La fiesta de la mayoría de edad del príncipe Christian de Dinamarca sigue acaparando la atención días después de que tuviera lugar. Fue un gran acontecimiento a la altura de las circunstancias en el que se dieron cita las futuras Reinas de Europa. Lo que se vivió entre bambalinas poco a poco va saliendo a la luz; hubo muchísimas anécdotas, algunas de cuento de hadas.

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¿Alguien puede creer que en el palacio Christiansborg sucediera algo exactamente igual a lo que se relata en Cenicienta? Pues así fue, una de las invitadas dejó el evento y olvidó uno de sus zapatos. No sucedió al filo de la medianoche como escribió Charles Perrault, ya que el baile duró hasta la madrugada, pero la sandalia dorada sin dueño allí estaba, en las escaleras.

La Casa Real danesa, en un ejercicio de cercanía y naturalidad, publicó un mensaje en sus redes sociales que decía: "¿Será Cenicienta quien olvidó su zapato anoche? Cuando ayer los invitados a la cena de gala de Su Majestad la Reina se fueron a casa, este solitario zapato de tacón de aguja quedó en el castillo de Christiansborg. El propietario puede ponerse en contacto con nosotros para recuperarlo".

Y el llamamiento surtió efecto sin necesidad de ir casa por casa probando ese diseño a las posibles candidatas. La propietaria de tan lujoso zapato se llama Anne-Sofie Toernsoe Olesen y estaba entre los jóvenes anónimos que fueron invitados a la fiesta. Ella misma ha explicado que no se trató de un olvido, sino de algo hecho a propósito. "Todo el concepto del cumpleaños del príncipe ha sido una especie de cuento de hadas, así que me pregunté si debíamos hacerlo real", dijo en la televisión danesa.

"Cuando mi amiga y yo salimos del palacio por las escaleras, lo dejé caer y me apresuré a marcharme para que nadie pudiera detenerme", confiesa. Ya con sus tacones de vuelta, Anne-Sofie también ha relatado cómo vivió aquella noche:"Fue increíble, difícil de describir porque fue fabulosa. Esperaba que fuera una gran experiencia, pero de alguna manera se multiplicó por veinte. Es algo que me gustaría que todo el mundo pudiera vivir". 

Ésta fue, sin duda, la mejor anécdota, pero hubo otras que tienen que ver con pinceladas de moda. La princesa Ingrid de Noruega, que fue una de las más elegantes de la velada, había asaltado el armario de su madre para pedirle un vestido que hace más de una década que no le veíamos puesto a Mette-Marit.

Mette-Marit y su hija, con el mismo vestido. Redes sociales

Se trata del diseño en verde menta de Emilio Pucci que la esposa de Haakon lució en 2011 durante la recepción de la boda de Alberto de Mónaco y Charlène. El bolso también era prestado. El look fue todo un acierto y lo coronó con la tiara Boucheron que había recibido por su 18 cumpleaños. La segunda en la línea de sucesión al trono tiene novedades en su vida personal, pues ha decidido independizarse y alquilar un piso en el barrio más hipster de Oslo, según informa el medio Se og Hør.

En cuanto a la madre y las hermanas del homenajeado, Christian de Dinamarca, eligieron el azul royal para el gran día. Mary de Dinamarca con un vestido repetido de Jesper Høvring, y su hija Isabella estrenando un elegante vestido largo de Safiyaa. En cuanto a la benjamina del clan, Josephine, se atrevió con un mono también de Jesper Høvring y sus primeros kitten heels en dorado. Con doce años, la princesa ya empieza a cambiar su estilo hacia algo más adulto.

Los príncipes herederos y sus hijos posan en palacio. Redes sociales