
Carmen Añón Feliú, en su casa. Esteban Palazuelos
Carmen Añón, la arquitecta que alberga la biblioteca paisajística más completa de Europa: "Un jardín no es un lujo"
Reconocida como una de las profesionales más destacadas de España, es una figura clave en la conservación del patrimonio y de los jardines históricos.
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Carmen Añón Feliú (Barcelona, 1931) nos recibe en el ático de su casa, su refugio personal. La tercera planta de un chalet madrileño alberga la biblioteca paisajística más completa de toda Europa.
Las paredes, repletas de estanterías organizadas con esmero, guardan libros cuidadosamente catalogados, mientras una larga mesa invita a los estudiantes a explorar esta invaluable colección. "Esto no es una casa", afirma Añón mirando su legado, "es una librería con alguna cama".
Con los ojos pintados con sombras verdes, un ligero pintalabios rojo y su característico pelo blanco rizado, Carmen Añón conserva a sus 94 años una elegancia y una postura que impresionan. Reconocida como una de las paisajistas y arquitectas más destacadas de España, es una figura clave en la conservación del patrimonio paisajístico y de los jardines históricos del país.

Carmen Añón Feliú, en su casa. Esteban Palazuelos
Su enfoque riguroso y su habilidad para integrar valores estéticos, históricos y funcionales en cada proyecto han dejado una profunda huella en esta disciplina en España. Su trabajo no solo ha permitido la recuperación de espacios de gran valor patrimonial, sino que también ha inspirado a varias generaciones de paisajistas.
Por las ventanas entra la cálida luz del mediodía que ilumina los libros que la rodean. Añón tiene dos grandes pasiones que se evidencian en su hogar: los jardines y los libros. Con nostalgia, recuerda sus 14 años, cuando trepaba al albaricoquero de su casa y pasaba horas leyendo en una de sus ramas. "Lorca dijo que cada jardín es un libro, y yo tengo esa confusión mental", confiesa.
Hoy, su legado ha sido reconocido con la Medalla Richard H. Driehaus, un galardón que celebra su extensa trayectoria en la protección, restauración y conservación de los históricos más emblemáticos de España, especialmente en Madrid. Sus criterios han moldeado el Retiro tal y como lo conocemos hoy, junto a muchos otros espacios.
El camino hacia el jardín
Quedan pocas historias como la de Carmen Añón en la actualidad. Su postura firme, su mirada intensa y sus palabras dóciles esconden una profunda sabiduría, una vida plena, vivida en una época muy distinta a la nuestra. "Mi historia es un poco complicada", afirma con una sonrisa triste.
Como muchas mujeres de su generación, Añón no tuvo la oportunidad de cursar estudios oficiales. Se casó a los 15 años y, con apenas 18, ya tenía tres hijos. Sin embargo, una difícil situación familiar la llevó a buscar una vía de escape y a dedicarse con intensidad a otra pasión: los jardines. Fue entonces cuando se inscribió en la Escuela de Paisajismo y Jardinería del Castillo de Batres, donde pasó cinco años formándose.

Carmen Añón Feliú, en su casa. Esteban Palazuelos
"Mi interés surge de la necesidad de reflexionar sobre cómo estábamos destruyendo este mundo que debemos dejar a nuestros hijos". Esa preocupación medioambiental se tradujo en dedicación a los jardines y así acabó enamorándose de ellos.
Comenzó su carrera impartiendo clases en la misma escuela donde se formó. Más tarde, se especializó en la reestructuración de jardines históricos. Dirigió importantes proyectos de rehabilitación como los de Aranjuez, La Granja de San Ildefonso, el Palacio de Moncloa, el Monasterio de El Escorial, la Alameda de Osuna, el parque del Retiro y el Jardín Botánico de Madrid.
El Retiro, un jardín espiritual
"Trabajé diez años en el Retiro todos los días. He cortado 1.500 árboles y he plantado otros tantos, sin que nadie se diera cuenta", confiesa. Para Añón, cada jardín es único, con sus propios condicionantes de conservación y uso. Conocer su historia y estado actual es esencial para mejorar cada espacio.
Solo los domingos, el Retiro recibe más de un millón de visitantes. "Las pisadas dañan el jardín sin quererlo". Ahora, el parque madrileño es Patrimonio Mundial y forma parte del "Paisaje de la Luz". Este reconocimiento implica también una gran responsabilidad: "Cualquier modificación debe ser aprobada por la Unesco", explica
En su trayecto, Añón ha sido profundamente influenciada por figuras como Leandro Silva, Ignacio Paredes, la marquesa de Casa Valdés y Mariano Sánchez. Durante los años 80, surgió una corriente que reivindicaba el valor de los jardines, y su trabajo fue clave para consolidar su importancia. "No es un lujo, es una necesidad. Es un espacio para respirar, relacionarte, conectar con la naturaleza. En medio del caos urbano, ofrece tranquilidad".

Carmen Añón Feliú, durante la entrevista. Esteban Palazuelos
Un jardín bien diseñado es paz y rentabilidad social, evoca emociones. "Es igual que una escultura: debe crear espacios que parezcan pensados para ti, que generen intimidad y respondan a necesidades humanas".
Además, destaca la importancia de la sostenibilidad: "Los árboles ayudan a aislar el ruido de la ciudad". En palabras de Añón, el sonido de un jardín debe ser "aterciopelado": el murmullo del viento, las hojas cayendo y el canto de los pájaros.
Una batalla pendiente
El camino de Carmen Añón no ha sido fácil, especialmente por ser mujer en un campo tradicionalmente dominado por hombres. "El machismo ha existido y sigue existiendo. Lo sufrí por parte de mi propio marido y por tener que cuidar de nueve hijos". Sin embargo, también reconoce el apoyo de figuras como José Luis Álvarez, antiguo alcalde de Madrid, quien la animó a postularse como concejal de la ciudad.
"En realidad, los hombres me han ayudado muchísimo. Siempre sentí más obstáculos por parte de las mujeres", reflexiona con sinceridad. En un ámbito donde el espacio femenino era limitado, la competencia era inevitable. "La única forma de luchar contra el machismo era ser excelente en lo que hacías. El puesto tenía que ganárselo una profesionalmente".
Hoy, reconoce avances significativos en el papel de la mujer en la arquitectura y el paisajismo, aunque queda camino por recorrer. "Las cosas están cambiando, pero seguimos lejos de la igualdad. Lo que se le perdonaría a un hombre, a ti, no".

Carmen Añón Feliú, en una de las estancias de su casa. Esteban Palazuelos
Con mirada retrospectiva, Añón recuerda cuando iba de vacaciones a Biarritz o San Juan de Luz y no podía cruzar la frontera porque no llevaba la autorización de su marido. "Reconozco el machismo, la violencia y la necesidad de un cambio. Hoy no llevo conmigo una lucha feminista activa, pero la batalla sigue pendiente", concluye.