El hijo mayor de Margarita II de Dinamarca ocupa los titulares de la prensa internacional desde hace días debido a su relación secreta con la empresaria de origen mexicano Genoveva Casanova, exmujer de Cayetano Martínez de Irujo. Ella dice que sólo son amigos y el príncipe Federico, a través de la oficina de comunicación de palacio, se abstiene de hacer comentarios, pero el escándalo continúa. Mientras, la princesa Mary trata de capear el temporal como puede, cumpliendo con sus compromisos institucionales al lado de su marido, con el que lleva casada 19 años y tiene cuatro hijos.
El martes 14 de noviembre fue un día muy especial para la familia, ya que el primogénito de los herederos, Christian, juraba la Constitución después de asistir a su primer Consejo de Estado. Un requisito indispensable para poder llevar a cabo sus funciones como jefe de Estado en el caso de que su padre y la actual monarca se vieran impedidos de dirigir el gobierno. En el momento de la firma durante la ceremonia solemne, el joven estuvo acompañado de su padre y de su abuela, pero su madre no estaba presente.
Aunque este hecho ha llamado la atención, lo cierto es que Mary sólo cumplió con el protocolo establecido. Sí había acompañado a su marido y a su hijo mayor al Castillo de Christiansborg, donde tuvo lugar el acto. Su reaparición se produjo en las imágenes oficiales del gran día, posando con la Reina, el príncipe Federico y el aspirante al trono. Como suele suceder, a veces las imágenes hablan más que las palabras.
La heredera eligió un estilismo muy significativo que dice mucho de cómo está enfrentando esta difícil situación. En primer lugar, destacar que vestía colores pastel, suaves, transmitiendo una imagen serena. La pieza principal era un abrigo azul bebé largo de líneas rectas y cuello redondo. Esta tonalidad tiene una clara simbología ya que se traduce en armonía y dulzura. El resto del look era blanco: blusa con frunces de Hugo Boss y unos elegantes pantalones palazzo. Otro tono importante porque representa sentimientos como la pureza, la perfección, la claridad y la paz.
Por tanto, atendiendo al aspecto más psicológico de los colores, Mary de Dinamarca parece estar afrontando la polémica que afecta a su familia con tranquilidad y entereza. Además de los salones de estampado de pitón de Gianvito Rossi, que aportaban personalidad y empoderamiento al outift, hay que destacar también el broche que llevaba y que podría ser una buena declaración de intenciones.
La Princesa había sacado del joyero una de sus piezas favoritas: el broche de zafiro Connaught. Fue un regalo de su suegra, la reina Margarita, con motivo del nacimiento de su hijo mayor, Christian. Está fabricado con un gran zafiro, rodeado de diamantes y guirnaldas de perlas. Lleva en la casa Glücksburg cinco generaciones y es uno de los que Mary más se pone para los grandes eventos. Lo lució en el bautizo de sus gemelos, en la apertura del Parlamento y también en algunos retratos oficiales. Es un símbolo sin duda de unión familiar y, sobre todo, un gesto hacia sus hijos. Protegerlos es lo más importante en una situación especialmente delicada como la que están viviendo.
Otra cosa curiosa es que su abrigo iba a juego con la camisa del príncipe Federico. Pretendiéndolo o no, lo cierto es que la heredera destacaba en el posado, ya que el resto de los componentes de la foto iban vestidos en tonos mucho más oscuros. La Reina, por ejemplo, había escogido el rojo quizá para enviar un mensaje de amor y valentía ante esta difícil situación. Margarita II desea proteger a su hijo y heredero, por eso no permitió a la prensa el acceso a la jura de la Constitución de Christian y fue la Casa Real la que se encargó de distribuir las imágenes oficiales.