Siempre quise irme de mi Madrid natal a vivir a Estados Unidos… ¡y contarlo! Por eso, en cuanto pisé suelo estadounidense, abrí un blog para contar mis aventuras. En muchos sentidos, la emigración era empezar de cero. Puse siete mil kilómetros de distancia con mi familia, con mis rutinas, con mis compañeras y con mis amigos. "Viajar te abre la mente" – se dice siempre. Vaya que sí. Vivir en Estados Unidos me dio una nueva perspectiva tanto de lo que dejé atrás como de lo que tenía delante. ¿No había soñado yo durante años con vivir en un país mejor? Pero… ¿Qué es un país mejor?
En el año 2017 ya llevaba cuatro años viviendo en Miami y abrí mi cuenta de Instagram @alo_miami porque estaba harta de ver postureo. Demasiadas fotos de colores saturados de chicas haciendo yoga en la playa, mientras yo miraba por la ventana y veía que aquel día no hacía ni sol. Me di cuenta de que la mitificación de todo lo estadounidense tiene mucho que ver con el complejo de inferioridad español, con esa presión social por triunfar una vez que emigras -no vayas a querer volver o confesar que antes vivías mejor- y, sobre todo, con un gran vacío de información sobre la vida real en Estados Unidos.
Por eso, empecé a explicar yo algunas cosas que veía que no se entendían. Conté cómo se vive un huracán cuando vives en zona de evacuación. Conté que en Miami vive la segunda comunidad judía más grande de Estados Unidos. Conté en qué consistía el Obamacare. También expliqué qué era un impeachment, hablé de los opioides cuando empezaron a ser un problema y analicé de arriba abajo todas las referencias que se nos escapan cuando vemos la película Forrest Gump. Empecé a explicar que la corrupción no era típicamente española. Ni las puertas giratorias. Ni la picaresca. Y que el racismo en Estados Unidos está a un nivel muy superior a cualquier cosa que podamos imaginar.
En el año 2019, mi Yankimarido -quien es clave para mi entendimiento de su cultura- me regaló un micrófono y me animó a comenzar mi propio pódcast. Lo llamé: Aló Miami: Desmitificando EE. UU. y me ha dado grandes satisfacciones en los últimos cinco años. El año pasado incluso fue nominado en los Premios Ondas Globales del Pódcast. Y eso, siendo un pódcast totalmente casero, sin apoyos de ningún tipo salvo el de mi audiencia, es, casi, un milagro.
También comencé a explicar expresiones en inglés que, sorprendentemente, nadie me había explicado a mí antes de cruzar el charco, a pesar de haber estudiado inglés desde bien pequeñita. Esas micro clases de inglés luego fueron publicadas en un libro editado por Larousse, ilustrado, práctico y precioso, llamado Aprende Yankinglés con Aló Miami.
En el año 2022 nos fuimos de Miami a vivir a un lugar llamado Chattanooga, en el estado de Tennessee. Dos años antes, la pandemia nos había dejado en una situación muy precaria. Mi marido se quedó sin trabajo de un día para otro (y sin paro) y peligró muy seriamente mi estatus legal. Pero, como dirían los yankis, de la limonada hicimos limones y nos animamos a abrir un canal de contenido por suscripción en Patreon y hacer que ese fuera nuestro proyecto y empresa familiar. Abrir el Patreon supuso que mi marido volviera a tener algo parecido a un trabajo fijo y yo pasara a tener trabajo y medio. A mi jornada completa en una agencia de marketing, se le suman las horas que dedico a desmitificar.
Pero es que desmitificar y explicar Estados Unidos es mi vida. Durante los últimos años he descubierto que siento verdadera pasión por comunicar lo que creo que nadie nos ha explicado bien antes. Por eso escribí este libro.
En (Des) hacer las Américas cuento cada traspié, cada revelación, cada satisfacción y cada drama. Todo lo que he ido metiéndome en los bolsillos por el camino para llegar a mi visión actual de "la tierra de las oportunidades".
Ni todo es malo, ni todo es bueno. Pero ¿por qué siempre me había yo quedado con lo mejor? ¿Cómo es posible que Estados Unidos fuera una sorpresa para mí, si había pasado todos los veranos de mi adolescencia en este país, con familias reales en casas reales?
En este libro narro qué tuvo que pasar para poder abrir los ojos y ver la realidad a mi alrededor. Y en cada capítulo ahondo en cómo Estados Unidos no solo ha cambiado el concepto que yo tenía sobre este país, sino que también me ha cambiado profundamente a mí misma y al concepto que yo tenía sobre España y sobre los españoles. El aprendizaje ha sido, y sigue siendo, brutal.
Escribir este libro me resultó muy difícil, no voy a mentiros. Me costó sacar tiempo libre para hacerlo, fue extraño resucitar a algunos muertos que llevaban años enterrados en mi memoria y reviví algunas situaciones de angustia al plasmarlas sobre el papel.
Supuso una agotadora lucha constante con el síndrome del impostor, que me amargaba con la certeza de que mi vida no le importaba nadie. Pero cuanto más cuesta arriba se me hacía continuar, más me repetía un mismo mantra que me ayudaba: "Puede que esto ayude a alguien".
Tan solo unos días después de que el libro llegara a las librerías comenzaron a llegarme los mensajes. El libro estaba ayudando, y no solo a quienes quieren irse a vivir fuera, o a quienes fantasean con una vida mejor en Estados Unidos… el libro estaba ayudando a gente que no tenía planes de hacer las Américas siquiera, por muchos otros motivos. Supongo que eso es (Des) hacer las Américas… Para mí, este sueño ya se ha cumplido.