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La vida del poeta Miguel Hernández no hubiera tenido ningún sentido sin una mujer como Josefina Manresa que lo acompañase hasta el final de sus días. Esta mujer, ama de casa y madre, cuidó el legado de su marido hasta que decidió publicar sus memorias en el año 1980.

El año que Josefina Manresa publicó sus memorias firmó 315 ejemplares en la Feria del Libro de Madrid. Según explicó su editor, José María de la Torre, "Josefina estuvo firmando todo el tiempo y agotó los libros que teníamos previstos para la primera edición. Fue todo un récord". Sin embargo, Josefina no era de "la familia de las letras". Tal y como ella apuntó en el prefacio de su libro, "haber escrito esto ha sido un gran trabajo".

Todas las biografías que se conocen del poeta oriolano Miguel Hernández están escritas por hombres y son más aduladoras que certeras. "Escribir los recuerdos sobre él unido a ciertos errores sobre la vida de Miguel que he observado en las biografías y los artículos de prensa me han movido a escribir estas páginas". Así que esta mujer de intención inquebrantable, se propuso una labor para la que no había nacido.

Una mujer del pueblo

Josefina nació el 2 de enero en 1916 con el frío de la sierra de Cazorla. Al poco tiempo, la familia se trasladó hasta Orihuela siguiendo la estela profesional del padre, que era Guardia Civil y, siendo muy joven, Josefina comenzó a prepararse para el oficio de costurera con el fin de ayudar en la economía doméstica. Su empleo será una marca perenne en su vida pues, con el tiempo, perderá la vista debido a las horas interminables dedicadas a él.

Josefina Manresa sentada en un árbol, agosto de 1936. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

El 15 de agosto de 1933, Orihuela celebró dos fiestas, la primera para recibir a la virgen y, la segunda, tuvo lugar en el corazón de un joven pastor que, atraído por la timidez de la muchacha costurera, se enamoró de ella perdidamente. El carácter tímido de Josefina Manresa iba de la mano de una educación conservadora y católica. Al poco tiempo de que el poeta, Miguel Hernández, la viera por primera vez, empezó a cortejarla, primero "pasando varias veces por la puerta del taller de la calle Mayor, donde trabajaba de modista" y, después, lanzándose a entregarle un papel a la salida del trabajo. "Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo".

El amor adolescente

La nota estaba escrita a máquina y "con letra suya puso junto a su nombre esta frase: Para ti". Desde ese momento, Miguel Hernández acompañará a Josefina cada día del taller al cuartel de la Guardia Civil, donde vivía la familia, y le escribiría poemas que ella guardaría con el resto de las cartas.

"Hay cosas que no se me ocurrirían aclararlas si no es porque Miguel me las nombra en sus cartas" como, por ejemplo, que en la puerta del cuartel había un rellano y, a la izquierda, una columna que el poeta nombraba en muchas de sus cartas: "Dime si se ha caído la columna del cuartel donde hemos pasado tantas horas queriéndonos. Si se ha caído habrá sido de pena de no tenernos a su lado a nosotros".

Miguel Hernández y Josefina Manresa en Jaén poco después de su matrimonio, primavera 1937. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Es un privilegio para la lectora descubrir detalles de sus paseos, su forma de entretenerse o sus conversaciones en un momento donde había escasez de todo y a ellos no les faltaba nada. Dos enamorados que jugaban al 'Veo, veo', recitaban poesías o iban a merendar a la sierra, caminaban por la orilla del río, tejían sueños y ambicionaban el futuro.

"Al cine solo fuimos una vez, a mí me gustaba más pasear o sentarnos en un banco. Además, me dolía que se gastara el dinero que yo veía que necesitaba". Tras la vuelta de su primer viaje a Madrid y tres años de noviazgo, la pareja contrae matrimonio en marzo del año 1937. El país se encuentra en plena guerra civil.

De niña a mujer

Josefina se convierte en amante, esposa, madre, musa de inspiración y guardiana del legado del poeta en los duros y largos años que se mantiene su obra en la clandestinidad. El valor del relato de esta mujer que, en un principio, puede resultar ingenuo, reside en los pequeños detalles de la vida cotidiana del matrimonio, en el traslado de los recuerdos al papel y en la desdicha de remover el pasado apuntando datos tan entrañables como la vergüenza que le causaba su falta de destreza en la cocina, o cómo su abuela hilvanaba los bajos de los pantalones con el propio hilo de la tela.

Josefina Manresa junto a su hijo Manuel Miguel, hacia 1942. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

El escaso tiempo de convivencia entre el matrimonio fue suficiente para engendrar dos hijos, Manuel Ramón, que fallecería a los diez meses de nacer y Manuel Miguel, a quien su padre le dedicó las famosas 'Nanas de la cebolla'. "A los veinte años me puse el luto y ya no me lo quité". Josefina era una mujer simpática, graciosa y alegre que las desgracias convirtieron en una persona taciturna y reservada. A la muerte de su padre, asesinado al principio de la guerra, le siguió la de su madre, que fallecía después de su boda. En 1938 murió su hijo primogénito y, el 28 de marzo de 1942, su marido, el poeta Miguel Hernández.

El encarcelamiento y la agonía del hombre fueron demasiado largas, sin embargo, Miguel Hernández nunca dejó de ser poeta y, aun sabiéndose mermado por la enfermedad, escribió los últimos versos dedicados a su mujer. La escena que describe Josefina y que ambos tuvieron que sufrir se presenta terriblemente dura para la lectora: el régimen los obligaba a casarse por la iglesia para dar por válido el matrimonio civil contraído años atrás. "Y así se fue Miguel al otro mundo: con todas sus ilusiones, con todos sus deseos, con toda su honradez y con toda su tristeza que solamente sé yo".

Desde el sufrimiento comenzaba la lucha silenciosa por guardar de forma segura el legado del poeta. Manuscritos y cartas. "Pocos objetos se pueden guardar de Miguel, no tenía nada". La odisea que supuso conservar todo el material en la posguerra le hizo cambiar de casa en más de una ocasión. "Yo era la viuda de un rojo y los registros fueron constantes". Josefina, incluso, llegó a enterrar el legado dentro de un saco en el patio de la casa. Hasta que llegó la democracia.

El legado de la memoria

Uno de los motivos por los que Josefina quiso publicar sus memorias fue para denunciar públicamente a todas aquellas personas que se apropiaron del material de Miguel Hernández sin su consentimiento. Las críticas son duras y abundantes, pues la intención de esta mujer valiente y entregada era publicar lo más selecto de la obra de su marido una vez que el régimen se deshiciera. "Gente sacando material de un sitio y de otro sin ninguna autorización. Me quitaron el derecho de hacerlo yo cuando fuera conveniente".

A Josefina le dolía cuando salían a la luz datos erróneos y poemas, dibujos y cartas que no acreditaban la veracidad del escritor. Actualmente, los derechos de autor del poeta están gestionados por sus dos nietos, hijos de Manuel Miguel Hernández Manresa y Lucia Izquierdo.

Tumba actual de Miguel Hernández, su mujer Josefina Manresa y su hijo Manuel Miguel en el Cementerio de Alicante. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Josefina Manresa parece una de esas mujeres que han pasado por la historia nacional de puntillas, silenciosa, casi imperceptible, pero la realidad es que todas las lectoras que aman la poesía tienen una deuda histórica con ella. De no ser por su valor y tenacidad, la poesía contaría con una voz menos.

Josefina Manresa falleció en su domicilio, en Elche, el 18 de febrero de 1987 después de una larga enfermedad. Sus restos descansan en el cementerio de Alicante, junto con los de su hijo y su marido, el poeta Miguel Hernández. Tres claveles sobrevuelan las tumbas en las que en un apartado se puede leer: "Libre soy: siénteme libre. Solo por amor".