Durante dos décadas, el sonado caso de Hildegart Rodríguez, asesinada por su madre, Aurora, en 1933, ocupó un espacio determinante en los deseos e intenciones de Paula Ortiz (Zaragoza, 1979).
Teniendo como objetivo el hacer una película, la investigación profunda sobre esas dos mujeres –la niña de mente prodigiosa y la inteligente progenitora con su proyecto de 'mujer del futuro'–, la llevó de paso a analizar desde otros puntos de vista, pero siempre desde su perspectiva femenina y feminista, muchos aspectos de una historia con la que podría haber sido muy fácil encandilarse y perderse.
Pero eso no pasaría con Paula Ortiz, tal como ha demostrado en sus películas anteriores (De tu ventana a la mía, La novia, Teresa, Al otro lado del río, entre los árboles) y ahora con La virgen roja. Ortiz halló su camino certero, entablando una conexión entre ese pasado con nuestro 'aquí y ahora', al contar esta historia pedregosa y pertinente sobre la figura de Hildegart Rodríguez, todo un obviado referente feminista y de la sexualidad femenina en los años 30.
Ortiz, Planas y Nimri en San Sebastián.
Por eso y más, La virgen roja, escrita por Clara Roquet y Eduard Sola y protagonizada por Najwa Nimri y Alba Planas –que tras su exitoso paso por las salas de cine, se puede ver en la plataforma Prime–, figura como una de las mejores películas españolas del 2024.
Así lo demuestran sus nueve nominaciones en la 39.ª edición de los Premios Goya –cuya gala se celebrará el ocho de febrero–, incluyendo Mejor dirección y Mejor actriz de reparto para Aixa Villagrán, así como sus seis nominaciones a los Premios Feroz, entre ellas a Mejor película dramática y Mejor dirección.
"Estoy feliz", declaró Paula Ortiz minutos después de darse a conocer las nominaciones a los Goya. "Hemos intentado hacer una película que llegue y no renuncie a debates, a contenido, a la forma ni a la experiencia del cine. Creo que todos los equipos y el casting de esta película lo han hecho con mucha conciencia, compromiso, delicadeza y mucho goce también. Es la primera película que hemos gozado", apuntó.
Semanas antes y a distancia corta, concretamente en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, ese goce al que se refiere la directora se podía palpar. Con un entusiasta "¡Vamos a ello!", respondía Paula Ortiz al inicio de esta entrevista ante la propuesta de comenzar por desmenuzar la relación entre la izquierda y las mujeres, uno de los candentes temas que aborda La virgen roja. Spoiler: en 100 años 'casi' nada ha cambiado.
¿Por qué compartimos con Hildegart la decepción hacia la relación de la izquierda con las mujeres?
Es muy fuerte. A uno de los primeros pases de la película vinieron dos mujeres del Partido Socialista actual en España, y me dijeron '¿sabes que esto sigue siendo así 100 años después?'
Yo también he tenido esa sensación, aunque yo nunca he militado porque me dedico al arte, pero estoy cerca y participamos todos del discurso político. La decepción que sintió Hildegart con la izquierda la hemos sentido todas, nunca estamos en el centro del discurso ni estamos en plenitud de igualdad.
Las mujeres siguen siendo obviadas en ese discurso, usadas como una especie de 'cuota deshonesta' para rellenar puestos.
¡Total! Esa cuota deshonesta les viene bien. Te quieren como flor del campo. 'Vamos a poner aquí una florecita, esta niña muy brillante'. No se mira de igual a igual, ni te dan voz ni espacio en igualdad.
Entonces sí es la gran decepción porque tú entiendes que a lo mejor en ideologías más conservadoras implica que son modos de entender el mundo distintos, pero se supone que en el planteamiento de izquierdas todos y todas somos iguales, y resulta que luego no es así. En España todavía no ha habido una candidata en el partido socialista español, con todos los años de gobierno.
Además, en la izquierda [los hombres] buscan y quieren compañeras más jóvenes, que no les cuestionen, que les adoren. Entonces, es un proceso de adoración con unos esquemas de marxistas de hace 100 años y sin mujeres, cuando sí que las hay.
Paula Ortiz durante el rodaje.
'La virgen roja' también aborda esa adoración, la mirada hacia la mujer en el seno de la izquierda.
Sí, era muy importante la escena en la que, por primera vez, entran Hildegart y su madre a la Asamblea socialista, y se generan esas miradas. Para esa escena en particular les decía 'necesito oler la testosterona y que eso sea violento'. Cuando ellas entran, los hombres no dicen nada.
Se supone que la Asamblea era de todos y todas, o conceptualmente es así, pero resulta que al entrar les violentamos sólo con la presencia. Las miradas son violentas, los silencios son violentos.
Cuando Hildegart va a dar un discurso, su madre le dice 'sé impecable con la palabra porque no te lo van a perdonar, y la exigencia hacia nosotras es mucho mayor'. La izquierda renovada de hoy en día, en el fondo son los mismos señoros de hace 100 años. O sea, hay gente de mi edad repitiendo el mismo esquema de los marxistas del siglo XIX.
Al investigar para 'La virgen roja', ¿qué cambios has notado en el discurso de la izquierda?
El debate de la izquierda hace 100 años era más fino y más preciso con la palabra. Ahora es más efectista, es más caradura y más burdo.
Las cuestiones a debate siguen siendo las mismas, por lo que es alarmantemente doloroso ver que hemos avanzado muy poco, tanto en cuestiones feministas como en sociales de la izquierda. Pero hace 100 años esos mismos temas se nombraban con más profundidad y precisión.
Ahora estamos en un debate de brocha gorda y de caraduras, para desacreditar al otro. Encima está siendo hasta insultante con la gente.
La creación de 'la mujer del futuro' en los años 30 del siglo pasado se truncó. La misma madre de Hildegart, principal impulsora de ese proyecto, lo detuvo abruptamente.
Aurora es terrible, es el ejemplo de que el sueño de la razón engendra monstruos, pero eso no invalida la obra de Hildegart, de Aurora y sus compañeras.
Aurora era una fanática con un plan, unos objetivos y unas ideas, el tema es que como todo fanático político y religioso, cuando las ideas superan lo humano, dejas de creer que tu hija es una criatura viva con conciencia y libertad personal. Cuando dejas de creer en el mundo, en la realidad, pues te puedes volver violenta, pero eso es un hecho desde lo racional.
La obra de Hildergart y las propuestas de esas mujeres son de una gran valentía, y en su expresión es de una precisión, de una finura y de una honestidad muy fuerte. Es sorprendente la manera como nombraron los debates feministas y de género.
¿A qué se debe que tanto la obra de Hildegart como la de otras mujeres de esa época y de años posteriores hayan sido silenciadas y actualmente obviadas?
La palabra escrita de Hildegart se silenció por la Guerra Civil y 40 años de dictadura que, por supuesto, iban a borrar la obra de todas estas mujeres y todo este pensamiento feminista.
Pero no deja de ser también llamativo que 40 años después, en la recuperación de la memoria, no se traiga de vuelta, cuando los artículos de Hildegart están ahí como todos sus libros. Su obra no se perdió, hay mucha información de Hildegart y de su madre.
Llevo con esta historia 20 años, y aún me sigue sorprendiendo que ante la reivindicación de la brillantez de la República, de ese momento cultural y de la vanguardia, se dan a conocer a Lorca, Buñuel y Dalí, pero ¿y otras mentes que había que son apabullantes o historias como esta?
Además, Hildegart fue una líder, murió siendo una rockstar como líder política, y fue una referencia europea en relación a la teoría a la Reforma sexual femenina. Las voces femeninas se silencian porque molestan y, en cuanto tiene que ver con el sexo, pues doblemente.
La dictadura la silenció, pero es que llevamos otros 40 años [en democracia] y no se ha hecho –y no se hace– mucho esfuerzo en ponerla adelante en el canon.
Rodaje de 'La virgen roja'.
Entonces, ¿'La virgen roja' es un acto de justicia?
Sí, hay algo de justicia y de responsabilidad ética. Es una película que también habla del feminismo, de lo lento que hemos avanzado. A mí lo que me alucina es lo alarmantemente que dialoga con la actualidad la obra de Hildegart, sus debates y su historia. Es lo que más me conmueve y por lo que creo que había que hacer la película.
Hoy estamos en un momento en que vemos la fragilidad de todo y cómo todo puede ir hacia atrás. En la película se plantea que cualquier idea, por iluminadora que sea, puede realmente, no solo aniquilar, sino volverse violenta, y puede hacernos volver hacia atrás; por eso es una película que habla del fascismo. Es el momento de ponerlo encima de la mesa y nombrarlo como lo que es.
Aurora no es un true crime, no es un arrebato pasional, ni una psicópata, es una fanática. Por lo tanto, es una historia política, y todos sus tentáculos políticos e ideológicos dialogan con nuestra realidad actual. Por eso es relevante, y creo que hay que darle el nombre que tiene y no asustarse.
Entonces, vamos a hablar de la izquierda y la mujer, y vamos a hablar del fascismo, de cómo cualquier gesto con respecto a las mujeres se vuelve fascista, totalitario y violento.
En la sociedad actual, ¿cómo se puede construir esa 'mujer del futuro' que rompa con los esquemas patriarcales, con el machismo, con ese chip del código cultural que llevamos todas y todos?
Soy una optimista redenta y creo que tiene que ser posible. He dado clase en la universidad durante muchos años y veo a las nuevas generaciones, donde el género realmente se ha deshecho de una forma muy hermosa.
Aun así, queda tanto por hacer... pero eso sí que está descodificando una armadura y un andamio patriarcal, que llevamos todos y todas, que hay que romper. Aunque eso se da en las nuevas generaciones, estás viendo que incluso también los mismos jóvenes mantienen todavía atávicamente más que siglos de programación patriarcal. Pero yo quiero creer que sí tiene que ser posible una ruptura.