El 2 de febrero de 2002 una economista argentina caminaba hacia el altar en la Catedral Nueva de Ámsterdam para entrar a formar parte de la Familia Real holandesa. Su enlace con el entonces príncipe Guillermo (se convertiría en Rey en 2003) fue la culminación de una historia de amor no exenta de dificultades. De aquel día quedan muchas imágenes para el recuerdo y un protagonista: el vestido de novia de Máxima que aún hoy sigue siendo uno de los más elegantes entre las royals.
Los diseños elegidos por princesas y reinas a lo largo de la historia han plasmado las diferentes personalidades de sus dueñas y también han estado plagados de guiños a la corona. Siempre a la altura de la especial ocasión para la que fueron creados y con el foco puesto en ellos otorgan una especial relevancia a las firmas encargadas de su confección. Hay que tener en cuenta que vivirán eternamente en la memoria de la monarquía.
Letizia eligió a Pertegaz para su gran día, Kate Middleton lució un espectacular diseño de Alexander McQueen, Matilde de Bélgica confió en el belga Edouard Vermeulen y Meghan Markle se decantó por Givenchy. Máxima de Holanda acertó de lleno optando por una prestigiosa casa italiana: Valentino.
Fue diseñado especialmente para ella por el fundador, Valentino Garavani, y tardó en confeccionarse tres meses. Sería el principio de un romance fashion entre él y la actual reina de los Países Bajos, que ha vestido muchas de sus creaciones a lo largo de dos décadas. Estaba confeccionado en en milkado de seda en color marfil y destacaba como detalle sofisticado el cuello tipo chimenea que aportaba modernidad. La falda de capa y silueta A con sutiles detalles bordados estilazando la silueta con elegancia y manga francesa.
Un vestido sencillo, aunque con ese porte regio que necesitaba y que quedaba sublimado con un larguísmo velo de cinco metros de encaje hecho a mano con detalles florales. Aunque no se dan los precios, los expertos cifraron entonces su valor en unos 100.000 euros. Una cifra que contrasta con los 6.000 que habría costado el de la reina española. Máxima es conocida (y a veces criticada) por la abultada cantidad de dinero que gasta en ropa.
Llevaba el velo prendido en la zona alta de la cabeza, saliendo de la impresionante tiara conocida como de tiara de las Estrellas y que fue modificada especialmente por la esposa del rey Guillermo. El diseño original estaba compuesto por diamantes y cinco perlas redondas rodeadas de pétalos formando margaritas y fue la que llevó en su coronación la reina Beatriz.
Sin embargo, Máxima decidió sustituir las perlas por unos broches de estrellas, de ahí su nuevo nombre. Los nuevos adornos formaban parte de la colección real, ya que pertenecían a la reina Emma que recibió esos broches como regalo por su boda con el rey Guillermo III. Durante los primeros años de matrimonio, la consorte argentina la usó con cierta frecuencia, aunque luego volvió a guardarla en el joyero decantándose por otras tiaras de la Casa de Orange-Nassau.
En cuanto al vestido nupcial de Valentino, en 2021 fue expuesto en Ámsterdam en una muestra que hacía un recorrido por la historia de la moda de la ciudad. De esta manera, los fans de la realeza pudieron admirarlo de cerca, como también ha sucedido en Inglaterra con el traje de Lady Di en su boda con el actual monarca Carlos III.