"No vamos a tener como Primera ministra a una zorra académica de Harvard casada con un conservador". Esta 'perla' la espeta un ministro laborista refiriéndose a Gro Harlem Brundtland en Power Play, una serie en la que se traza la trayectoria de quien gobernaría Noruega tres veces desde 1981 bajo el ala del Partido Laborista, convirtiéndose en la primera mujer de ese país en ocupar el cargo de jefa de gobierno, haciendo historia.
Basada en "verdades, mentiras y mala memoria", tal como se advierte, creada por Johan Fasting y dirigida por Yngvild Sve Flikke y Silje Storstein, Power Play (Filmin) se inicia en el verano de 1974 recreando el caótico funcionamiento del para aquel entonces llamado Partido Laborista Noruego (Arbeidepartiet), que después de años gloriosos en el poder, se enfrenta a una crisis que tambalea su status quo.
Sumar a una mujer a la cúpula del partido dominado por hombres panzones de mediana edad, cuyas reuniones de trabajo transcurren en la sauna o en una habitación llena de humo ingiriendo alcohol copiosamente, parecía ser la mejor carta a jugar.
Como un burdo casting, tal como se escenifica en el primer capítulo de la primera temporada, Gro Harlem Brundtland se les cruza por la calle a tres de los líderes del partido que disciernen sobre el futuro incierto de los laboristas, y es cuando deciden ficharla. "Ha estudiado en Harvard", pone la pega uno de ellos, por no tener un perfil lo "suficientemente proletario", "bueno, nadie es perfecto", contesta otro.
Entrar en la política no estaba precisamente en los planes de Harlem Brundtland (interpretada por Kathrine Thorborg Johansen), aunque tampoco en los de los líderes del partido que no la tomaban en serio por ser mujer y hasta la denostaban.
Esta sátira política de intrigas, escuchas telefónicas, triquiñuelas, jugarretas, 'compinchismo', egocentrismo, ruindad, ineptitud y otras prácticas, todo un espeso follaje que no les dejó ver ni imaginar lo lejos que Gro Harlem Brundtland iba a llegar.
Mujer emancipada
En 1974 la socialista Gro Harlem Brundtland (Bærum, 1939), criada en una familia privilegiada de clase media acomodada, de padre exministro laborista y madre abogada, ejercía la medicina en un hospital público en Oslo.
Harlem Brundtland además de militante, era una férrea activista del aborto y abogaba por su legalización. En una escena del primer capítulo de la serie precisamente se muestra a Gro como integrante de una comisión en el hospital donde trabajaba encargada de someter a consideración la interrupción de la gestación de las mujeres solicitantes.
Al ser minoría femenina en ese comité, Gro solía ser silenciada por sus colegas, por lo que su aguerrido activismo lo plasmaba a sus anchas en sus artículos publicados en el periódico socialista Arbeiderbladet.
Gro era una mujer emancipada, con cuatro hijos y un esposo (el politólogo y adepto al partido conservador Arne Olav Brundtland) que se ocupaba de la casa y hasta de pasarle en limpio sus discursos. Esta es una de las tantas verdades que cuenta Power Play sobre Harlem Brundtland.
Otra verdad es que logró destacar en sus funciones como ministra de Medio Ambiente, cargo que le adjudicaron como una ‘bagatela’, que asumió en 1974 y al que llegó sin experiencia ni conocimiento previos en la materia. Gro no tarda en mostrar temple, acierto en sus decisiones así como madera de líder cuando se desató una catástrofe en la plataforma petrolera Ekofisk Bravo en 1977.
"Gro ambiciosa", "Gro avanza", titulan los periódicos, mientras aumenta la popularidad entre la gente (todos votantes potenciales); designada como una de las líderes del partido, además son celebradas sus intervenciones en el parlamento. "¿Qué demonios hace esa mujer en el gabinete?", se empezaron a preguntar con cierta saña los camaradas que conformaban con Gro el cuerpo ministerial, del cual lograron sacarla, valga apuntar.
Diez años después de los sucesos en el Mar del Norte, seis después del amargo desencuentro con el pueblo Sami por el proyecto Alta (ampliamente recreado en la segunda temporada de Power Play), como Primera Ministra (entre 1986 y 1989), Harlem Brundtland implantaría oficialmente el concepto desarrollo sostenible, uno de los pilares del revolucionario dosier Nuestro futuro común, también conocido como el Informe Brundtland.
En materia de feminismo, ocupar una posición preponderante dentro del Partido Laborista fue definitivo y oportuno para impulsar de una vez por todas la aprobación de la Ley de Aborto de 1978, en ese año las mujeres consiguieron el reclamado derecho a decidir sobre sus cuerpos.
Quien mucho más tarde fuera directora general de la Organización Mundial de la Salud (1998-2003), es reconocida mundialmente como una de las políticas que ha abogado por los derechos reproductivos de las mujeres.
En el ojo de la misoginia
La Gro verdadera tal vez no expresaría, como sí lo plantea Power Play, cómo la supuesta camaradería dentro del Partido Laborista deja asomar la misoginia y las micro violencias. "¿Has engordado? Será por todas las tartas que comes", le dice un colega en tono de sorna justo en el momento que Gro se lleva un bollo a la boca. Con desconcierto, mira cómo los demás se atiborran.
Mientras trabaja y rinde hasta cuatro veces más que sus colegas, Harlem Brundtland le planta cara al menosprecio y a acciones denigrantes, como también a acosos sexuales. "Mi problema es que soy mujer, no puedo mostrar ni cuando estoy molesta", dice la Gro de ficción en el tercer capítulo de la segunda temporada de Power Play, en un revelador encuentro con el adversario en las elecciones presidenciales.
Si bien el retrato que se hace de Gro Harlem Brundtland va desde pinceladas finas a gruesos brochazos, la serie consigue que nos interesemos por esta mujer que ejerció la política con muchos aciertos pero también con errores. Acercarse a ella a través de esta ficción punki, satírica y arriesgada es una ganancia.
En las dos temporadas de Power Play se ilustra cómo los que creen ejercer la política se empeñan por mantenerse en el poder a toda costa, dando brazadas desesperadas en el lago del machismo más acérrimo, ahogándose en intrigas y mezquindad.
Aunque la ficción se centra bastante en la ineptitud de esos políticos, la verdad es que al iniciar el mandato en 1986, Gro sentó un precedente al formar un gobierno con una alta representación de mujeres. Desde ese entonces, independientemente de la ideología política, los gobiernos noruegos no es que tengan una presencia femenina, tienen más bien una igualdad de género en toda regla.
La otra verdad es que como Primera ministra, Harlem Brundtland reformó la política familiar, lo cual se tradujo a que las mujeres noruegas pudiesen dedicarse a la vida profesional y a la maternidad. La, para algunos, utópica conciliación era algo que ella había puesto en práctica en su propia vida, tal como se cuenta en el primer capítulo de la segunda temporada.
Los cambios introducidos en política familiar durante su gestión entre 1980 y 1990 fueron fundamentales y beneficiosos no solamente para las féminas de esa época, sino también para las generaciones posteriores hasta la actualidad.
La ex Primera ministra Gro Harlem Brundtland, "la [extraordinaria] zorra académica de Harvard casada con un conservador", ha sido un ejemplo de una política visionaria y rompedora, como también un modelo real de que como jefa de Estado sí se puede construir un presente y futuro mejores para las mujeres.