El 5 de noviembre los americanos están llamados a las urnas y podrían elegir a la primera mujer presidenta del país. Un hito que hace que la candidata demócrata cargue sobre sus espaldas el peso de entrar a formar parte de la historia. Detrás de su figura, todo está medido y calculado: su puesta en escena, sus discursos y, por supuesto, sus estilismos. Solo hace falta echar un vistazo a sus apariciones públicas para confirmar un detalle sobre su look y esto, quizá, lleve a muchos a preguntarse: "¿Por qué Kamala Harris siempre viste de traje?".
Revisando el álbum de fotos de la actual vicepresidenta de EE. UU., cuesta encontrar una imagen suya que no sea con pantalones. En 2021 llevó un vestido y un abrigo de Christopher John Rogers para jurar su cargo, en morado. El color elegido no fue al azar: este es el tono insignia del feminismo. Además de este ejemplo, hay alguno más, pero se pueden contar con los dedos de las manos. La imagen pública es muy importante para el mensaje que se quiere transmitir y el estilo 'masculinizado' de Kamala tiene un porqué.
Al margen de los gustos personales que también pueden determinar en cierto modo la elección del vestuario, no hay ninguna duda de que el 'uniforme' de la candidata está milimétricamente diseñado: líneas depuradas, sencillas y colores neutros, generalmente oscuros, sin estridencias que desvíen la atención.
Para analizar y responder a la pregunta '¿Por qué Kamala Harris siempre viste de traje?', Maga ha consultado a toda una experta: Ángela García-Monzón, del departamento de Marketing del Título en Comunicación y Gestión de Moda de la Universidad Villanueva. "Se asocia la manera de vestir de la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, a una corriente llamada power dressing. Podemos definirlo como el poder que tiene un estilismo para reflejar el estatus de alguien. De este modo, la masculinización del armario femenino no es solo una herramienta estilística para mimetizarse visualmente con el entorno, sino también un uniforme de trabajo", explica.
Y; en efecto, para la demócrata se ha convertido en su seña de identidad. "En el imaginario colectivo, el traje se asocia a estar trabajando y, además, a un determinado contexto, digamos, de élite o de altas esferas. En concreto, se asocia al trabajo en un despacho. Y, sin duda, podemos decir que el despacho más conocido del mundo es el Despacho Oval", añade.
Pero no solo eso. Este estilo tiene un trasfondo destacable: "Es interesante que el power dressing de Kamala se asocie también a los nuevos rasgos del poder, no solo vinculados a conceptos como la seriedad o la seguridad, sino también a la serenidad. Algo que, sin duda, es un mensaje potente para la ahora vicepresidenta, frente a Donald Trump, un candidato que vinculamos a un discurso, digamos, más apasionado".
Precisamente, el pasado mes de septiembre, en su primer cara a cara con su rival político, Harris eligió un traje negro, con una camisa blanca de lazada: sobriedad con un toque femenino gracias a esa bow shirt de aire retro. En la mayoría de sus mítines conserva este dress code, aunque en ocasiones añade collares para animar un poco el estilismo, pero sin salirse de sus normas autoimpuestas.
"La serenidad que pretende trasmitir está reforzada por detalles en sus estilismos, como blusas poco estructuradas y más bien fluidas, que le aportan suavidad, y formas poco cuadradas que la alejan de una imagen dura. Además, siempre lleva el pelo suelto y termina su look con collares de perlas, varias pulseras y sortijas… En definitiva, su armario se compone de power suits", analiza Ángela.
Aún así, la idea de que llevar traje en el caso de las mujeres es simplemente algo masculinizado debe ser superada: "Esta imagen tiene códigos visuales asociados a los de una mujer tradicional, que puede buscar contrarrestar el hecho de que es un perfil que para muchos americanos puede no serlo: se convertiría en la primera mujer, negra, y de ascendencia asiática en llegar a la presidencia del país más poderoso del mundo".
En cualquier caso, la evolución del estilo de Kamala Harris ha sido llamativa desde que fue candidata a la presidencia. Entonces, uno de los elementos más reconocibles de su look eran unas zapatillas Converse que la acompañaron durante aquella campaña. Con ellas, de hecho, apareció en la portada de VOGUE. "La revista le ha dedicado una segunda portada, ahora como candidata a la presidencia, en la que se hace muy evidente esa evolución al power dressing y también a la serenidad, por su gesto", precisa García-Monzón.
Hay que resaltar igualmente, que "ese camino estilístico hacia la definición de un uniforme de trabajo" también ha estado presente en otras políticas como Hillary Clinton, primero como Secretaria de Estado y luego como candidata a la presidencia y, más recientemente, la ex primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, o la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.