Detrás de algunos estilismos memorables de Sofía Palazuelo, Samantha Vallejo-Nágera y de la reina Letizia se encuentra la diseñadora española Leyre Doueil. Aunque la experta, de 50 años, cuente con una firma a su nombre, su historia y llegada al mundo de la moda es ante todo familiar.
La búsqueda de la calidad, la atención personalizada, el esfuerzo y la ilusión han hecho posible que cuatro generaciones de la familia Doueil dediquen su vida profesional a la moda. Los padres de Leyre contaron con primero con una tienda en Sestao, luego en Santurce y también en Portugalete.
Según Leyre, su padre siempre ha tenido un espíritu emprendedor y cree que este ímpetu pervive en los genes: "Lo que eres es el fruto de toda tu experiencia anterior. Gran parte de esta vena me viene precisamente de tradición familiar. Todo lo que mi familia en su día empezó, queda plasmado en los valores que me hacen estar aquí, ahora".
En este sentido, el vínculo con el mundo de la moda fue evidente desde siempre: "Salía del colegio e iba directamente a la tienda. He vivido literalmente entre mostradores con mis padres, porque desde pequeña no tenían con quién dejarme. Pasaba tardes enteras estudiando en la tienda. Los miembros del personal formaban parte de mi familia, en la actualidad, sigo teniendo mucha relación con ellos".
Leyre se convirtió, con tan solo 17 años, en una pieza fundamental del puzle familiar: "Mis padres ya llevaban trabajando un montón de tiempo. Acabé mis estudios y ya asumí de forma más seria las riendas del negocio. Mis padres se descolgaron completamente de compras, entonces, esa responsabilidad recayó sobre mí".
Fue, según Leyre, una evolución natural, no impuesta: "Todo el mundo me decía cuando: 'Cuando estés tú sola a cargo de este negocio, valorarás las cosas de diferente manera'. No lo sentí así porque estaba en mi forma de ser, no notaba la diferencia entre que estuviesen mis padres o que no estuviesen detrás".
En este sentido, perpetuó sus valores: "Ellos mismos me fueron inculcando el respeto hacia la gente que trabaja, siempre tenía que comprar aquello que pudiese pagar, por ejemplo. Estas cosas dan valor a que el negocio vaya bien y siempre en confiar en la gente que tenías al lado. Me dejaron volar sola".
Lanzar su propia marca fue una cuestión de tiempo: "Siempre he sido culo inquieto. En mis viajes, siempre he encontrado cosas interesantes. Me llamaba sobre todo el tema de artesanía, lo quería en la tienda. Este gusanillo de buscar cosas nuevas, de ofrecer a tus clientes cosas que no ofrecen otras tiendas, genera ilusión".
La toma de conciencia de Leyre también tuvo que ver con la realidad del sector de la moda: "Cuando nos invadió el comercio asiático, con sus fábricas y bazares gigantes, noté un cambio. Me tocaba comprar sus colecciones. La calidad bajó muchísimo, los precios seguían siendo cada vez más caros y a mí me daba la sensación de que estaba engañando a mis propias clientas".
Conllevó un gran cambio: "Se notó cómo los talleres, por lo menos nacionales, dejaron de funcionar y cerraron, porque los precios eran muchísimo más económicos. En aquel entonces, sentí este cambio de perspectiva. Luego falleció mi padre y viajé a India. Los viajes sacuden tu conciencia. Hizo que me animase, que me diera el empujón para crear mi propia marca".
Desarrolló su marca en un momento difícil para el mundo de la moda: "No sé si fue bueno o malo, pero creo que las cosas pasan porque tienen que pasar. Salí adelante durante el COVID, no era el momentazo para el consumo, pero era el mío. Aprendí un montón y medio fuerza para enfrentar esa época y mantenerme ilusionada".
Añade: "Tengo la sensación de haber aportado mi granito de arena a la industria textil y el de la conciencia, porque la gente así me lo transmite. Cuando usan o adquieren una prenda, sí notan ese valor y ese trabajo".
Un estilo propio
Leyre creó una marca de ropa cuidada, con tejidos de alta calidad, que destaca por su carácter versátil y atemporal. Responde a una constatación de la diseñadora: "A medida que vas sumando años, te das cuenta de que no hace falta que las piezas que tienes en tu armario sean la última tendencia. Vi que tenía muchas piezas con muchos años que me hacían sentir especial".
Entre sus señas de identidad destacan los estampados: "Es como amor a primera vista. Algunos te llegan según los ves, otros no. Soy una enamorada de las flores, me encanta la naturaleza. Es mi debilidad".
La India ha sido y sigue siendo la principal inspiración de la diseñadora: "India me encanta, la gente me enamora. Es un país de colores y de vida, aunque sea un caos. Pero en ese caos me siento distinta, justamente porque no soy ordenada, me veo identificada".
Todo ello, con una visión tradicional: "Estoy al día de las tendencias, intento dar un toque de moda, pero el patrón siempre es clásico y puede perdurar en el tiempo. Soy fan del vestido camisero, vamos haciendo pequeñas adaptaciones, pero la base es la misma. Que sea algo que perdure y que, incluso dentro de cuatro años, siga siendo actual".
Sobre la confección, Leyre nos confirma que "fabricar en España es un reto. Concretamente, en el País Vasco, tenemos una muy buena confección. Pero cuando el mercado se desarrolló, cayeron un montón de pequeños talleres. Aún así, tenía claro que quería hacerlo en España. Aporté mi granito de arena a la economía nacional, dando trabajo a los que tengo aquí. En la actualidad, me permite tener un control de cada pieza o de cómo va la producción, con un trato cara a cara. Vas creando una familia de trabajo".
Leyre confirma que su compromiso personal es pleno: "Controlo desde el botón hasta el saber si ha llegado el paquete a la clienta. Luego necesito saber si le gusta, si lo tiene a gusto. La venta online no me gusta precisamente porque se pierde un montón de experiencia de compra. Es un producto que hay que tocar y probar. Me quedo tranquila cuando hablo con la clienta y me dice que está todo perfecto. No sé si es bueno o malo, pero es mi compromiso. Cada etiqueta va a mi nombre".
No son pocas las personalidades que apuestan habitualmente por los diseños de la firma. Entre ellas, Sofía Palazuelo. "La mujer que se ponga un vestido o una falda de Leyre Doueil tiene que tener fuerza porque son tejidos que, por sí solos, no te dejan indiferente. Tiene que ser una mujer arriesgada y con un tipo de personalidad para llevarlo".
"Tu estilo hace que te vas encasillando. Sofía Palazuelo, por ejemplo, me gusta. Pero si tengo que decir no, también lo digo. Si una persona, con la que no me siento identificada, me pide un diseño, no se lo cedo. Tiene que ir acorde a los valores de la marca", comenta.
Uno de los momentos estelares de la firma se remonta al año 2021, cuando la reina Letizia visitó el Centro Memorial de las víctimas de terrorismo en Vitoria. Estas experiencias "vienen grande. No lo asimilas hasta que no pasa un poco de tiempo. Lo compartí con la gente que tenía cerca. Estuve feliz y superagradecida".
Ha sido posible, en parte, gracias a la plataforma Es Facinante: "Hacen una gran labor, nos dan visibilidad. Estoy eternamente agradecida, pusieron toda su confianza en mí. Sin ello, no sé dónde estaría".
Un sector en cambio
La creación de su propia firma también llevó Leyre a tener una visión más aguda y precisa del sector. Ver la moda de una manera responsable no es evidente para todos los consumidores. Según la experta, depende de muchos factores: "Ese tipo de mentalidad va de la mano de la experiencia de vida. También depende de lo que veas en casa, los valores que te resultan familiares según en el entorno que hayas tenido".
Leyre percibe, asimismo, de una manera muy positiva el boom que está viviendo el mercado de segunda mano. "Es un valor añadido. La gente que compra una prenda de segunda mano, compra algo más, la experiencia y la historia de esta prenda. Si ya ha cumplido su función contigo y alguien tiene la opción de adquirirlo con un menor precio, lo va a valorar. Es otra forma de conciencia de compra".
Con respecto a otro tema de actualidad clave, la inteligencia artificial, no tiene una visión tan clara: "Me da miedo. Tiene su parte buena porque te da diferentes opciones de diseño. Pero, se pierden otros".
Subraya: "No podemos estar tan pendientes de una máquina. El crear y el hacer artesanía también implica unos valores y una forma de trabajar que tiene que llegar al consumidor final. Entre tantas máquinas, algunas cosas se pierden, genera cierta deshumanización. No es una herramienta con la que trabaje a diario".
Leyre, quien crea sobre todo para invitadas, nos recomienda: "La clave es ser tú misma. No hay que ponerse nada que no sepas defender. Si no sabes andar con tacones, no vayas con tacones. Por suerte, la gente cada vez tiende a ser más natural".
¿Y en el futuro? "Seguiré creando colecciones, pero no tengo esta necesidad de lanzar una colección cada seis meses. Disfruto del día a día mucho. Me gustaría que mi hija se inclinaría hacia esto, pero sé que no, porque ve trabajar a su madre los 365 días del año. Quiero estar donde estoy y que los que me rodeen estén bien. Tengo en mente vender fuera de España. Pero no tengo expectativas puestas, solo seguir con la misma ilusión", reflexiona la diseñadora, con la esperanza y la fe como bandera.