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Todo en la historia de Miranda es relevante. ¿Puede una sola persona romper varios estereotipos casi sin pretenderlo? Sí, puede. Esta joven murciana de 29 años acaba de entrar en la Guardia Civil tras aprobar la pertinente oposición y hasta ahí el caso no tendría nada de particular, sino fuera porque reúne varios ingredientes que lo hacen tan llamativo como único. Mujer, joven, madre de familia numerosa (tiene cuatro hijas de 9,7, 5 y dos años), embarazada y miembro de la promoción con más presencia femenina de la historia de la Guardia Civil.

Nació en el seno de una familia humilde, sin ninguna conexión con la Benemérita, se casó joven y el destino puso en su camino una vocación inesperada que le hizo dejar su trabajo como maestra para enfundarse el uniforme. No ha sido un camino fácil, conciliar y estudiar una oposición teniendo cuatro pequeñas en casa es casi heroico. Pero aquí está Miranda María Nortes García, vestida de verde con su sueño cumplido.

Se encuentra en su sexto mes de gestación, lo que hace que por el momento su trabajo sea más administrativo. No puede ponerse el cinturón con el arma reglamentaria debido a su estado. De la noche a la mañana, Miranda María Nortes García ha pasado del anonimato a la fama, por 'culpa' de Mercedes González, Directora General de la Guardia Civil, que compartió su caso en Instagram.

El texto que acompañaba a la imagen dejaba claro por qué es extraordinario: "Se llama Miranda. Es la mejor alumna de su promoción y está embarazada de seis meses de una niña, a la que llamará Marta. Ambas son un símbolo de la 129 promoción de acceso a la escala de cabos y guardias de la Guardia Civil, la de mayor porcentaje femenino desde que entraron las mujeres en el Cuerpo en 1988".

Magas se cita con ella en la Dirección General de la Guardia Civil de Madrid para recabar su testimonio en primera personaAlgo tímida y luciendo orgullosa el tricornio, se muestra inquieta ante la que es casi su primera entrevista, pero luego, en cuanto empieza a hablar, lo hace con naturalidad y humildad. 

De pronto te has hecho muy popular. La mejor alumna de tu promoción, embarazada de seis meses y ya con familia numerosa...

Bueno, en realidad ese es un detalle que ha tenido conmigo nuestra directora general, quizá por mis circunstancias personales. Pero en realidad soy la número 460 de dos mil y pico que éramos en la promoción. Aún así, estoy muy orgullosa de mi escalafón, pero no soy la mejor (risas).

Bueno, teniendo en cuenta que has estudiado esta oposición con cuatro niñas pequeñas en casa y que estás esperando otra, sí parece toda una hazaña. ¿Cuántas horas le has echado?

Todas las horas que puedas dedicarle son pocas. Yo he aprobado a la tercera, lo que supone tres años naturales, con tres cambios de temario... ha sido duro, durmiendo muy poco. Además, mi marido estaba destinado en Castellón y como nosotros somos de Murcia estábamos allí solos, con lo cual había que hacer encaje de bolillos para poder con todo, porque teníamos un bebé que acababa de nacer.

Imagínate, sacando horas de donde no las hay. Yo me levantaba a las cinco cuando él se iba a trabajar, estudiaba hasta las ocho que despertaba a las niñas, las preparaba y las llevaba al colegio, y cuando volvía a casa tenía una hora y media para hacer todas las cosas del hogar y me ponía otra vez a estudiar.  

Un bebé que acababa de nacer y otras tres de corta edad... suena agotador.

Es una cuestión de mucha organización y mucha planificación para poder hacer las cosas. Pero sí quiero decir que yo sola no habría llegado a ningún sitio. Estoy donde estoy gracias al esfuerzo que ha hecho mi marido, que también es guardia civil y entiende el proceso por el que he pasado. Nosotros fuimos padres muy jóvenes, con 20 años, y con el parón del COVID vimos que era la oportunidad de cumplir ese sueño de entrar en la Guardia Civil.

Los dos a la vez no podíamos prepararnos, porque ya teníamos las tres niñas y había que atenderlas. Así que primero lo hizo él, que se sacó la oposición a la primera, estudiando 15 y 16 horas al día, y luego yo. Salía de trabajar, recogía a nuestras hijas a las 4.30 h y se pasaba toda la tarde con ellas hasta la noche. A mí esas horas de estudio me daban la vida.

Tu hija pequeña nació cuando ya estabas en plena faena. ¿Cómo encajaste las pruebas físicas?

Al mes y medio de dar a luz ya empecé a prepararlas, ayudada por mi entrenadora que es mujer y entonces conoce perfectamente el proceso de nuestro cuerpo después del parto. Me iba a las pistas de atletismo con el carrito y entrenaba con mi bebé mientras las otras tres estaban en el colegio.

¿Te costó mucho llegar a las marcas exigidas?

Alrededor de cuatro meses. Lo pasé mal físicamente, porque tuve que apretar bastante y teniendo cuidado de no lesionarme, pero lo conseguí.

Las pruebas físicas, que son distintas para mujeres y hombres, siempre generan algo de controversia...

Bueno, simplemente están adaptadas según los criterios que se han considerado atendiendo a la fisionomía estándar de cada género, pero eso no quiere decir que no sea igual de complejo para un hombre que para una mujer. Nadie te dice que te tengas que mantener en el mínimo que te exigen para poder entrar, hay compañeras que doblan la marca que se pide y corrían mucho más que sus compañeros. Yo las últimas las hice ya embarazada e hice el tiempo fijado para los hombres.

¿Has estado muchas veces a punto de tirar la toalla?

Sí, porque es un esfuerzo muy grande y muy prolongado en el tiempo, así que es normal tener bajones y pensar que no puedes más. De hecho, la segunda vez que me quedé sin plaza, yo dije 'es que ya no sé de dónde sacar más tiempo para poder seguir estudiando' y me desanimé mucho. Pero bueno, te tomas un par de días y vuelves a la carga.

Miranda posa con le menina del 35 Aniversario Mujeres en la Guardia Civil. Gustavo Valiente.

Vienes de una familia que nada tiene que ver con la Guardia Civil, ¿de dónde nace esa vocación?

Pues mira, mi marido lo ha tenido siempre clarísimo, desde niño, pero yo no. Yo me enamoro de la profesión cuando empiezo a conocer a los profesionales, cuando la conozco desde dentro a través de él. Descubrí que se trata de ayudar a la gente, la vocación de servicio es lo que me engancha de esto, la humanidad.

¿Te preocupa el hecho de que el número de mujeres en el Cuerpo aún sea menor?

No, por suerte ya hay muchas mujeres con uniforme, aunque no en la misma proporción, claro. Lo duro no es para nosotras, para las nuevas generaciones, sino para las guardias que se jubilan ahora. ¡Ellas sí que rompieron muchas barreras! Gracias a ellas estamos donde estamos. Mi promoción es la que ha tenido mayor proporción femenina desde la incorporación de la mujer a la Guardia Civil en 1988, casi la mitad, y en las academias se nota mucho que cada vez ellas son más.

¿Qué sentiste la primera vez que te pusiste el uniforme?

Te creces... te miras y piensas: "¡Cuántas horas lleva esto!". Es una sensación única que no se puede describir con palabras. 

La tuya es una profesión de riesgo, ¿qué papel juega el miedo?

El miedo no tiene cabida, no puede haber, no lo piensas porque va con el uniforme y no se puede separar del trabajo en sí. Pasa lo mismo con la labor humanitaria de ayudar, que va también con el uniforme. Obviamente, hay funciones con más riesgo que otras y lo importante es calcular bien hasta dónde asumes ese riesgo. Hay que ser muy organizado dentro del caos.

Acabas de empezar, pero... ¿cómo te ves en unos años?, ¿qué tipo de misiones te gustaría llevar a cabo?

Ayudar, aunque no sé muy bien todavía cómo desarrollarlo. Mi idea es seguir estudiando y me gustaría hacer algo de psicología aplicada a temas de menores y también de violencia de género. Mi intención es ayudar de la mejor manera posible y para eso hay que prepararse, la voluntad solo no basta. Hay una unidad en concreto, la EMUME, que se encarga específicamente de niños y mujeres.

¿Crees que hay muchos prejuicios y muchos falsos mitos con respecto a la Guardia Civil?

Cuando estás dentro, los mitos los rompe todos. Es una institución muy grande, con mucha variedad de personas que a veces son completamente opuestas a ti, pero al final lo importante es que somos compañeros y mi espalda es la tuya. Ese es un valor muy importante que a mí me encanta. En cuanto a brechas de género, ya se ve que por suerte somos muchas mujeres, que curramos igual que los hombres, que trabajamos al mismo nivel, con la misma intensidad y damos la misma caña. Yo no he visto ningún problema ni he tenido ningún trato diferente por ser mujer. Vamos todos a una.

La Guardia Civil es un cuerpo militar. La princesa Leonor, que está realizando formación castrense, será la primera mujer al frente de los Ejércitos y eso no solo visibiliza el papel de la mujer en las Fuerzas Armadas, también está despertando vocaciones.

Parece hecho a propósito, una mujer en las Fuerzas Armadas, jefa de todos los ejércitos... creo que no se puede hacer mejor. La princesa Leonor está visibilizando muchísimo el ejército y a las compañeras de las Fuerzas Armadas que parece que no hay, pero hay muchísimas.

También va a potenciar un montón el papel de la mujer y con eso se rompe a la vez la visión de que es una cosa solo de hombres. Ella ha tenido la misma formación que tuvo Felipe VI y al final la formación es lo que te capacita, seas hombre o mujer. 

¿Hay alguna pregunta que te gustaría que te hubiera hecho en esta entrevista?

No lo sé, pero lo que sí me gustaría destacar es que este no es un trabajo solitario y hay que dejarse ayudar. Entonces, animo a esos compañeros que se sienten un poco

desesperanzados, porque sé que este es un proceso largo y costoso, pero siempre tienes a tu familia de verde para ayudarte. Es una profesión en la que nunca vas a estar solo.

Si no hubieras logrado entrar en la Guardia Civil, ¿cuál era tu plan B?

Bueno, creo que nunca habría dejado de intentarlo porque lo tenía muy claro, pero en todo caso soy maestra de infantil. 

Tus hijas están viviendo la Guardia Civil en casa, por partida doble, ¿te gustaría que siguieran tu ejemplo?

Claro, me parecería ideal si es su plan, su vocación, lo que quieren hacer.