Angy Fernández (34 años) es una mujer de extremos, como ella misma dice. Igual querría estar en Londres, su ciudad favorita del mundo, o en cualquier isla de Tailandia, "donde la gente sonríe y te ofrece cualquier cosa sin pedir nada a cambio". También se siente agusto en Madrid, la ciudad que le acogió tras salir de Palma de Mallorca, con unos jeans y una camiseta básica o recordando los tiempos en los que jugaba a la pelota en su barrio.
Ahora está en un momento tranquilo, estable en lo laboral y con una nómina gracias al teatro, "algo que los actores no siempre pueden decir". Sin embargo, también siente nervios: acaba de publicar su primer libro titulado Bonito desastre, y está deseando de que sus seguidores lo acojan con los brazos abiertos: "Tengo que respirar, tomármelo con calma, no tener miedo, hablar desde lo que soy y no juzgarme", se dice a sí misma.
El Bonito desastre de Angy
El libro nació el año pasado, en 2023, y lo hizo gracias a una llamada telefónica: "La editorial me propuso escribirlo y tuvimos una primera reunión, pero a mí me daba mucho miedo", dice Angy. Ella sentía que no estaba preparada para escribir sobre su vida. "He vivido un huracán, como todos, porque cada vida es un huracán, pero, ¿qué iba a escribir yo?", pensaba en aquella época.
Lo cierto es que Angy tenía mucho que escribir, simplemente tenía que llegar el momento: "Cuando terminé un musical en Málaga y volví a Madrid sin tener ninguna ocupación, creí que podría empezar a hacerlo y, si me gustaba, les llamaría por si seguían interesados".
Y así fue, y el libro empezó a madurarse. Comenzó a escribirlo en casa, contando cómo se sentía: "Es como un diario convertido en biografía, con momentos buenos y malos". También con el desorden mental de unos días, y la paz interna de otros. Con el relato de su infancia, sus primeros pasos en los escenarios, o con la historia de sus padres. "En definitiva, con todas las luces y sombras de estos años, que al final eso es la vida".
Una de las cosas más emotivas del libro es ver las poesías que tu padre escribió antes de fallecer, retratadas de su puño y letra. ¿Hay algún verso que tengas especial cariño?
Tengo alguna poesía que me escribió cuando nací, pero me encanta una que dice: "Ojalá sea capaz de vencer a la maldad envuelta en mil y un disfraces, envuelta en enfermedad". Eso lo seguimos viviendo hoy en día.
El mundo está enfermo, todo lo que está pasando en el mundo es muy complicado y no podemos hacer mucho. Siempre ha habido maldad y gente que nos engaña, da igual en la época que estés. Así lo pensaba él y así lo pienso yo. Aunque no le haya conocido mucho, podemos pensar igual en muchas cosas.
El libro está dedicado a tu madre. ¿Qué papel ha tenido ella en todo esto?
Ha sido mi salvadora, todo para mí. He tenido un vínculo fuerte con ella. También he sentido mucho apego y me ha costado separarme de mi madre. Cuando vine a Madrid a vivir, ella vino conmigo. Yo era menor y siempre estaba a mi lado. Lo ha pasado muy mal cuando me ha visto mal y, en su vida, también lo ha pasado mal por otras cosas.
Desde que eras pequeña, hasta las madres de tus compañeras del colegio sabían que ibas a ser artista. ¿Ha habido algún momento en el que te hayas planteado si realmente era lo tuyo?
Hubo un momento, cuando tenía veinte años, que pensé que debería tener un plan B, porque hay actores que montan bares o invierten en otras cosas. Pero yo no me veo en nada de eso. Creo que no sabría hacerlo, aunque me encantaría.
Sí, hay momentos de desilusión y te dan ganas de retirarte. En algún tiempo no he estado muy latente, en televisión por ejemplo, pero seguía trabajando en el teatro. Era un alivio porque estaba tranquila haciendo lo que me gustaba y sin tener el spotlight. Me ha venido bien para cuidar mi salud mental, tener un poco de paz y más claridad. Ahora estoy en un momento de ilusión por haber hecho el libro, pero también de miedo porque es algo diferente y nuevo.
En tu libro hablas sobre salud mental, un tema que has intentado visibilizar desde hace años. ¿Crees que las nuevas generaciones pueden aportar un enfoque nuevo?
Antes no se hablaba de salud mental y, si ibas a terapia, era algo malo. Nuestros padres no han podido sanar porque no han tenido las herramientas. Ahora nos toca a nosotros, pero lo malo de esta generación es que nos llevamos lo que nuestros padres no sanaron y todo lo de este mundo tan rápido. Es como un mejunje de ambos.
Me jode que nos digan que somos la generación de cristal. No debería decirse tan a la ligera. Nosotros empatizamos con nuestros padres, que lo pasaron muy mal y no tuvieron un lugar donde abrirse y poder sanar sus cosas. Pero para todo el mundo es complicado gestionarse y no hay que invalidar al otro.
Ahora tenemos tantos estímulos que la cabeza nos puede petar con las redes sociales. Parece que hay que hacer cosas todo el rato y que, si no estás en las redes sociales, no existes. O, si no estoy en la televisión, no existo. Esta presión que nos ponemos me da pena. Yo hasta los 13 años tenía un móvil que solo enviaba SMS y lo agradezco mucho porque ahora estoy enganchada al teléfono, como mucha gente.
Has visto evolucionar a la industria del teatro, el cine y la música desde que eras más pequeña. ¿Crees que va hacia buen camino?
A día de hoy, nuestro país es el tercero que más musicales tiene. Algunos no están por mucho tiempo porque no funcionan, no hay mucha gente que tenga el hábito de ir a ver musicales o porque parecen caros. Si tienen esos precios es porque hay muchas personas trabajando: se canta, se actúa, se baila...
Yo creo que estamos avanzando, pero hay gente que todavía nos llama subvencionados a los actores. Me encantaría que pudieran ver las estadísticas reales porque no es así. A la mayoría nos pagan desde lo privado y se reciben pocas ayudas. Mucha gente nos tiene en un lugar que no es el correcto, deberían leer más sobre cómo funciona nuestra industria. Los que nos dedicamos a esto no somos peores personas, ni somos unos aprovechados.
No nos dan tantas ayudas... ¡Jolín! ¡Es una profesión complicada! Es muy difícil que te den un papel, que salgas en una pantalla de cine, que te hagas millonario con una película... Me da pena que haya esa rabia hacia los que nos dedicamos a esto. Y si reivindicamos algo, más aún. Si Bardem se pone a hablar de Gaza, si alzamos la voz, nos linchan.
Volvamos al libro. En él confiesas que perdiste tu virginidad sin querer. Dices que "te sentiste como una niña que pierde algo muy valioso". ¿Qué le dirías a las chicas que puedan leer tu libro o a todas las mujeres que han pasado por lo mismo y no lo han contado?
No lo he querido tratar como si fuera un abuso, porque fui yo la que lo permití, aunque realmente le dije varias veces que no quería seguir y me sentí un poco obligada. Yo no quería perder la virginidad en ese momento.
Diría que tenemos que saber poner límites. No quiero generalizar porque yo he encontrado hombres que me han tratado con respeto, pero hay hombres que se creen que pueden hacer contigo lo que quieran, y más antes, que no se hablaba tanto del tema.
Yo, por miedo a perderle, accedí a una cosa a la que no estaba preparada. Yo les diría que, por favor, no hagan nada que no quieran hacer. Que tenemos derecho a decir que no, y que tienen que respetar ese no. Que no es no.
En Bonito desastre también dices que cada día estás más cerca de ser la mujer que quieres ser.
Entonces, ¿cuál es esa mujer que quieres llegar a ser?
Quiero vivir en paz. Quiero seguir trabajando en lo que me gusta, tener una salud mental más o menos equilibrada y poder ayudar a las personas que tengo alrededor. Ayudarme a mí y ayudar a los demás porque no solo quiero pensar en mí. Tenemos que ver un poco más allá y pensar en el que tenemos al lado.
Quiero ser esa mujer, que no sé si tendrá familia, pero quiero seguir dedicándome a esto. ¡Ah! ¡Y también tener más seguridad en mí misma! ¡Y sentir más respeto hacia mí!