Dicen que el primer amor es único, el más especial. Sin embargo, para Soraya no fue así, ni mucho menos. ¿Por qué? Porque ella pertenecía a los Testigos de Jehová y él a 'El Mundo', la forma en la que los Testigos denominan a los no creyentes. Su romance fue fugaz, de unos cuantos meses, pero dejó en ella una gran mella que todavía hoy recuerda.
Estos dos amantes, al no pertenecer a la misma comunidad, se vieron obligados a romper su relación. Sin embargo, para Soraya fue mucho más traumático que para él, pues no solo terminó con su romance, sino también con toda la vida que había construido hasta el momento: los Testigos de Jehová la expulsaron de la comunidad por desobedecer sus órdenes y enamorarse de alguien inadecuado.
Soraya Nárez perdió a su familia y todo lo que la rodeaba hasta el momento, pero ganó una vida nueva en 'El Mundo'. Como un ave fénix, volvió a renacer y convirtió sus cenizas en el combustible idóneo para experimentar todos aquellos placeres de la vida que nunca antes había probado: conocer a gente diferente a ella, salir de fiesta, sentir atracción física por otras personas, mudarse a otro país, cuestionarse sus creencias...
De sus cenizas también salieron palabras, las que ha escrito en el libro No somos parte del mundo para contar cómo fue su proceso de adaptación en un lugar que no solo era desconocido para ella, sino que también había rechazado durante su etapa de vida en los Testigos de Jehová. ¿Te imaginas que, sin haber salido nunca de fiesta, te sueltan en medio de la pista de baile de una discoteca? A continuación, el equipo de Magas te presenta algunas de sus más divertidas aventuras, así como los relatos más crueles que tuvo que vivir durante su expulsión de la comunidad.
Empecemos por el principio, por tu infancia. ¿Cómo la definirías?
Muy solitaria y con muchas decisiones que tomar. Me he dado cuenta cuando he sido adulta, porque de niño piensas que lo que vives es normal. Yo no podía tener amigos del colegio, porque dentro de los Testigos solo te juntas con otros Testigos. También sentía envidia de los niños que celebraban sus cumpleaños, Navidad o Reyes Magos. A mí me dijeron que son fiestas malas, que vienen de Satanás, y que estaba haciendo bien al no celebrarlas.
¿Cuándo empezaste a ser consciente de que estabas en una comunidad como la de los Testigos de Jehová la que pertenecían tus padres?
Siempre supe que estaba dentro del pueblo de Dios. Pero lejos de ser un sitio que me prohibía hacer cosas, era el lugar seguro donde nos manteníamos a salvo de todo lo malo que pasaba en el mundo. Yo no lo veía como algo prohibitivo porque miles de personas te dicen desde bebé que estás del lado correcto.
Hasta hace pocos años no he sido consciente plenamente del poder mental que tenía la organización para restringir aspectos de mi vida que yo pensaba que no me pertenecían a mí. Delegaba a los Testigos la elección de mis amistades o pareja porque a mí ni siquiera me correspondía dirigir mi propio paso.
"Después de tener cierta intimidad con mi primer novio, me sentí muy mal, como si hubiera matado a alguien"
¿Y cómo recuerdas tú la expulsión y la entrada a tu nueva vida?
Hubo momentos tremendamente duros. Tenía 21 años cuando empecé con mi primer novio de 'El Mundo'. Eso no es motivo de expulsión, pero no está bien visto y animarán al resto de personas a reducir su contacto contigo. Tuve cierta intimidad con él, no eran relaciones sexuales, pero sí una intimidad suficiente como para que los Testigos se plantearan si debía ser expulsada.
Para que ellos evalúen si puedes seguir dentro de la comunidad, tienes que confesar. Yo me sentía muy mal, como si hubiera matado a una persona, y lo conté. Durante más de una hora me hicieron preguntas para saber si estaba arrepentida. Entonces, decidieron expulsarme.
¿Y cómo sobrellevaste todo ese terremoto de emociones?
Cuando me expulsaron, rompí con ese chico y decidí volver a los Testigos simplemente para mantener la relación con mi familia. Ocho meses después me readmitieron, pero empecé a distanciarme de ellos, intentando hacer mi vida en 'El Mundo'. Fue muy desolador y tuve una sensación de no poder escapar, de haber hipotecado mi vida. Cuando eres mayor, te das cuenta de que fuiste muy joven para tomar esa decisión. Te manipularon y te culpas por ello durante mucho tiempo.
Cuando saliste, ¿qué personas fueron las que te ayudaron a rehacer tu vida?
Fue gente que me encontré por casualidad en la universidad o en el trabajo. Un día, una chica se sentó a mi lado porque yo no había traído el libro y empezamos a hablar. Me vio sola y rápidamente me quiso integrar. Ahora es mi amiga Bea. Al mudarme a Londres también tuve muchísima suerte y en mi puesto de trabajo encontré a gente muy cercana. Fueron muy amables sin ellos saber que me estaban ayudando y acogiendo.
"He sido consciente de que los Testigos de Jehová también están siendo víctima de una manipulación. Creo que es gente vulnerable"
Igual que contaste tu historia a tus amigos, escribiste el libro 'No somos parte del mundo' para explicar tu situación al resto de la gente. ¿Cómo fue plasmarlo todo en el papel? ¿Qué efecto tuvo en ti?
Mientras escribía el libro yo estaba el tratamiento psicológico y las sesiones me ayudaron a plasmar mi historia. Es muy fácil dejarse llevar por sentimientos de ira, enfado o incluso de venganza, porque te das cuenta de todo lo que te han hecho.
Sin embargo, también eres consciente de que la gente de los Testigos es a su vez víctima. Ves a la gente como vulnerable y piensas que no te han hecho daño porque esas órdenes venían de más arriba. El tratamiento psicológico me ayudó también a no dejar a los Testigos como personas que intentan hacer el mal, sino como víctimas de los que realmente organizan y dirigen todo.
Y cuando saliste de la comunidad, ¿qué fue lo que más te costó integrar de esta sociedad?
En los Testigos todos seguimos las mismas normas, de forma que te encuentras a personas muy parecidas. Pero cuando sales a 'El Mundo', cada persona es diferente y te cuesta mucho encajar. También piensas que todas las actitudes son buenas, así que algunas veces he aceptado comportamientos, sobre todo de jefes o compañeros de trabajo, que no tenían por qué intimidarme. Me ha costado entender lo que está bien y lo que está mal dentro de las relaciones sociales.
Como mujer de los Testigos, aprendes que tú eres más débil, que necesitas a un hombre para que lidere la casa. Todo eso también lo tenía integrado en mí y me limitaba. Entender que podía vestirme de cualquier forma sin que conllevara una provocación y estar en ambientes en los que yo pensaba que eran peligrosos, como fiestas o hablar con desconocidos, fue un proceso largo. Cuando vas a 'El Mundo', lo que más te cuesta es tomar tus propias decisiones porque con los Testigos tienes normas para todo.
"Me costó mucho entender que el sexo no era algo malo. La masturbación para mí era algo que no se podía hacer"
¿Cómo fueron tus primeras veces en 'El mundo'?
En cuestión del sexo, me costó mucho ver que no era algo malo. La masturbación para mí era algo que no se podía hacer y hace poco empecé a aceptarlo como algo natural. En cuanto a votar, fue como si estuviera entregando un mensaje espía y me fueran a pillar. Sin embargo, también me resultó un momento bastante alegre porque empecé a interesarme por la política.
Respecto a la homosexualidad, había muchas cosas que me echaban para atrás e intentaba pensar que no había ningún problema, pero en mi interior no lo recibía así. Fue después de mucho tiempo, gracias a las redes sociales, cuando llegué a la conclusión de que son personas exactamente iguales que yo. Al final había vivido toda mi vida escuchando que es algo que se puede curar como el alcoholismo, y es muy difícil rechazar lo que has aprendido y adoptar una postura contraria.
Respecto a las fiestas, me acuerdo que, la primera vez que salí, dejé tirada a mi amiga porque se fue a hablar con un chico y a pedirse una copa. Yo me sentí completamente desubicada y me fui. Ahora soy yo la que sale por Londres y no llega hasta las seis de la mañana.
¿Cómo describirías tu vida ahora?
Muy plena y libre, puedo hacer tantas cosas que a veces me abrumo. Me doy cuenta de todo lo que me ofrece el mundo, de lo que hay por disfrutar. En ocasiones me tengo que parar y decir que no puedo hacerlas todas. También pienso: "Disfruta. No hay prisa, no se te va a acabar". Porque no va a venir ese Armagedon que lo va a destruir todo. No tengo que mantenerme alerta porque un día se va a acabar.
Has dicho que tu vida es libertad. ¿Qué es para ti la libertad?
La libertad de los Testigos estaba llena de matices negativos. Ahora puedo elegir lo que quiero hacer con mi vida. Sé que la libertad también se ve condicionada por dónde has nacido o tu clase social, pero teniendo en cuenta todas las circunstancias que no puedes cambiar, la libertad es pensar qué puedes hacer con lo que tienes.
¿Crees que queda algo de los Testigos de Jehová en ti?
Me queda lo que he aprendido de haber estado allí. Queda el entender que hay personas vulnerables que necesitan una comunidad y que todos podemos ser esa comunidad. Si no lo somos, van a venir otras organizaciones como la de los Testigos que tienen intereses diferentes. Puedes entender que las personas somos vulnerables, que nos necesitamos unos a otros y eso a mí me ha hecho mejor persona: estar más atenta de la gente que está a mi alrededor y, en lo que pueda, ayudar.