Macarena Bohórquez.

Macarena Bohórquez.

Protagonistas

Me detectaron un cáncer poco común a los 34 años sin tener ni un solo síntoma: estos son los principales signos de alerta

Gabriela González
Publicada

Macarena Bohórquez no es solo una aventurera, es una mujer que decidió plantar cara al cáncer con la misma determinación con la que escala montañas, surfea olas o se pierde entre barrancos. A los 34 años, esta sevillana afincada en Barbate vio cómo su vida daba un giro radical al ser diagnosticada con un sarcoma de partes blandas, un tipo de cáncer poco común.

Sin embargo, su espíritu libre y su pasión por la naturaleza la llevaron a transformar la adversidad en un impulso vital: "Siento que el fuego que tenía en mi interior antes de que el cáncer llegara a mi vida se ha avivado".

"Cuando me diagnosticaron, no pensé en lo que me limitaba, sino en lo que podía hacer con lo que tenía", explica Macarena. Tras meses de rehabilitación y entrenamientos, se sumó al décimo Reto Pelayo Vida, una experiencia que, como ella misma afirma, le ha permitido reencontrarse consigo misma y confirmar que sus sueños no tienen techo.

Crecer frente a las limitaciones

"Este reto me está enseñando a tener paciencia y a ver que soy más capaz de lo que creo. Si me dices que iba a hacer esto antes del cáncer, yo misma me habría puesto muchas limitaciones. Sin embargo, a raíz de la enfermedad me entraron muchas ganas de vivir. De hecho, comencé a prepararme prácticamente sin movilidad en el brazo y con mucho dolor, pero asumí las circunstancias y decidí que cambiarían con el tiempo. Me alucina cómo, cuando estamos bien, nos ponemos límites innecesarios, y cuando llegan las limitaciones reales, te creces".

La expedición hacia la Antártida.

La expedición hacia la Antártida.

La travesía hacia la Antártida comenzó con un desafío épico: el Paso de Drake. Durante la ida, Macarena sufrió tres días de intensos mareos, vomitando y sin poder comer. "Fue duro, pero sabía que era parte del juego. Aceptas que la experiencia trae consigo incomodidades y sigues adelante. Aprendí a no adelantarme a los acontecimientos, sino a vivir día a día", reflexiona.

Aunque la vuelta ha sido algo más llevadera por la adaptación al barco, no ha dejado de ser un desafío. "Se respira una mezcla de felicidad, gratitud y un poco de tristeza. Nos hemos tenido que volver tres días antes debido a las condiciones meteorológicas, y da pena dejar un lugar tan bonito, después de tanto esfuerzo, y un paisaje tan espectacular que probablemente no volverás a ver. Es una sensación agridulce".

Lo mejor: el equipo

"Lo mejor sin duda para mí es el equipo", asegura. "Todo el mundo da lo que puede y lo que tiene de manera muy fluida, casi sin hablarlo. Todo surge de forma natural. Tienes que ver cuando nos sentamos a comer. Es un festival".

Macarena vivió momentos que quedarán grabados en su memoria para siempre. Uno de ellos fue una guardia nocturna con su compañera Marta mientras entraban al continente antártico. "Con un cielo rosa y rodeadas de icebergs, teníamos que estar muy atentas para no chocarlos, porque todos sabemos lo que le pasó al Titanic", bromea.

Las cinco participantes de la décima edición.

Las cinco participantes de la décima edición.

"De repente, vimos a lo lejos una ballena. Gritamos: '¡Ballena!', y salió toda la tripulación. En total, vimos unas 15 rodeándonos. De pronto, nos quedamos en silencio, solo escuchando su respiración al emerger del agua. Con el cielo rosa y el amanecer, fue un momento mágico y único".

El primer iceberg que vio también la dejó sin palabras. "Parecía pequeño desde lejos, pero al acercarnos descubrí un gigante más grande que un edificio, lleno de detalles: un lado redondeado por el viento y el agua, y otro abrupto por desprendimientos. Ese contraste, los tonos turquesa y azul… Me quedé muda, simplemente observando".

Pingüinos, risas y reflexiones

Entre las muchas experiencias vividas, Macarena destaca también su encuentro con los pingüinos. "Me han llamado mucho la atención, son unos seres maravillosos. Son súper cotillas, se acercan con total tranquilidad. Y también son muy torpes en tierra, hasta el punto de que, para saltar al agua, se chocan con las rocas, rebotan y finalmente caen. Pero luego, en el mar, son muy ágiles y nadan rapidísimo. Pensé: al final es como la vida misma, somos buenos para unas cosas y torpes para otras. Me hicieron mucha gracia, la verdad".

Macarena se lleva una enseñanza clara de esta experiencia: la importancia de aprovechar cada momento. "En la Antártida todo cambia rápido. Si puedes hacer algo ahora, hazlo. Esta lección me la quiero llevar a mi vida cotidiana".

Travesía en el barco.

Travesía en el barco.

El momento culminante fue clavar la bandera del Reto Pelayo Vida en la isla Cuverville. "Sentí gratitud. Me acordé de todos los que me han ayudado a llegar aquí: mi familia, mis amigos, los que me han enseñado a navegar, mis médicos, los investigadores que trabajan para mejorar los tratamientos, la tripulación que nos enseñó cómo llegar a la Antártida, y mi pareja. Aunque yo clavé la bandera, detrás de mí hay muchas personas empujando. Me siento muy afortunada".

Un legado de esperanza

"Antes del cáncer era una persona que buscaba sus propias aventuras, pero durante la enfermedad tuve miedo de perder esa parte de mí. Este reto me ha confirmado que no solo no la he perdido, sino que puedo atreverme a apuntar más alto que nunca". De vuelta a casa, Macarena tiene claro lo primero que hará: "Voy a dar las gracias hasta que me duela la boca. Y luego compartiré todo lo que he vivido".

Macarena Bohórquez fue operada de un sarcoma agresivo en la axila: "Un bulto que empezó como un garbanzo, en dos semanas era una pelota de golf. Me quitaron 13 ganglios, trozos de piel, grasa, parte del músculo… Tuvieron que reconstruir mi axila".

La noche antes de la operación, leyó un artículo sobre el Reto Pelayo Vida Patagonia y encontró un motivo para seguir adelante. "El año que viene voy yo", dijo al instante. Hoy, gracias al apoyo de Pelayo Seguros, que lleva una década inspirando superación personal en mujeres que padecen o han padecido cáncer, Macarena es un ejemplo de fortaleza y esperanza para quienes sufren la enfermedad.