Alice Walton (Bentonville, Arkansas, 1949) es la única hija de Sam Walton, difunto fundador de la mayor cadena mundial de tiendas minoristas: Walmart. Aunque fue sustituida como la mujer más rica del mundo por Françoise Bettencourt Meyers, heredera francesa de L'Oréal, ha conseguido retomar su puesto con una fortuna estimada en 89.100 millones de dólares.
A pesar de su gran fortuna, su historia y recorrido no se centran únicamente en el éxito del negocio familiar: la empresaria se hizo notar por su labor filantrópica y su enorme pasión por el arte en todas sus expresiones. Pero, ¿qué se sabe de la mujer de la que todo el mundo habla?
Walton creció siendo la pequeña y única niña de cuatro hermanos; su padre la describía en sus memorias como "la más parecida a mí, una rebelde, pero aún más volátil". Parece que Sam Walton no iba desencaminado, porque a pesar de la presión a la que estaba sometida para continuar con el imperio que había levantado su familia, siempre se sintió atraída y sumamente interesada en el mundo del arte y el altruismo.
La vida que eligió
Tras estudiar Ciencias Económicas en la Trinity University de San Antonio, se introdujo en el mundo de las finanzas y trabajó como analista de inversiones. Su camino económico continuaba forjándose con su incorporación a la vicepresidencia del Arvest Bank Group, y posteriormente fundó su propia firma de inversión, Llama Company, en la que actuó como CEO y presidenta.
Aunque su éxito y talento en el mundo de los negocios es innegable, su corazón late por dos causas completamente distintas: el arte y el buen hacer. Según publicaba la revista Forbes en 2013, la empresaria compró su primer cuadro con tan solo 10 años: una réplica de Desnudo Azul, obra de Pablo Picasso que inauguró su colección y le provocó un gran deseo de continuar admirando y recopilando arte.
No fue hasta la llegada de los años 70 cuando Walton se iniciaría de manera seria en el coleccionismo. Comenzó recopilando acuarelas de conocidos artistas norteamericanos que se centraban en representar la cultura e historia de los Estados Unidos.
Dos décadas más tarde profesionalizó su repertorio, que hoy cuenta con un valor estimado de 500 millones de dólares e incluye obras de artistas como Norman Rockwell o Andy Warhol. Dicho interés acabó desenfocando en la creación del Crystal Bridges Museum of American Art. El proyecto, inaugurado en 2011 en Bentonville (su ciudad natal), reflejó su humilde deseo de hacer un arte al que cualquiera puede acceder.
Millonaria y generosa
Tras su aspecto elegante y refinado también se esconde un gran corazón. Walton se ha convertido en una gran impulsora de iniciativas altruistas, tanto que en los últimos diez años ha donado más de 5.700 millones de dólares a fundaciones enfocadas en ayudas a las familias y otras causas similares.
Aunque los cuatro hermanos han recibido una fuerte influencia por parte de sus padres a la hora de impulsar esta clase de proyectos, se podría decir que es Alice quien ha generado un mayor gusto e implicación por ayudar al prójimo.
La Walton Family Foundation, que trabaja para crear un acceso a las oportunidades, hizo que impulsara en 2017 un proyecto paralelo con su nombre: la Alice Walton Foundation, asociación que apoya el acceso al arte y la educación mientras impulsa diversos proyectos relacionados con la salud.
Distanciada del negocio familiar
Aunque su puesto actual como la mujer más rica del mundo se debe en gran medida a las acciones de Walmart, lo cierto es que Alice Walton ha preferido 'desvincularse' del gigante empresarial creado por su padre para perseguir su vocación.
Sus hermanos Jim y Rob se han dedicado en cuerpo y alma a la gestión de la empresa, pero como ya sabemos, la filántropa ha preferido atender a su llamado de ayudar a los demás y admirar el arte. Aun así, Alice controla el 50% de las acciones de la empresa, asegurando que el legado de su padre se mantenga dentro de la familia.
Humilde e independiente
Además de ser la heredera de una gran fortuna, Alice Walton es una mujer que se vale por sí misma y ha creado un legado que va mucho más allá del dinero de su familia. Mientras el resto de descendientes de Sam Walton han seguido religiosamente las directrices de su padre, ella continúa implicada y enfocada en perpetuar su huella en el mundo del arte, la salud y la educación.
Su nombre no solo corresponde a la mujer más rica del mundo, sino también a una figura de estimada notoriedad con una grandiosa influencia en la caridad y cultura de su país. Otra de sus características más destacables es la humildad: "La casa de su rancho en Texas cuenta con una única planta, y cuando sus invitados la visitan, ella misma cocina la cena, aunque cuenta con ayuda para la limpieza", relataba The New Yorker en el año 2011.
Alice Walton es un gran ejemplo de innovación y altruismo y, de momento, un misterio para el mundo por su carácter reservado con los medios de comunicación a pesar de su gran poder y su estatus económico.