La primera vez que a Sara García Bécares "le picó el gusanillo" de la informática fue a los 10 años, cuando su padre se compró un ordenador. "Para mí, esa máquina era algo muy especial y pronto me pregunté qué habría dentro de ella", dice Sara.
Podría decirse que fue en ese preciso instante cuando, sin saberlo, naciera su pasión por las tecnologías. Ahora se ha convertido en una de las grandes expertas en ciberseguridad de nuestro país, además de ser una divulgadora ejemplar para que todo el mundo pueda acceder a su profesión, se quite los prejuicios y descubra la importancia de la ciberseguridad.
Y con 'todo el mundo' se refiere a personas de todas las edades y puntos de vista, a los que se quieren reinventar tras haber trabajado en otras cosas y, por supuesto, a las mujeres, ya que ella creció sin apenas referentes femeninos.
Eres Responsable de Cibejercicio y Ciberresiliencia en INCIBE. ¿Cómo se traduce esto?
Con los ciberejercicios hacemos pruebas de simulación, como una especie de gymcana virtual para probar la seguridad de las empresas. Intentamos que estén preparadas ante ataques o intentos de fraude. Ponemos a prueba a los equipos técnicos y de dirección, y hacemos pequeños ataques controlados para ver su respuesta. Después, redactamos informes y sugerimos mejoras.
En cuanto a la ciberresiliencia, es mucho más extenso. Elaboramos informes o encuestas a empresas de toda España y evaluamos si sienten o no que están preparadas para sobrevivir a una crisis. Estamos hablando de que el 60% de las pymes no sobrevivirían a un ciberataque.
Pongamos el foco en lo social. Parece que existe reticencia ante la palabra hacker. ¿Por qué escuece tanto?
Sí. Si buscas un hacker en Internet, aparece gente muy oscura, con capucha... En la calle se utiliza como algo negativo, pero realmente no es eso, en el sector siempre decimos que es un profesional de la ciberseguridad. El que hace el mal es el ciberdelincuente.
Además, incluso la RAE incorporó hace unos años la definición positiva de la palabra. Es cierto que los estereotipos en este campo no ayudan a que haya más mujeres. Incluso cuando algunos jóvenes se plantean estudiar ciberseguridad, la familia recibe la noticia con algo de susto.
Es un sector que ha crecido en paralelo a los avances de las condiciones sociales. ¿Cómo se refleja en el día a día?
Esta profesión es muy digital, con lo cual tenemos teletrabajo, flexibilidad horaria y los equipos son heterogéneos y con gran variedad de perfiles. Además, todos somos conscientes de que, cuanto más heterogéneo sea el equipo en términos de género, edad, experiencia, etc, mucho mejor.
Nos tenemos que dar cuenta de que en el mundo de la ciberseguridad hay unos malos: al otro lado, hay alguien que está intentando llevar a cabo un fraude o atacarnos. Para prevenir esas situaciones, necesitamos el mayor número de puntos de vista. Incorporando a las mujeres en este mundo de manera franca, los equipos funcionan mucho mejor.
Visto así, ¿cómo animarías a las jóvenes a adentrarse en carreras como la tuya?
Tienen que hacer lo que les gusta, porque sólo así serán buenas profesionales. Pasamos muchas horas delante de un ordenador como para enfrentarnos a algo que no nos motiva.
En este sentido, le diría a las nuevas generaciones que se fijen en chicas normales. Muchas veces estas carreras se asocian a temas complicados, de mucho estudio y esfuerzo, pero no es más difícil que otras.
Normalmente, se dice que nosotras tendemos a hacer carreras relacionadas con el cuidado de otros, como medicina o enfermería. Y en la ciberseguridad también cuidamos a las personas porque estamos vigilando en el ciberespacio para proteger a colectivos vulnerables, como pueden ser nuestros padres, abuelos, los menores y a todas las empresas.
¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta la profesión en este sentido?
Siempre hay un camino. Viendo las estadísticas, el número de mujeres que se dedican a la ciberseguridad no es elevado, por lo que tenemos que seguir luchando. Hay que visibilizar la profesión en entornos escolares, y allí donde la gente se quiera reciclar de otras profesiones.
Además, cuando rascamos en las estadísticas, vemos que en las profesiones híbridas, como un experto en ciberseguridad y legal o un abogado, los ratios suben porque, históricamente, hay más mujeres en este tipo de carreras.
También tenemos que trabajar en aumentar el número en puestos directivos, y llegará con el tiempo, porque cada vez se están incorporando más mujeres al sector.
¿En quién de ellas se fija o se ha fijado en la profesión?
Dentro de mi profesión, no son mujeres conocidas. Pero, por ejemplo, desde INCIBE formamos a la Selección Española de Hackers y hay una chica, Inés, que fue capitana hace dos años. Esa chica para mí es un referente porque es muy técnica, muy buena, y la han escogido como capitana de un equipo en el que casi todos eran chicos.
Ese tipo de personas que son anónimas son referentes para mí. También Lola Rebollo, que fue mi jefa y que también era muy luchadora. Creo que en el mundo de la ciberseguridad se ve que cada vez hay más mujeres anónimas que se dejan ver y para mí son referentes porque marcan una pauta de esfuerzo, luchan por que cada vez haya más mujeres y no se vienen abajo porque, sí, es un mundo demasiado masculino.