Aún faltan tres meses para Navidad, pero Máxima de Holanda ya ha abierto la veda de los brillos en su último acto oficial. La ocasión bien merecía un atuendo festivo, aunque también discreto, para llamar la atención en su justa medida. El miércoles 4 de octubre fue un día importante gracias a dos acontecimientos. Por la noche se celebraron los Apples of Orange Awards en el Palacio Noordeinde, presididos por los Reyes ya que son concedidos por el Oranje Fund, del que ambos son patrones.

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Se premian iniciativas sociales que garanticen que nadie tenga que actuar solo y que todos puedan participar en la sociedad. En esta edición, los ganadores "son constructores de puentes en sus barrios, ya que conectan a los residentes locales y crean así una sociedad involucrada". 

Los Reyes, en la entrega de premios. Gtres

La esposa del monarca tuvo un papel protagonista no sólo por su estilismo, sino gracias al motivador discurso que pronunció justo antes de proceder a la entrega de los galardones. Empezó así: "Damas y caballeros: por supuesto que les encantaría saber quiénes son los ganadores, pero mantendré la tensión ahí por un tiempo. Porque primero me gustaría decirles algo a todos ustedes. Tanto si os volvéis a casa con un Appeltje van Oranje como si no: para mí todos sois ganadores. Cada uno de ustedes puede estar orgulloso, porque unen a la gente. ¡Y eso es tan necesario!". Máxima, siempre cercana e inspiradora, recalcó la necesidad de trabajar en equipo para crear una sociedad mejor, asegurando que este premio "consigue conectar a personas muy diferentes. Construye puentes entre grupos sociales que a menudo sobreviven unos a otros. Todos se sienten bienvenidos. Todos se sienten responsables y están ahí el uno para el otro. Una iniciativa que reta a las personas a desarrollar sus talentos. Muy activo. Cualquiera que sea bueno en algo (bricolaje, cocina, tecnología, trabajo con textiles o madera) ayuda a los demás. Así es como las personas aprenden unas de otras".

En lo que respecta al atuendo elegido para la ocasión, la Reina rescató un vestido de lentejuelas en color champán de manga francesa, drapeado en la cintura y largo justo por debajo de la rodilla de Natan Couture. Para rebajar un poco el tono y no sobrecargar el resultado, añadió unos salones nude en ante de Gianvito Rossi, también repetidos. Llamaban la atención los pendientes, en forma de lágrima, de la firma Steltman en color rosa. Lucían en todo esplendor gracias a su recogido en un elegante moño bajo. 

Además de Máxima y el Rey, también estaba presente la Emérita Beatriz de Holanda. Antes de la gala de premios, se producía algo histórico en el país. El soberano dirigía una carta a la población de Curazao una isla caribeña que pertenece a los Países Bajos poniendo en valor y reconociendo la importante figura de Tula, un héroe nacional por luchar activamente contra la esclavitud que fue ejecutado por orden de las autoridades coloniales holandesas, junto con varios compañeros de lucha. 

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El rey Guillermo, en su despacho de palacio. Casa Real holandesa.

Guillermo pide disculpas y reconoce los errores del pasado: "Llevamos con nosotros nuestra historia compartida, incluidas todas las crueldades, todo el dolor y toda la tristeza. Es importante reconocer lo que se ha hecho mal en el pasado. La rehabilitación de Tula significa la rehabilitación de un gran hombre que se negó a doblegarse y permanecer en silencio. Su voz resuena y nos recuerda que, en última instancia, la libertad tiene la última palabra".