes. "En esta serie se abren muchísimos melones. Hay drogas, enfermedades de transmisión sexual, abusos, política… Hay de todo", explica a Magas. "Intentamos tratar todos esos temas desde el máximo respeto y dese el no aleccionar al público. Simplemente, planteamos un montón de cosas, y esperamos que el público las reciba, las revuelva. Y que ese revoltijo provoque conversaciones, debates o preguntas. Y con eso nuestra misión ya estaría", asegura.
En el caso de su personaje, la actriz lo disecciona de esta manera: "La ambición en el trabajo se convierte en un superpoder y criptonita a la vez. Es muy recta, sabe lo que quiere conseguir, lo está consiguiendo, es joven, es una cirujana con un futuro prometedor, y eso es un don. Ser tan seria, tener tan clara tu meta, trabajar tan duro hacia un objetivo, es brutal, pero eso también te distancia de la realidad. Es necesario tener contacto, humanidad, compañeros, un bajar a tierra y dejar de estar pensando tanto en tu meta y en tu profesión".
Para Suárez, "tratar enfermedades a nivel usuario y a nivel personal es muy diferente". Una de las cosas que más le llamaron la atención fue "entender que el pánico que vivimos al ir a un hospital, incluso al dentista. Esa especie de pánico e incertidumbre tan dramática, que es, por otro lado, normal, hay que aceptar vivirlo desde una profesionalidad, o buscar soluciones… y a veces no hay solución. Tomarte las cosas desde ese lugar, ha sido bastante curioso, aprender a verlo".
Para Manu Ríos, "lo más terrible y lo más fascinante de mi personaje van de la mano: esa vocación tan grande que tiene, estas ganas de ayudar, de salvar a la gente, de hacer el bien… Y a la vez, eso es lo más terrible, es lo que le lleva a la frustración, a que las cosas no le salgan como quiere. Hay un conflicto ahí. Aunque me quedo con lo positivo, la iniciativa de hacer el bien".
Para él, "hay algo humano de ser empático con el paciente y tener una conexión. A la hora de trabajar como médico tienen que saber poner el límite, de hasta dónde puedo llegar, porque tengo que tomar decisiones muy difíciles. Si en una mesa de operaciones te paras a pensar que es una persona con una familia, si desvías el foco, puedes perder los nervios y los papeles. Algo que admiro mucho de los médicos es que cuando operan están centrados en lo que tienen que hacer: mente fría para llevar a cabo el trabajo".
Blanca termina haciendo una comparativa entre lo inesperado de profesión médica y la de la interpretación: "Me reafirmo en lo surrealista que a veces es esta profesión. Nunca me había planteado que pudiera estar en una serie como esta, un drama hospitalario. De repente, te ves en mitad de un quirófano, vestida con un pijama de médico, y diciendo palabros que nunca imaginé que quería decir. Y hay algo de eso que es muy excitante".