Entrevista

La madrileña Verónica Echegui, ante su nuevo 'thriller' político: "El sufrimiento es inevitable, pero no hay que buscarlo para aprender"

"La mayoría de los pensamientos son inútiles. Prefiero confiar en mi sentimiento que en mi cabeza"

Fecha de publicación:
Fotografía

Esteban Palazuelos

Estilismo

Ana Pérez Santa María

Asistente

Rocío Chozas Martínez

Maquillaje y peluquería

Pedro Cedeño para Dior beauty

Verónica Echegui es una mujer leve, contradictoria, tranquila, vibrante... Gesticula con delicadeza, pero mira fijamente, como si fuera a meterse dentro de los ojos de quien tiene delante para leer cuál es la siguiente pregunta. Contiene algo de aquel personaje, La Juani, que anticipó el paradigma de lo callejero que hoy triunfa, solo que ella lo reivindicó hace veinte años, pero mantiene al mismo tiempo un gesto que resulta elegante hasta decir basta.

Llega a esta sesión con Magas directamente del aeropuerto: viene de trabajar en Los Ángeles, una ciudad en la que reconoce dos polos, una industria potente y una demografía decadente, citando a Rosalía. Practica la meditación y el desapego. Tiene una intensidad emocional evidente. Para superar algunos miedos, contará más adelante, supera otros, como los deportistas que se entrenan saltando alturas cada vez mayores.

Verónica Echegui (Madrid, 1983), es descendiente del premio Nobel José Echegaray, algo que pocas personas saben, y ganó el año pasado un Goya como directora, algo inusual en el panorama español, con Tótem loba. Trabaja internacionalmente: ahora protagoniza Justicia artificial, destinada a ser un éxito comercial por tratar un gran tema de actualidad, la automatización de procesos tradicionalmente humanos. No confía en sus pensamientos, pero, explica literalmente, pone la mente a su servicio. Su voluntad rezuma éxito y sus respuestas intrigan. ¿De dónde sale tanta fuerza?

Foto uno de Verónica Echegui con el look uno

¿Le gusta o le disgusta dar entrevistas?

Ahora mismo estoy en una relación tranquila con los medios, pero tengo que decir que. a veces. hay preguntas que hacéis a las que no sé qué contestar. A lo mejor simplemente porque no tengo una respuesta clara. Hay temas incluso de los que no tengo ni idea. Me encanta leer la prensa por las mañanas, pero no tengo herramientas para poder hacer conjeturas sobre cualquier tema de actualidad. A los actores nos plantáis a veces preguntas sobre ciencia o política, y si no sabemos la respuesta, se lee como una decepción. Pero es que de muchos temas no tenemos ni idea: las películas sirven para crear debate sobre temas, no para que los actores demos opiniones simples porque un personaje haga o diga algo.

¿Sobre qué temas le gusta más hablar?

Sobre cine, sobre la vida. Mi conversación ideal sería que más bien me cuentes tú, y hacer yo las preguntas. ¿Qué tal estás, qué necesitas en este momento de tu vida?

Foto dos de Verónica Echegui con el look uno

Vestido de María Gorof, zapatos de Alma en Pena y pendientes de Dime que me quieres

Foto tres de Verónica Echegui con el look uno

En este momento, necesitaría saber cuál es el argumento de su nueva película, Justicia Artificial.

(Sonríe) Hace dos años me llegó el guion y me llamó la atención porque no es una temática habitual y tampoco un estilo al uso. Se trata de un thriller político pero con códigos de cine negro. Es una ficción, pero es una realidad plausible. No hay ningún love interest en ningún momento. Es la historia de una jueza que se plantea un dilema moral. Me gusta mucho que no pretenda emitir un juicio. A través de distintos personajes deja que el espectador reflexione y saque sus conclusiones.

La justicia es un tema delicado… ¡Automatizarla más aún!

Cuento mi experiencia. Para hacer esta película tuve una mentora, Pura, la jueza del juzgado de instrucción número 7 de A Coruña. Nunca había asistido a juicios anteriormente ni me había interesado en ese mundo, a pesar de que en mi familia sí que se había ejercicio en la abogacía, así que cuando ella comenzó a responder a mis doscientas preguntas, me despertó el interés por esa pasión que tiene por su vocación. Me parece que no se puede simplificar, mucho menos si no lo has estudiado: me impactó ver cómo Pura ejercía su profesión con tanta responsabilidad y cuidado. Fue increíble, ella se enfocaba en los hechos, pero también había una parte que me ayudó mucho a entender por qué es tan importante la justicia humana, incluso en lo que tiene que ver con la intuición, con el instinto.

Sobre el tema de la IA se están creando arquetipos conversacionales, frases que son terriblemente tópicas…

Hay cuestiones que son muy serias. Es un tema muy sensible. Para mí, un sistema de inteligencia artificial, al final, siempre ha sido creado por alguien. Funciona con un algoritmo, que está protegido por un secreto industrial. Creo que es el momento ideal para tocarlo ahora, dada su actualidad. Hacia dónde vamos dependerá de cada uno de nosotros, tenemos que decidir qué es lo que queremos entre todos.

Foto uno de Verónica Echegui con el look dos

¿Intuición y empatía serían características que un sistema de justicia artificial nunca tendría?

No soy experta en IA, pero no conozco ningún sistema que sea capaz de ‘identificarse’ con la persona con la que habla. Yo te puedo comprender mejor si he experimentado algo similar, me puedo poner en tu lugar, en términos de sentimientos y emociones.

Habla de ese poder tácito que sería solo humano…

Hablo de lo que no se puede reproducir, de lo que no es tangible. Para mí, como ciudadana, sería mi principal inquietud saber bajo qué parámetros se me va a juzgar. ¿Quién los ha diseñado, quién los controla? ¿Va a ser imparcial? ¿No es corruptible? Son preguntas que cualquiera nos haríamos.

¿Qué le ha aportado este proyecto?

La oportunidad de explorar un carácter que no había hecho antes, que me resulta muy lejano, con un modo de relacionarse muy poco social. La protagonista de esta película es una jueza muy hermética, con un mundo interior que funciona de una forma muy distinta al mío, desde donde observa a los demás. Es muy analítica, es fría, tiene dificultad para entrar en contacto con lo que siente.

Foto dos de Verónica Echegui con el look dos
Foto tres de Verónica Echegui con el look dos

Chaqueta de Michael Costello, zapatos de Kurt Geiger y pendientes de Dime que me quieres

Una carrera esforzada

Desde los nueve años, Echegui sabía que quería ser actriz. Cuando terminó el instituto en su casa le dieron luz verde. Empezó arte dramático y en seguida buscó un representante y se puso a hacer pruebas, porque era consciente de que necesitaba rodar. Hizo una serie que duró poquísimo en la televisión: se llamaba Una nueva vida. Volvió a la escuela. Hizo otra, Paco y Veva. Después de El patio de mi cárcel, estuvo a punto de dejarlo todo. “Me fui a Inglaterra y me puse a trabajar en una cafetería hasta que me harté. Cuando algo no funciona, a veces hay que alejarse, replantearse las cosas y cambiar de método”, explica a Magas.

Dio el salto con La Juani. Hizo una obra de teatro, Infierno, con Tomás Pandur, basada en La Divina Comedia, “donde me desnudaba físicamente, me golpeaba, sangraba. De repente me ofrecieron ese personaje protagonista. Asier Etxeandía me cogía en brazos y yo tenía un monólogo en verso roto, mirando al cielo. Toda la escenografía era con espejos, porque para él el paraíso es muy similar al infierno, pero de otra manera. Era un personaje solo, esperando a otro”. Así conectó con su versión más salvaje.

¿Es que el paraíso y el infierno convergen?

No. Bueno, depende desde dónde lo mires. Para mí, el paraíso no conlleva castigo, solo hay libertad. Una vez que has llegado al paraíso, te has liberado.

Foto uno de Verónica Echegui con el look tres

¿Hace falta sufrir menos?

Nacer es un sufrimiento y morir suele serlo, y siempre me pregunto por qué: tiene que ser para algo. El sufrimiento es inevitable, pero no creo que sea necesario buscarlo para aprender en el día a día. A veces tenemos mucha inclinación, incluso adicción, al sufrimiento. Observando puedes aprender, tomar decisiones y cambiar, irte de un lugar que es nocivo o buscarte más allá de lo evidente.

La Juani era muy moderna…

No me he dado cuenta de lo que la Juani ha significado hasta años más tarde. Si la gente se acuerda, y han pasado veinte años, por algo será. Ser choni no estaba bien visto y me acuerdo de que Bigas Luna me dijo al hacer la película: "Ya verás como en el futuro la moda, la música, y las tendencias en general de la cultura van a ir por ahí y a tener que ver con el extrarradio". Fíjate ahora en Rosalía, y en las marcas de moda. Seguimos ahí, y él ya lo sabía.

Falda de Tot Homt

Foto dos de Verónica Echegui con el look tres
Foto tres de Verónica Echegui con el look tres

Filosofía propia

¿Cómo llegó a la dirección y, además, con éxito?

No lo había pensado. No era una meta, porque nunca he calculado mis pasos. He seguido mis impulsos, sin plantearme mucho más. Siempre he convivido con muchas historias para películas, y tengo decenas de cuadernos llenos de ideas. Yo misma, antes de dirigir el corto, me preguntaba '¿seré buena dirigiendo?', '¿se me va a dar bien?'. Desde la perspectiva de la actriz, todo se ve mucho más fácil. Pero es difícil y tuve que aprender mil cosas. Lo que no pensaba es que iba a tener tanta repercusión.

En ese proceso de evolución, de actriz a creadora audiovisual, ¿cuál considera que ha sido su clave?

Me he dado cuenta de lo inútiles que son los pensamientos. Otra cosa es que tú pongas tu mente a tu servicio y digas ‘voy a ir de viaje’ y ‘qué necesito llevar’. Soy observadora, no estoy siempre teorizando y no me gusta darle demasiadas vueltas a las cosas, porque ya lo he hecho y nunca me ha conducido a nada bueno. Me gusta más sentir y confiar en mi imperfección y en el sentimiento que en mi cabeza. De hecho, si observas los pensamientos, la mayoría son inútiles, negativos y no conducen a nada bueno.

¿A quién admira?

No me gusta admirar. Para mí eso conlleva ubicar al otro en un lugar superior y la idealización nos hace daño, porque nadie es perfecto. Me inspiran personas, claro, como Anne Astilleros: su libro ¡Despierta! fue un antes y un después en mi vida.

Foto uno de Verónica Echegui con el look cuatro

¿Cuáles son sus objetivos ahora? ¿Son internacionales?

Soy inquieta, me gusta hablar en inglés, en italiano y me gustaría aprender bien francés. Me ilusiona poder vivir el día con salud mental y física. Tengo un nuevo proyecto en octubre, del que aún no puedo hablar y que me ilusiona muchísimo. Me gustaría dirigir mi primera película, pero no tengo claro todavía cuándo. Me gusta volar. ¿Te has tirado en paracaídas? Te lo recomiendo para superar miedos. Pruébalo.

¿Para qué cree que sirve el cine?

Toda la cultura es el resultado de la necesidad. Nos ayuda a crecer, a reflexionar. Cualquier historia, sea a través de la mirada de quien sea, siempre va a hablar de todos nosotros. El cine es una herramienta de encuentro, de desencuentro, de cuestionamiento. Yo puedo decirte que he tomado decisiones en mi vida a raíz de ver películas.

¿Un ejemplo?

Algunas películas me han hecho reflexionar sobre las relaciones de pareja. Otras, como La gran belleza, de Sorrentino, la he visto muchas veces e incluso he repasado los textos. Fui al cine sola a verla cuatro veces. Tenía 29 años, pero me pareció una película que se hacía grandes preguntas acerca del sentido de estar aquí. ¿Qué es lo importante? ¿Dónde está la gran belleza?

Foto dos de Verónica Echegui con el look cuatro
Foto tres de Verónica Echegui con el look cuatro

Vestido de Victoria Cimadevilla y zapatos de Kurt Geiger

¿Cómo es ahora su rutina?

Medito todos los días e intento estar en silencio todo lo que puedo. Me alimento muy bien. Duermo mis horas, me acuesto pronto. Y desde que lo hago estoy mejor, ya no tengo la pesadez que sentía por las mañanas.

¿Y el futuro?

¿Tú no crees que estás generando tu futuro ahora mismo, en el presente? Yo lo veo así.