Nieves Herrero es nuestra invitada en Autoras de palabra con Rosa. La escritora y periodista ha publicado Luna roja (Ediciones B), una novela de género policiaco, con una protagonista experta en moda y perspicaz periodista que intentará resolver una serie de crímenes cometidos en la alta sociedad en el Madrid de los años 50. La autora estrena nuevo registro, y rinde homenaje a la época dorada de la crónica negra.
Sorprendes en cada una de tus novelas, porque te atreves con todos los registros.
Soy aprendiz de todo y en mi vida siempre he estado nadando a contracorriente. La idea llevaba diez años rondándome en la cabeza, y lo único que tenía claro era que el personaje protagonista fuera una mujer con la dualidad de la moda y los sucesos. Pero nunca me atrevía a dar el paso porque no sabía si estaba preparada. Hasta que en una cena con los tres de Carmen Mola, me incitaron a que me decidiera y me lanzase a la piscina.
¿Cuánto de asesina tiene Nieves?
No soy nada violenta, me ponen muy nerviosa los gritos, que son la antesala de la violencia y el insulto. Nunca lo he soportado. No concibo a los asesinos que se creen que pertenecen a una raza superior que les permite acabar con la vida de otra persona.
Por mi profesión de periodista, he tenido oportunidad de estar cerca de personas que tenían que ver con asesinatos. Tuve ocasión de visitar a Rafi Escobedo y, en la distancia corta, parecía un niñato, un pobre hombre. Sin embargo, él decía que, aunque estuvo presente, no había sido quien disparó. No sé si se llevó el secreto a la tumba, pero es el único acusado del crimen y, sinceramente, si estaba ahí podía haberlo evitado.
Margot Sant Peter es la protagonista de esta historia, inspirada en un personaje real, a quien además tuviste ocasión de entrevistar.
Sí, Margarita Landi para mí marcó un antes y un después. Yo empezaba mi carrera y ella la estaba acabando, pero me impactó muchísimo, me pareció una mujer muy rompedora que fumaba en pipa. Me llamaron poderosamente la atención sus frases rotundas, como muy estudiadas y analizadas.
Ella fue probablemente la primera mujer que se acercó a una comisaría, se adentró en el periodismo de investigación, y se hizo esencial en un mundo totalmente masculino donde la llamaban 'la inspectora Pedrito'.
¿Margot vive en una dualidad entre el mundo de la moda y la investigación policial?
Está educada para que hable del mundo de la moda y de noticias relacionadas con las mujeres de la alta sociedad, concretamente en la revista Woman. Pero por la noche se transforma en otra persona que investiga sucesos policiales con el total desconocimiento de su familia.
¿Margot es miembro de una familia distinguida de diplomáticos?
Y amiga íntima de las mujeres más elegantes de la época, desde Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba, un icono social y un referente no solo en la aristocracia, sino también de las revistas del corazón; hasta Aline Griffith, la espía que se convirtió en la condesa de Romanones. A través de ellas, la reportera accede a los círculos más exclusivos de una ciudad que ha dejado la posguerra y quiere abrirse paso a la modernidad.
En los círculos de la alta sociedad británica se habla del cambio en la forma de vestir de la reina Isabel.
Desde luego, Isabel tenía que salir en esta historia, porque además se llevaba bien con Cayetana. Y sí, todo cambia cuando se convierte en reina y, además, de una manera prematura. Durante un año ella viaja por todo el mundo y empieza a marcar su territorio.
Se acerca al mundo de la moda porque, al final, la imagen de una reina importa muchísimo. Lo estamos viendo constantemente con la nuestra, cómo cuenta cada paso que da con un traje, ya sea low cost, de Felipe Varela, Lorenzo Caprile o Carolina Herrera. Pues igual le ocurría en esa época, aunque no hubiera redes sociales.
Es precisamente en los años 50 cuando la mujer puede llevar pantalones, y eso era casi tan importante como salir a la calle para pedir el voto.
Totalmente. El hecho de ponerse pantalón significaba que realmente se estaba cociendo algo en esa época, donde había un caldo de cultivo muy importante en la sociedad.
Si miras hacia Europa se están rompiendo muchos moldes. En España llegan las bases norteamericanas, y eso implica que vengan actores que van cambiando la forma de relacionarse con la gente, la forma de vestirse, la forma de hablar, la forma de dirigirse, fumando, bebiendo, siendo un comportamiento muy libre en una España nada libre.
Ava Gardner rompió muchísimo, Lana Turner. Gary Cooper venía por aquí, Orson Welles. Todo eso lo he querido reflejar en la novela, porque me parece que es un año en el que pasan muchas cosas, aunque la gente a lo mejor no lo perciba.
Las víctimas pertenecen a la alta sociedad y sus cuerpos aparecen con algo en común, que forma parte de una de tus debilidades. Todas tienen en la palma de la mano una piedra preciosa.
Cuando estoy empezando a escribir necesito envolverme de algo que me va a dar seguridad, que me va a apoyar. Una piedra, ya sea cuarzo o cualquier otra, me da muchísima energía.
Nunca llevo joyas valiosas porque he perdido muchas, me han robado otras. Han entrado en mi casa y se han llevado las de mi madre, y ya solo quiero piedras que a nadie le puedan interesar, nada más que a mí, porque son pedruscos y tienen el valor que yo le doy. No tienen un valor intrínseco, porque me da pánico. La sensación del robo es muy tremenda, como si te desnudaran y te dejasen sin ese recuerdo que había pertenecido a tu madre. Entonces, a mí me generó muchísima ansiedad hasta que me dijeron que no iban a aparecer.
¿Cómo se llevaba a cabo la investigación de un asesino en serie en los años 50?
En aquellos años sí que se investigaba, pero era todo más primario. Existía la dactiloscopia, importante en esta novela. También la máquina de la verdad. Ahí Conchita Pérez, la poligrafista a la que conocemos por otros programas de televisión, también me ha ayudado a comprender la evolución y por qué en España no se utilizó de forma oficial.
Y en esta incursión tuya de entrar en la novela negra, ¿vamos a tener a Margot investigando más asesinatos?
Habrá otro caso, sí, porque creo que el personaje me resulta divertido. Esa dualidad a mí me parece que la hace muy poderosa y creo que tiene que resolver más casos. Además, la tengo en la cabeza, y solo tengo que disparar para que salga.