Clara Estrems viajó a Omán en el año 2020 y su primer contacto con el mundo oriental le causó tanta impresión que afirmó: "He vuelto mejor persona". Clara es una mujer que apuesta por la exportación de la cultura, por la amplitud de miras en el inabarcable horizonte de las culturas, por el conocimiento y, sobre todo, por la ruptura de los prejuicios en una sociedad que está cargada de todos ellos.

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"Vi un pequeño recorte en una revista de viajes y me quedé cautivada por los espectaculares paisajes del país en un momento en que nadie sabía nada de Omán, incluso, ni yo sabía dónde estaba situado geográficamente". Lo que al principio supuso todo un reto, Clara lo abordó como una aventura de la que solo una cosa estaba segura: "necesitaba hacerla en solitario".

Omán, una invitación a la evasión

Señalado por el diario francés Le Monde como uno de los mejores destinos del año 2017, el sultanato de Omán se abre al turismo como toda una revelación. Este pequeño país enclavado entre gigantes como Qatar, Arabia Saudí e Irán, presume de una naturaleza virgen y un patrimonio preciosamente conservado. Entre vastos desiertos, imponentes montañas y costas inmaculadas, Omán es, sin ninguna duda, una invitación a la evasión.

Entre los 17 lugares que recomienda el diario para visitar, existen diez enclaves de visita obligatoria, por ejemplo, Nizwa, la antigua capital del país y bastión de los poetas omanís. En Nizwa duerme una de las ciudadelas más bellas del país y dos mezquitas guardadas como si fueran dos tesoros, Shawadinah y Sa’al.

La lacra yihadista

Según Clara Estrems, Omán es un país pequeño y se vanagloria de tener una población muy tranquila, siendo el estado más estable de la región. Según una investigación llevada a cabo por Penn Schoen Berland, los jóvenes de Omán y, en consecuencia, muchos de los jóvenes árabes de Medio Oriente, "se encuentran muy lejos de la visión fanática y violenta de las organizaciones yihadistas que han ido explotando de manera creciente la fragilidad de algunas poblaciones a nivel global".

Conversando con la pequeña familia que acogió a Clara durante su estancia en Nizwa, la viajera valenciana entendió la lacra que sufren los omanís simplemente por profesar el islam. "Los más perjudicados por los atentados radicales islámicos somos los musulmanes porque, finalmente, recae sobre ellos un montón de prejuicios y cargas por los actos de un grupo reducido de menos de mil personas".

La desinformación crea prejuicios

Aunque sean datos que el occidental no suela manejar, "existen 1.500 millones de musulmanes del mundo y de muy distintas culturas: la asiática de Indonesia, la árabe, la árabe del Magreb, la de la Península Arábiga, la otomana o la persa, en Irán y, debido a la falta de información y al poco contacto con la cultura musulmana, hay muchos prejuicios, especialmente en las culturas latinas".

Aunque Clara había tenido algún contacto local con la cultura musulmana en la región de Bajchisarai, en Crimea, en Omán descubrió las similitudes entre los países árabes y los de raíces judeocristianas, en especial los países católicos. "Tenemos un poso de valores completamente iguales, como los que se crean en el núcleo familiar o la hospitalidad".

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Las cuestiones místicas con las que Clara se identifica se encuentran dentro de un arco mediterráneo donde duermen la cultura tunecina con la siciliana, la egipcia con la magrebí y la argelina con la española. Gente abierta que recuerda épocas pasadas. "Yo sentí en Omán lo mismo que hubieran sentido la gente si se hubiera hospedado en casa de mi abuela".

De naturaleza omaní

Una ruta por Salalah buscando los orígenes del incienso, descubrir el gran cañón de Wadi Gulh, a 3000 km de altitud, o bañarse en las aguas esmeraldas de Wadi Badi Khalil son experiencias únicas adornadas por paisajes extravagantes, nuevos, vírgenes de turistas. El itinerario de la viajera podría continuar desplazándose hasta las playas de Ras al Jinz para ver el anidamiento de las tortugas marinas (¡más de 30.000 nacen cada año!) y de ahí una excursión al desierto rojo de Wahiba.

De vuelta a la civilización, lo mejor es hacerlo progresivamente buscando las cuevas de Al Hoota, situadas a los pies del monte Jebel Shams, pasando por el Fuerte de Bahla, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y recalando en la antigua ciudad de Qalhat, una ventana abierta al pasado glorioso del país. Mascate es el destino final, una mezcla armoniosa que fusiona la cultura con la modernidad.

Las mujeres de Mascate

Dividida en tres distritos muy diferentes entre sí, Mascate, Mutrah y Ruwi huyen de la ostentación y apuestan por los espacios verdes y la autenticidad preservada. El palacio de recepción del sultán destaca por sus grandes balcones y sus fachadas inmaculadas, y es un edificio soberbio que compite en belleza con la gran mezquita Qaboos.

En el barrio de Mutra se encuentra el mayor mercado de pescado del país y, abierta al con una fusión árabe y occidental, Mascate es la capital de Omán donde las mujeres que viven en ella dicen: "Aquí se vive bien".

Como Clara es una mujer que viaja fijándose en otras mujeres, buscó la oportunidad para poder conversar con todas ellas, tratando temas que en la cultura occidental están en boca de todas las personas y desmintiendo falsos mitos que se lanzan al aire, simplemente, por desconocimiento.

"En Omán, las mujeres tienen los mismos derechos que el hombre, suelen tener más estudios universitarios que el hombre, se les conceden más becas para estudiar en el extranjero, no tienen la obligación de llevar velo, ejercen cargos públicos y, si existen amas de casa como en el resto de países del mundo, es porque lo han preferido por elección. El tema del clan familiar es fundamental para la sociedad omaní y la responsabilidad recae a ascendentes y descendentes, siendo la mujer el pilar que sostiene los cimientos familiares".

Respeto por la cultura local

Según Clara, la mejor época para visitar Omán es de octubre a abril para evitar las temperaturas más altas y disfrutar del clima suave que ofrece el país. Y, acorde a la temperatura, recomienda llevar ropa fluida, alguna chaqueta paravientos, un plumífero finito para las zonas más altas y camisetas de manga corta para los días en lo que el calor apriete en las ciudades. Sin embargo, el mejor consejo reside en el respeto que muestre la turista por la cultura local.

"Como vas vestida al Vaticano es como debes ir vestida a los países musulmanes" y aclara, "no se trata de la imposición de unas reglas sino de una cuestión educacional". Las normas son las mismas para ellas que para ellos. "Ellos van vestidos con las ropas tradicionales, no van con pantalones vaqueros o camiseta. Van con manga larga y pantalones fluidos; con su ejemplo, desmontan el tópico de que “a la mujer la hacen cubrirse" optando por una forma de vestir similar”.

Convertirse en mejor persona

Clara vivió en primera persona el significado de la tolerancia, el perdón y el respeto hacia los demás. Entendió muchos aspectos sociales que, aunque no los compartiera, le sirvieron para crear una base en su argumento hacia una tolerancia global y descubrió como la calma y los valores tradicionales eran el motor de una sociedad unida y amorosa.

Ella eligió la conversación como el camino para descubrir a las mujeres omanís y pudo comprobar como el pueblo, en general, detesta la doble moral con la que cargan muchos occidentales.

"Los omanís tienen miedo de que el monstruo del consumo y la evolución les haga perder los valores. Occidente es una sociedad crispada que busca el rédito político a través del enfrentamiento social y, en cambio, ellos abogan por el diálogo, el perdón y la convivencia pacífica, tanto en relaciones exteriores como en el propio país".