Con el pretexto de las festividades de Todos los Santos y de Difuntos, emerge la figura de Ximena Caraza (Ciudad de México, 1971), directora de Casa de México. En sus menos de seis años de existencia —pandemia de por medio— ha alcanzado el millón de visitantes y, estos días, con motivo de la instalación del altar del día de muertos, se esperan otros 100.000 más. La Casa se les está quedando pequeña y ya tienen un proyecto para expandirse, por el momento en Madrid.
Este lugar no es solo un centro cultural, también se promocionan negocios, "siempre y cuando sean productivos". España es el segundo país inversor en México tras EE.UU., y México es el primer inversor en España de Iberoamérica con el 65% del total. Campofrío, Bimbo, Yelmo cine, Avanza o Alsea, que tiene 1.300 restaurantes en nuestro país, son ahora todas empresas mexicanas. Las relaciones económicas entre ambos estados son muy importantes.
Según se le formula la pregunta obligada sobre las declaraciones de la nueva presidenta de México y de su antecesor respecto a España, Ximena, con un 'saber hacer', interrumpe educadamente para decir que cree "en la unión de los pueblos" y apuntar que "los españoles y mexicanos nos llevamos muy bien, pero falta mucho camino para conocernos mejor".
Ha trabajado toda su vida estrechando lazos entre ambos países. Por su labor recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica. Primero, con "los fenicios", como llama al mundo de las empresas, ayudando a mexicanos en sus inversiones en la península y a los españoles al otro lado del charco. Ahora, desde desde esta institución. 'Excelencia' es una palabra que oiremos a lo largo de la conversación. Y verdaderamente es asombroso lo que ha logrado.
De la fachada y ventanas cuelgan unas enormes calaveras y flores de cempasúchil amarillas. A las puertas del palacete, un colegio espera a hacer una visita guiada. Dentro, el ya famoso altar de los muertos. Cada año se elige un decorador y un motivo. Este año, tanto el altar como la intervención de todos los espacios se le han encargado a Eugenio Caballero, ganador de un Oscar a la mejor dirección artística por El laberinto del fauno. Todo lo que se hace en esta fundación tiene calidad.
Vamos recorriendo con Ximena y el fotógrafo los diferentes espacios. Vitrinas con magníficas piezas de artesanía, teatrillos de esqueletos, calaveras, Catrinas… La Catrina es la mujer del Catrín. Guapa, echada para adelante, con mucha presencia, generalmente lleva sombreros algo estrambóticos. Son los máximos representantes de la muerte para los mexicanos. Tras pasar por el altar, Ximena retira una botella de tequila de una conocida marca. La noche anterior tuvieron un evento patrocinado por esa marca y ahora toca volver a colocar la botella sin marca. No se le escapa ni una.
Si en México el refrán dice El muerto al pozo y el vivo al gozo, en España reza El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Si allí se comen las calaveras, aquí huesos de santo. Sin embargo, la relación con la muerte es bien distinta. Esta diferencia se debe en gran parte a ese sincretismo cultural que tanta fascinación ejerce en foráneos.
El día de muertos se celebra en México los días 1 y 2 de noviembre, de Todos los Santos y de Difuntos.
En México el 1 se dedica a los niños y el 2 a los adultos que han fallecido. Generalmente, el altar de muertos se dedica a aquellas personas que han fallecido y extrañas. Para los mexicanos, lo que se muere es el cuerpo, mientras que el alma sigue contigo, te sigue acompañando, arropando, apapachando que decimos. Mientras tú lo recuerdes, tu muerto está contigo.
El altar se hace para venerarlos ese día. Es como su festejo anual. Le pones todo lo que a esa persona le gusta. Si le gustaba la música, su música preferida, si le gustaba fumar, su pitillo, si beber café, su café, si le gustaba comer ciertas cosas, se lo pones, si le gustaba jugar a las cartas… Le montas su pequeño mundo en el altar. Ese día lo recibes y el alma convive contigo. La muerte en España es más sobria.
¿Tiene la muerte allí un tono jocoso?
Es una festividad espiritual. Los cementerios en esas fechas son impresionantes, tan coloridos con la flor amarilla del cempasúchil, que solo se da en esta época. Se supone que su olor acompaña a las almas para identificar su altar. También lo hace el ruido del papel picado de colores cuando lo agita el viento. Son creencias paganas que los mexicanos tenemos muy arraigadas. Y luego, comes en familia al día siguiente la comida que le gustaba al difunto.
La relación con la muerte es más cercana en México.
Sí. En México hablamos de la muerte. En España da mal augurio. Nosotros podemos decir con naturalidad 'oye Ma, cuando te mueras ¿qué te gustaría hacer con eso?', y no significa que quieres que tu mamá se muera. Yo he platicado con mis hijos. Cuando me muera quiero que hagan…
[En un acuerdo que España tardó muchos años en cumplir, ambos países se cedían mutuamente un edificio para darse a conocer. La principal diferencia entre el Centro Cultural de España en Ciudad de México y Casa de México es que el primero está financiado por nuestro gobierno y el segundo por un filántropo mexicano, Valentín Díaz Morodo.
Fue Ximena quien le propuso el proyecto. El padre del empresario mexicano, Nemesio Díez, salió de un pequeño pueblo de León con apenas 13 años rumbo a México e hizo las Américas convirtiendo al Grupo Modelo en la primera cervecera del país y en una de las cinco más importantes del mundo. Y su hijo ha querido regalar a México este maravilloso proyecto. También financia en España la Fundación Nemesio Díez, que ayuda con muchísimos recursos en temas sociales y de salud].
Usted tiene la habilidad de hacer que esta Casa sea algo dinámico, vivo, y no un lánguido espacio cultural. ¿Cómo lo logra?
Tenía clarísimo que nuestro límite eran los primeros cinco años. Si no hacíamos algo exitoso, iba a ser un elefante blanco. Yo quise hacer un espacio vivo, que cada día pasaran cosas diferentes. Un día vienes a ver una película, otro a comer, otro a ver el altar, otro una exposición, a una charla, a un concierto de música… Te recomiendo este sábado la charla con Jorge Volpi. Creo que somos el espacio de Madrid donde más escritores iberoamericanos vienen. Unos 45 al año.
[Ximena cuenta con pasión las muchísimas cosas que hacen: "Cuando lo que ofreces tiene calidad, la gente se apunta". Casa de México es una organización sin ánimo de lucro. Por algunas actividades y talleres cobran una entrada. Antes no lo hacían, pero había gente que reservaba y no iba, impidiendo a otros acudir.
Los talleres de cocina son famosos. "Una vez a al año hacemos un libro de recetas de comida mexicana…". Coge de la estantería de obra detrás de su mesa un ejemplar grande, de tapa dura y buena factura, y me lo da. Su despacho es elegante, está despejado y tiene piezas muy buenas de artesanía mexicana colgadas en la pared].
No se le escapa ni un detalle.
Y también un gran equipo. Sin ellos sería imposible. Hago encuestas 360 de los empleados y el 100% viene muy (recalca) feliz a trabajar. Somos 30. Cuando tienes a la gente trabajando contenta es parte muy importante del éxito.
Vuestro apoyo a la artesanía mexicana también es muy importante.
Tenemos unos maestros artesanos maravillosos. La idea es tener una colección muy sólida de arte para poder prestarla también a otras instituciones de España y Europa. Por ahora, va rotando aquí cada 3 meses. Seguimos comprando y también recibimos donaciones. Tenemos piezas nuevas y antiguas, pero de artesanos tradicionales, no de arte intervenido. Alrededor de 60.000 personas vienen sólo a ver el arte popular. Hacemos visitas guiadas. Luego, invitamos a muchos de esos artesanos a dar talleres en la Casa de México.
En España se han perdido muchísimos oficios. ¿Está México experimentando también ese proceso de pérdida de oficios?
Todavía tiene lugares maravillosos. Destacan Chiapas, Oaxaca y Michoacán, Jalisco…
Ahora estamos lanzando un fondo de rescate de oficios para que no se pierdan. Es un proyecto precioso. Luego, instalamos dos tiendas nómadas al año donde invitamos al público. Compramos directamente a los artesanos, no subimos el precio, salvo el costo del transporte. Queremos apoyarlos y que se dé a conocer la artesanía mexicana.
En cada pieza viene el nombre del artesano, la zona, el contacto. Los españoles no siempre quieren pagar el precio que valen. Creen que porque es artesanía tiene que ser barato, pero hay piezas que se tardan hasta 8 meses en hacer.
En determinadas sociedades parece que hay un abismo entre el sector cultural y el empresarial. ¿Cómo tender puentes?
Te diría que a los de la cultura les faltan más finanzas y a los de finanzas les falta más cultura. No se puede generalizar. Nosotros intentamos que esos puentes se crucen y lo estamos logrando bastante.
Cuando tú invitas y convocas para algo que está bien trabajado, estructurado, pensado, generalmente las cosas funcionan. Volvemos a la excelencia, es la columna vertebral. No es una cuestión de petulancia, es de honor, de orgullo, de que los mexicanos tenemos cosas maravillosas. Hablemos de esas cosas también, no solamente de lo negativo.
En Madrid hay mucha competencia: todo tipo de actividades, conferencias y charlas, a todas horas…
Es increíble, se nos llena. Hemos innovado el formato de las presentaciones de libros… Ven al conversatorio el sábado. Se llena.
¿Tienes la impresión de que Madrid se está convirtiendo en una especie de nuevo Miami?
Sin lugar a duda. Se está convirtiendo en un hub cultural, empresarial, de artistas, de estudiantes. Nosotros somos la institución más importante de becas en España para mexicanos y tenemos acuerdos con las principales instituciones públicas y privadas. Nos dicen que están llenos de estudiantes latinoamericanos.
España en general, Madrid en particular, se han abierto. Era necesario que se engrandeciera, que, en vez de darnos las espaldas, nos juntáramos e hiciésemos todo mucho más grande. Una vez al año junto aquí a empresarios latinoamericanos para que se conozcan, porque muchas veces no se conocen entre ellos.
Mucho han cambiado las cosas desde que empezaste a trabajar. Como mujer, ¿cuáles serían los grandes cambios?
Que ahora nos consideran. A las generaciones anteriores y a nosotras nos ha tocado abrir paso, porque hoy las mexicanas tienen mucha más libertad. Antes se veía mal que saliera un grupo de amigas solas. Yo no podía coger el teléfono del ministro, porque si lo hacía una voz de mujer pensaban automáticamente que era una secretaria, con todo el respeto a las secretarias. Mi generación tuvo que trabajar mucho para poder ser profesionalmente reconocida.
¿Has podido compatibilizar bien la faceta de madre con la profesional?
(Se ríe). Las mujeres nos tenemos que multiplicar. El día no tiene 24 horas, tiene 35. La mayor satisfacción no es tener el puesto, no es ser alguien para la gente. Para los que decidimos tener hijos la mayor satisfacción es ver que salieron adelante bien, que son gente sana, honesta, trabajadora…