Hay que hacer mucha memoria para encontrar una ocasión en la que la esposa y la hermana mayor del príncipe Alberto hayan presidido juntas y solas, sin la presencia de ningún otro miembro del clan Grimaldi, un evento oficial. La relación entre ambas es cordial pero algo distante al menos en público, como demostraron recientemente en las celebraciones del Día Nacional de Mónaco. Por eso la imagen que se ha producido este jueves 23 de noviembre es tan sorprendente.
Charlène de Mónaco y la princesa Carolina han unido fuerzas para asistir a un acto relacionado con el Día Internacional de los Derechos del niño en el Principado, que tuvo lugar en el parque Princesa Antonieta y en el que tomaron parte en varias actividades. En realidad no habían ido solas, porque también estaban presentes los pequeños Jacques y Gabriella, hijos de la primera dama, y Balthazar, el benjamín de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam y nieto de la princesa.
Ambas royal unieron fuerzas por esta buena causa, ya que los más pequeños son una de las prioridades de sus agendas. En un ambiente distendido, Charlène y Carolina posaron con los organizadores, cada una haciendo gala de su particular estilo. Mucho más básico e informal que en su último encuentro, donde vistieron looks de noche en la cena de gala del 19 de noviembre.
La mujer de Alberto de Mónaco iba de negro, con jersey de cuello vuelto, botas altas y un abrigo camel con un cinturón de Balenciaga; sobria y elegante. En cuanto a Carolina, lucía un conjunto a aire masculino con pantalones vaqueros setenteros, acampanados, una blazer azul marino cruzada, camisa blanca, pañuelo al cuello y unos originales mocasines de estampado de cuadros. También ocultaba sus ojos con unas gafas de sol oscuras.
Nuevamente, Gabriella, de ocho años, acaparó parte de la atención con su simpatía y desparpajo. Lucía un abrigo tipo trenka en color beis con detalles de pelo de la firma francesa Chloè, con un precio de 365 euros, y una coqueta diadema en el pelo. Su mellizo, muy formal de negro con una bufanda anudada al cuello. Por su parte, Balthazar, de cuatro años, iba más casual y se animó a pintarse la cara en una de las actividades.
Un día antes de reunirse con su cuñada para este acto, Charlène participaba en solitario en un acto organizado por la fundación que lleva su nombre en colaboración con la Secretaría Nacional de Educación, Juventud y Deportes (DENJS). Tenía como objetivo sensibilizar a los jóvenes sobre la prevención del ahogamiento fuera del agua, realizando talleres teóricos y prácticos. La primera dama se mostró cariñosa con el grupo de niños de primaria que recibió una clase de prevención que ella misma supervisaba.
Los niños también pudieron asistir a una sesión de lectura del libro La Magia del Agua de la autora Mélinda Guery. Esta obra ilustrada, poética y educativa inspira a los jóvenes a aprender a nadar y les da las claves para comprender mejor el medio acuático. Al final de la mañana, cada pequeño recibió un ejemplar del libro, así como una bolsa que contenía un gorro de baño y un gorro de invierno con los colores de la fundación. Los socios de este evento unen fuerzas para garantizar que el ahogamiento, que se cobra cada año más de 230.000 vidas en todo el mundo, no sea inevitable en Mónaco. Charlène ya estuvo en Sudáfrica recientemente para visibilizar esta campaña en su país natal.