"África era algo nuevo. Podías sentir su futuro bajo tus pies". Así fue como describió Beryl Markham su llegada al continente cuando tuvo la capacidad de poner palabras a sus emociones.

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Nacida en Leicestershire, Londres, y criada en Kenia desde que tenía cuatro años, la aviadora y aventurera Beryl Markham hizo de Kenia su hogar y de sus aficiones, sus pasiones.

Una granja en Kenia

Las experienciales vitales de esta fantástica mujer fueron únicas. Cuando, en el año 1906, su padre se trasladó con la familia a la África Oriental Británica, en la actualidad la República de Kenia, lo hizo con la ilusión de anclarse a una tierra que les prometía una extensa y prolongada riqueza a los europeos.

Charles Clutterbuck transformó la granja de Njoro en un lugar productivo, con reses, campos de cultivos de maíz y un molino harinero donde trabajaban cientos de peones de las tribus de la zona.

Beryl Markham. Getty Images

Los primeros exploradores ingleses que lograron superar el río Athi y llegaron al Gran Valle del Rift tenían como finalidad explotar los recursos naturales que ofrecía la zona y conquistarla.

Para evitar guerras internas (y dado que el sentimiento de codicia les movía a todos y cada uno de ellos), decidieron repartirse la tierra civilizadamente en una conferencia celebrada en Berlín en 1884.

La actual Kenia, con una superficie similar a la de la península ibérica y solo un millón de habitantes más que España, le fue entregada a Gran Bretaña y, hasta su independencia en 1963, se mantuvo bajo el gobierno y las órdenes de los reyes de Inglaterra.

Una niña diferente

Lakwani, como llamaban los nativos a la pequeña Beryl, se crio con las mismas costumbres que los niños nandi, kavirondo o kukiyo, incorporando el suajili a su idioma natal, viviendo en una cabaña de adobe y con su perro Bullet siguiéndola a todos los lugares.

Para su madre, en cambio, esta vida cargada de desventuras fue demasiado dura y regresó a Inglaterra con su hijo mayor, dejando a pequeña con su padre y entregándola a un lugar alejado de la educación tradicional inglesa. Beryl definió África como "un mundo sin muros".

Beryl Markham. Getty Images

El día que dejó de llover fue el mismo día que entró la Primera Guerra Mundial. La África Oriental Alemana, en la actualidad la parte occidental de Tanzania, se encontraba a un paso del lugar de residencia de la familia Clutterbuck y el sueño de tener una granja en África no tardó en convertirse en pesadilla. El patriarca se arruinó, vendió todo lo que tenía y puso rumbo a Perú.

La adolescencia africana

Beryl caminaba descalza como los guerreros que le permitían cazar con ellos y entre sus pasatiempos destacaba por su tremenda avidez para la lectura, influenciada por las conversaciones con los amigos de su padre, Dennis Finch-Hatton y Tom Campbell Black.

Después de ser expulsada de la escuela de Nairobi y antes de que su padre se marchara, se casó con Jack Purvis, también granjero, que le doblaba la edad. Ella todavía no había cumplido los diecisiete años.

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Para esta joven inquieta empezaba una etapa menos esperanzadora que la vivida hasta el momento. La estrategia paternal de europeizarla llegó demasiado tarde y Beryl se resistió a perseguir a su padre en su aventura fuera de su 'hogar africano'.

Según lo acordado entre los colonos europeos, el matrimonio entre Purvis y la joven fue una venta para asegurar el porvenir de la mujer. Lo que no sabían aquellos hombres es que Beryl no necesita nada ni nadie para ser feliz.

Al oeste con la noche

Cuando Beryl Markham escribió sus memorias, dijo que no tenía un solo recuerdo de la infancia desligado de un caballo y que su sueño, tras romper el matrimonio con Jack Purvis en el año 1926, era ser criadora y adiestradora de pura sangre en Kenia.

Con esta idea, "dos alforjas y Pegaso", su inseparable purasangre, se instaló en una choza de paja en Molo y, más adelante, en Naruku. Lord Delamiere le dio la primera oportunidad y Beryl comenzó a cosechar títulos entre hipódromos, carreras y clubs.

Tras varias relaciones sentimentales y el matrimonio con Mansfield Markham del que conservaría su apellido, salió a la luz el escandaloso romance con el príncipe Henry, hijo del rey del Imperio británico y, su afinidad con la figura más prominente entre los cazadores blancos, Dennys Finch Hatton.

Es curioso como en las novelas de las mujeres más importantes de la vida de Finch Hatton, no se citan la una a la otra: ni Karen Blixen nombra a Beryl Markham en sus famosos Memorias de África, ni Beryl Markham menciona a Karen Blixen en su infinidad de diarios.

Una vida de éxitos

Cuando Beryl conoció al piloto Tom Campbell Black despertó su segunda pasión: los aviones. Beryl se volcó de lleno en aprender a pilotar hasta conseguir ser piloto profesional, dedicando su tiempo a distribuir el servicio postal de forma aérea y rescatando personas y animales en los safaris keniatas.

Su espíritu aventurero la hizo volar de Nairobi a Londres y, una vez superada esta hazaña, el 4 de septiembre de 1936 cruzó el Atlántico de este a oeste en un vuelo que duró veinte horas sin escalas.

A pesar de aterrizar forzosamente en Canadá y no cumplir su objetivo de hacerlo en Nueva York, se convirtió en la primera mujer en hacerlo en solitario y los periódicos se hacían eco de Markham, la mujer que poseía “la belleza indómita de una actriz de Hollywood, rubia y elegante”.

Memorias de África

Después de la publicación de su libro, donde relataba sus vivencias hasta el momento, Beryl Markham se instaló unos años en Estados Unidos a la sombra de las palmeras californianas.

Sin embargo, África pesaba, y mucho, en su ya abarrotado corazón. Tras pasar unos años fuera de su tierra, regresó a su hogar para retomar la doma de caballos y cultivar el estado de la tranquilidad.

En 1982, el anticuario californiano George Gutekunts tropezó con una carta manuscrita de Ernest Hemingway. En ella, el escritor americano le reconocía a un amigo: "¿Has leído el libro de Beryl Markham Al oeste con la noche? Está tan bien escrito, tan maravillosamente bien escrito que me he sentido completamente avergonzado de mí mismo como escritor. Esta chica nos da cien vueltas a todos los que nos consideramos escritores. Es un libro jodidamente maravilloso".

Beryl Markham. Getty Images

Tras caer en el olvido, la vida de Beryl volvía a estar en circulación y su libro biográfico se reeditaba gracias a Gutekunts, que convenció a la editorial para que lo volviera a publicar.

Markham regresó de nuevo a las portadas, recibió una buena suma de dinero por el libro y vivió plácidamente hasta que exhaló su último aliento en su granja de Nairobi. Era el año 1986.

Las verdes colinas

No todo son leones y cebras en África. En la actualidad, existe un lugar para poder ir de picnic y observar aves, árboles y mariposas. Se encuentra en la ciudad de Nairobi y su nombre es Arboretum. Con una superficie de 30 hectáreas, el bosque se comenzó a plantar en el año 1907 para proveer de madera las calderas de los ferrocarriles y, desde los años treinta, goza de protección gubernamental.

Si la viajera quisiera ver con sus propios ojos el Valle del Njoro donde Beryl Markham pasó su infancia, se puede alojar en Kembu Farm. El propietario de esta granja turística batalló para comprar la propiedad, restaurarla y poder mantener su legado.

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Los paisajes que rodean el cráter del Menegai y el lago Nakuru, donde Beryl solía ir a montar, están a un paso de la propiedad y, en honor a esta aventurera y su recuerdo, los originarios del lugar siguen entrando caballos purasangre.