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Antes del 23 de agosto de 2023, Andrea Pérez Sellés (23 años, Altea) era conocida por ser una chica alegre, decidida, con personalidad fuerte y también una gran jugadora de pádel. Desde los seis años hizo de ese deporte su pasión y su forma de vida. Sin embargo, después de aquel día todo cambió para ella.

Sufrió una caída que le provocó una lesión medular. El pronóstico era grave: probablemente nunca volvería a caminar por sí sola. "Ni caso, mejor explorar hasta dónde podría llegar mi cuerpo", pensó en aquel momento. Y eso hizo. Ahora, la alicantina es inspiración para muchas personas, estén pasando o no por un proceso de enfermedad. Su coraje y motivación para recuperarse y sus duras sesiones de rehabilitación que comparte en redes sociales han generado mucho interés.

"Yo no hago nada diferente, hay mucha gente en mi situación. Solo que lo publico en Instagram para que se normalice", comenta, humilde, Andrea. Pero sí que hay algo distinto, al menos en su mentalidad y fortaleza. Está segura de que algún día volverá a correr y saltar por la playa que la vio crecer, que las marcas simétricas que ahora deja su silla de ruedas por la orilla del mar, pronto se convertirán en las huellas de sus pies descalzos.

Desde niña en la pista

Empezó con el pádel a los seis años. "Mis padres jugaban en un club de Altea con unos amigos y yo estaba apuntada a tenis en la típica escuela del pueblo. Pero, al verles a ellos, decidí que yo también quería probar ese deporte", confiesa. Pronto, se convirtió para Andrea en algo más que una actividad extraescolar: descubrió en él su pasión y consiguió ser en poco tiempo una gran jugadora. Entonces, su padre comenzó a llevarla a torneos de menores, primero por la Comunidad Valenciana y luego a nivel nacional.

"Cuando cumplí los 18 años pasé al circuito absoluto y me hice semiprofesional", cuenta. Después, ingresó en la Universidad de Alicante para estudiar Marketing, pero la carrera fue cada vez menos compatible con su pasión. "Me llegaron a suspender asignaturas porque tenía torneos en las mismas fechas que los exámenes", explica.

Por eso, la deportista tomó la decisión de dedicarle más horas a su pasión deportiva. "El pádel es un deporte muy costoso, así que les pregunté a mis padres si nos podíamos permitir viajar y entrenar más, y me dijeron que sí. Y luego llegó el accidente", explica.

El día que lo cambió todo

Se refiere a aquella fecha en que se cayó por un barranco y se hizo una lesión medular que la dejaría en silla de ruedas hasta el día de hoy. Todo había empezado bien: "Ese día fue increíble, me lo pasé genial con mis amigas. Era el último fin de semana de agosto. Estábamos celebrando que se acababa el verano y empezábamos cada una con nuestras respectivas tareas".

Solo recuerda los momentos anteriores a la caída. Para sus amigas, en cambio, fue un shock tremendo. "Me contaron que me hicieron una prueba en la ambulancia para ver si respondía y, en ese momento, ya sabían que me había pasado algo realmente grave", explica.

Lo siguiente que tiene en su memoria es despertar en un hospital "un poco aturdida por la medicación para el dolor" y pedir a un médico un teléfono para llamar a su madre. Ella estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos, por lo que el horario de visitas estaba muy restringido. "Le pregunté qué pasaba, que no entendía nada y no sabía dónde estaba", explica.

Lo que ocurría es que Andrea se había hecho una lesión medular de fatales consecuencias: los médicos le aseguraron que quizá no podría volver a andar nunca más, que tendría que ir "con la silla de ruedas de por vida". "Me dio exactamente igual, yo quería ver hasta dónde era capaz de llegar mi cuerpo", señala.

Su nueva vida

Pasó una larga temporada ingresada en Toledo, dedicándose en cuerpo y alma a su rehabilitación. Allí conoció gente que recordará toda la vida, como su compañera de habitación: "Éramos un grupo bastante guay. Tenían todos más o menos mi edad. Juntarnos nos vino muy bien porque nos apoyábamos entre nosotros al estar pasando por lo mismo".

Sin embargo, y a pesar de la motivación de Andrea, fue un camino duro: hasta el cuarto mes de rehabilitación no fue capaz de mover nada. Pero llegó el día en que comenzó a realizar sus primeros movimientos: "Supe que mi cuerpo me estaba diciendo que tenía que seguir, y desde entonces no he parado de avanzar poco a poco". Tras un año de rehabilitación, ha conseguido aguantar de pie sola.

Andrea ya ha salido del Hospital de Parapléjicos de Toledo y ha vuelto a su tierra natal para seguir su camino Ahora, acude a una clínica especializada en neurorrehabilitación para tratar su lesión, que es extremadamente costosa. "Hice un crowfounding para ayudar a mi familia con los gastos, porque no era justo que tuvieran que pagar verdaderas burradas. Conseguí 12.000 euros, pero solo he podido costearme la clínica en una mínima parte", confiesa. 

Has hablado de la neurorrehabilitación, ¿cómo te ha ayudado en todo el proceso?

Es un mundo totalmente desconocido, y yo he descubierto que me encanta. Me ha parecido impresionante. Antes del accidente iba al fisio por el pádel, pero los fisioterapeutas especializados en 'neuro' realizan una labor importantísima. Me parece un trabajo muy complejo y voy a estarles agradecida toda mi vida.

Aunque también implica pagar un precio desorbitado. En mi caso, sin la recaudación de fondos, no hubiera podido seguir mi recuperación. Son muchos meses y mis padres están haciendo un esfuerzo abismal. Mi única motivación es poder volver a andar algún día.

Antes de tu accidente, ¿eras consciente de las necesidades de las personas en silla de ruedas?

Para nada. No tenía ni idea de lo que era una lesión medular. Ahora me planteo cómo es posible que no nos enseñen estas cosas en el colegio o que no nos mentalicen más.

En general, creo que las ciudades están muy bien adaptadas para las personas con silla de ruedas. En todos los pasos de cebra, por ejemplo, el bordillo está rebajado o hay una pequeña rampa. También es verdad que, desde el accidente, no he viajado fuera de España. ¡Cuando viaje te cuento!

Mentalmente, ¿cómo has llevado la recuperación?

He tenido momentos muy duros, pero siempre han prevalecido los buenos. No me podía dejar llevar, así que intentaba ver el lado positivo de las cosas. Siempre he pensado que voy a acabar consiguiendo lo que quiero, aunque no sea de la forma en que pensaba en un primer momento, que era jugar al pádel. El truco es pensar a largo plazo.

Y no he tenido ayuda psicológica. Mi apoyo han sido mis padres, mi familia y mi propia cabeza. Intento ser yo la que me transmito calma a mí misma y me digo: "Puedes llorar si tienes un día malo, pero luego sigues".

¿Qué papel ha jugado tu familia en todo esto?

Uno fundamental, protagonista. Después del accidente, todos se han unido muchísimo más. Y mis amigos también me han sorprendido, porque me han ayudado a darme cuenta de quién me quería de verdad en los momentos duros. Puedo decir que tengo gente a mi alrededor que vale oro.

Has decidido contar tu caso en las redes sociales. ¿Por qué y qué reacción has sentido?

Estudio Marketing y me gustan mucho las redes sociales. Antes del accidente yo ya subía vídeos de pádel y contenido de distintos tipos. Tenía como unos 10.000 seguidores. Cuando pasó el accidente pensé que no tenía por qué parar, así que intenté normalizar la situación y hacer que todos vieran esa realidad. 

La gente de mi zona y todo el mundo que conocía se interesó bastante y comenzaron a mandarme mensajes diciéndome que yo era una inspiración. En ese momento pensé que es genial poder ayudar a otras personas y fue un punto de inflexión para mí. ¡Estaba haciendo algo que me gustaba mientras ayudaba!

¿Cómo te ves dentro de 10 años?

Muy bien. No sé por qué, pero siempre tengo la intuición de que todo va a ir bien. Algo me dice que dentro de un tiempo estaré bien.

Mis metas a corto plazo son terminar la carrera, porque me queda un año. También quiero ponerme de pie sola y conseguir llegar un poco más lejos con las redes sociales. Esos son mis tres objetivos.