Almudena Álvarez, la boxeadora que ha ganado el europeo a los 42 años después de superar su anorexia
- La madrileña, campeona de Europa en categoría de peso superpluma, también superó una lesión en la que acabó con las dos muñecas rotas.
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Cuando Almudena Álvarez iba a combatir como boxeadora amateur por primera vez, su entrenador le preguntó cuánto pesaba. Una pregunta inocente, perfectamente lógica para saber en qué categoría debía inscribirla, y que le hicieron de forma rutinaria. Pero que paralizó a la deportista completamente: en aquel momento, llevaba 13 años sin pesarse, porque de adolescente le tocó superar la anorexia.
Diez años después de aquel momento, Álvarez se ha proclamado campeona de Europa (el pasado 9 de noviembre, día de la Almudena) en su categoría, superpluma, como boxeadora profesional, a los 42 años y tras reunir a 1500 personas en el combate por el título. Un número poco habitual para una velada con el boxeo femenino como principal reclamo, en su Móstoles natal. No piensa mucho en la báscula, pero pesarse antes de cada combate se ha convertido en parte de su rutina.
Y ni siquiera eso es lo mejor. La primera vez que entró a un gimnasio a darle a un saco lo hizo para fortalecer las muñecas porque, siendo jugadora de fútbol sala, se rompió las dos a la vez.
"Yo conocí el boxeo gracias a mi hermano, cuando éramos adolescentes y él entrenaba en el mismo gimnasio en el que estoy yo ahora, el Olimpia de Móstoles. Pero ni siquiera sabía que había chicas que boxeaban", explica Álvarez a Magas.
"Siempre me ha gustado entrenar y competir. Empecé en el fútbol sala con nueve años, pero nunca pensando en hacerme profesional. Era una cosa de jugar para pasármelo bien con mis amigas, porque en ese momento era impensable que una mujer pudiera vivir del fútbol. Como ahora del boxeo, al menos en España".
Su historia parece el colmo de las historias de superación: además de la anorexia y la lesión doble de muñeca, se ha roto una vez cada mano (aunque esto no es tan raro en boxeadoras), estuvo a punto de dejar el boxeo antes de la pandemia e, incluso, su primer entrenador –el que la animó a subirse al ring– le vaticinó, por la edad con la que empezó a combatir en amateur, "que estaba solo para dos o tres peleas", algo que recuerda ahora riéndose.
"Cuando volví a la báscula no sabía cuánto pesaba, no lo he sabido durante años. Pasé muchos años sin pesarme", explica. "Ahora no me obsesiono, me peso si es necesario o cuando entrenando me veo peor físicamente, porque eso se nota. En su momento era muy consciente de que si bajaba más de tal cantidad ya era un enredo para mi salud o me iban a pillar. No me acuerdo ya de cuánto fue, quizás me ponía 50 kilos como margen".
Las dos muñecas rotas
El deporte fue clave en esa salida de la anorexia que, fuera de su círculo –entrenadores incluidos– nadie conocía hasta el pasado marzo, cuando lo desveló en una entrevista tras ganar el campeonato de España que le permitió aspirar al Europeo.
"El fútbol sala lo dejé con 14 y volví con 17", recuerda, "y es una época que en parte tengo como borrosa, de la que recuerdo cosas como estar con mis amigas y escuchar a las Spice Girls. Pero formó parte de la recuperación porque, cuando haces deporte, sea el que sea, sociabilizas. Y, cuando sufres anorexia, haces todo lo contrario, te aíslas. Buscas excusas para no ir a comer, a cenar...".
Ya de adulta, en un partido, tuvo una discusión con el árbitro y se fue del campo enfadada. Fue a empujar una puerta de emergencia con todo el peso del cuerpo… y esta no cedió. "Las dos muñecas rotas, está así deformada", se las señala durante la entrevista.
"La médico en urgencias me preguntó que qué iba a hacer y yo no era consciente: estuve casi dos meses inmovilizada y me tenían que ayudar a ir al baño. Me dijeron que eligiese si quería en plan Vegeta, cruzando los brazos delante del pecho, o en plan 'súper guerrero', con las manos hacia arriba, porque no las podía bajar para que se curasen bien".
Fue después de esta lesión que una amiga le propuso apuntarse a boxeo y dijo que sí porque pensó que le vendría bien para fortalecer las muñecas. "Al principio me dolía pegarle al saco, no podía ir todos los días, etcétera…", recuerda.
Pero, más de diez años después, y tras un amago de dejarlo justo en prepandemia, "aquí me tienes, como entrenadora en varios gimnasios y profesional". Por el camino, tres campeonatos amateur de España, otro profesional y este reciente europeo, más el reto de un combate fuera de nuestro país, en EE.UU o Reino Unido.
"Con el tiempo, lo que he descubierto es que el boxeo me vino muy bien porque con él ganas mucha frialdad para pensar", explica. "Es un deporte en el que tienes que tomar decisiones rápidas, que muchas veces son sin pensar, automáticas, pero en todas tienes que ser fría. Ahora me doy cuenta de que ha ganado eso y también tranquilidad, una tranquilidad que antes no tenía. Es algo en lo que me ha ayudado en mi vida, fuera del ring".
Boxear fuera de España
El reto de pelear en otro país no es solo deportivo, también económico. Las bolsas por combates femeninos son mucho mayores en el mundo anglosajón que en nuestro país, donde el calificativo 'profesional' se refieren a que las deportistas cobran por los combates, no a que vivan de ellos. Para aspirar al campeonato de España, Álvarez llegó a organizar ella misma una velada, en el Gimnasio El Rayo, en el estadio del Rayo Vallecano, invirtiendo su propio dinero.
"Perdí pasta porque en cuanto se te caen dos peleas, ya son cuatro boxeadores que dejan de venderte entradas", explica. "Y eso a lo mejor en una pelea de la magnitud de un campeonato, pues vale, porque vinieron 1.500 personas. Pero en un gimnasio donde entran como mucho 350, ya se nota mucho". Su objetivo es seguir los pasos de boxeadoras como Jennifer Miranda o Tania Álvarez. Esta última llegó a enfrentarse a la campeona Skye Nicolson en el mismísimo Madison Square Garden.
Por el camino, en el boxeo ha encontrado el mismo sentido del colectivo que tuvo en su etapa como futbolista. Con Marián Herrería, su rival por el título europeo el pasado noviembre, llegó a entrenar cuando ambas se preparaban para los campeonatos de España, e incluso la acogió en su casa, en Santander, cuando viajó allí por motivos deportivos.
"Creo que me viene del fútbol. Concibo así el deporte porque siempre lo he hecho en equipo, tengo esa base", explica. "Al final en los campeonatos conoces a gente de todas partes, y con Marian nos hicimos de sparring la una a la otra. Como a ella le tocó la final del campeonato de España contra una zurda, me puse de zurda. Es así, te animas, se conoce a todo el mundo y es un ambiente donde a todos nos apasiona lo mismo".
A una edad en la que la mayoría de deportistas se retiran, ella acaba de alcanzar su mayor éxito y planea nuevos objetivos más ambiciosos. "En el gimnasio, Tony, mi entrenador, se mete conmigo y le dice a los demás: 'aprended de la vieja'", explica.
"Mi padre me preguntó hace poco si me planteaba la retirada. Y yo tengo claro que seguiré vinculada al boxeo, me haré entrenadora, pero quizás no estire mi carrera mucho más. Quiero intentar conseguir algunas cosas antes, como lo de debutar fuera, porque si no, siento que me va a faltar algo. Y la verdad es que no me puedo quejar. Si miro atrás, todo lo que me he propuesto, me ha salido".